RECURSOS HÍDRICOS: CALIDAD Y PROCESOS DE GESTIÓN EN LA REGIÓN PAMPEANA ARGENTINA

 

Corina Iris Rodríguez1

Guillermina Paula Jacinto2

 

Recibido el 6 de noviembre de 2015, aprobado el 2 de mayo de 2016 y actualizado el 12 de diciembre de 2016

 

DOI: 10.17151/luaz.2017.44.5

 

RESUMEN

 

El objetivo es analizar la situación de los recursos hídricos subterráneos en un área del sudeste de la región pampeana argentina. A través de estudios de caso, se presenta un diagnóstico de la calidad del agua para consumo humano en dos pueblos rurales de la Provincia de Buenos Aires, mostrando los modos de uso, los procesos de gestión y los impactos potenciales que las transformaciones socioterritoriales por las que atraviesan aquellos pueblos podrían generar sobre los recursos hídricos. Las pequeñas localidades -María Ignacia y Gardey- funcionan como centros que prestan servicios básicos al entorno rural. Investigaciones recientes ponen de manifiesto que los vínculos que mantienen con la ciudad cabecera de Tandil, han activado en ellos un conjunto de transformaciones cuyo origen y dinámica no obedecen únicamente a su rol de prestación de servicios rurales, sino que se entroncan con las demandas de espacios y actores urbanos. La expansión residencial y la presencia de nuevos usos de suelo como los emprendimientos recreativo-turísticos inducen presión sobre los recursos naturales en general, y sobre la disponibilidad y calidad de agua para consumo, en particular, abriendo nuevos desafíos para los procesos de gestión y gobernanza del agua a escala local.

 

PALABRAS CLAVE

 

Agua subterránea, calidad, gestión, pueblos rurales.

 

WATER RESOURCES: QUALITY AND MANAGEMENT PROCESSES IN THE PAMPEAN REGION OF ARGENTINA

 

ABSTRACT

 

This work is aimed to analyze the groundwater resources in the southeast area of the pampean region in Argentina. A diagnosis of water quality in two rural villages of Buenos Aires province is presented through study cases. This work shows the ways of water use, the management processes and the potential impacts that territorial transformation could cause on water resources. The small rural villages -María Ignacia and Gardey – function as centers which provide basic services to the rural scope. Recent research works demonstrated that the links between these villages and the head city of Tandil have activated a set of territorial transformations whose origin and dynamic are not only related to the role of bringing rural services, but also are based on the demand of urban activities and stakeholders. The residential expansion and the presence of new land uses, as recreational and tourist activities, make pressure on natural resources and also press on water availability and quality for human consumption. These transformations generate new challenges for water management processes and its governance at local scope.

 

KEY WORDS

 

Groundwater, quality, management, rural villages.

 

 


 

 

INTRODUCCIÓN

 

El interés por el estudio de los recursos hídricos para consumo humano en localidades rurales de la región pampeana ha ocupado un lugar marginal en los programas de investigación sobre utilización y manejo de recursos. La disponibilidad y acceso al agua para el desarrollo de la vida y de las actividades productivas nunca fueron percibidos como problemas en la región más rica de la Argentina, donde la profundidad de los niveles freáticos y la calidad de los acuíferos permitieron su explotación y consumo sin mayores dificultades, procurado incluso individualmente, en ausencia de redes de aprovisionamiento. Esto se relaciona directamente con la escasez relativa de población rural que podría verse involucrada en problemas de abastecimiento o afectación de la calidad de los recursos hídricos, en una región donde más del 97% de la población es urbana, residiendo en aglomeraciones que superan los 2000 habitantes.

 

En tanto el patrón de asentamientos que ha organizado el territorio nacional y a la región pampeana durante el siglo XX se ha caracterizado históricamente por la primacía metropolitana de Buenos Aires y el crecimiento sostenido de ciudades medias, ambos procesos fueron el correlato del decrecimiento sostenido de la población rural, principalmente de la población dispersa en “campo abierto” (Vapñarsky y Gorojovsky, 1990). En este escenario, la reducción de la población rural, activada por el avance de las relaciones capitalistas de producción, con promesa de empleo industrial y mejores condiciones de vida urbana, comprometieron la supervivencia de las localidades rurales. Tanto es así que durante la década de los 90, la disolución de los tejidos socio-productivos desencadenada por la penetración del capital financiero en los espacios rurales, junto con la desarticulación del sistema ferroviario de cargas que explicaba la existencia de buena parte de los pueblos, terminó de perfilar el cuadro de agonía que alcanzó a la mayor parte de los pueblos rurales en esta región.

 

Mientras en la mayoría de los casos los macroprocesos homogeneizantes condujeron a la fragilización y a la desaparición de las localidades rurales, iniciados el siglo XXI, algunas indagaciones empíricas comenzaron a mostrar su revitalización demográfica, e incluso económica (Sili, 2005 y 2010). Aún bajo procesos hegemónicos de concentración de la tierra, mecanización agrícola y expulsión de actores, comenzó a identificarse la presencia y expansión de nuevos usos, no agrícolas, impulsados por las demandas de sociedades urbanas. El crecimiento de la segunda residencia y del empleo agrario a tiempo parcial, así como la instalación de nuevos pobladores que fijaban residencia permanente en el espacio rural y mantenían su empleo urbano, daban cuenta de la revitalización de algunos pueblos rurales. Complementariamente, el mejoramiento de las condiciones de comunicación, el desarrollo de la movilidad individual, el acceso al mercado de tierras y la calidad socio-ambiental, reactivaron una vinculación de carácter selectivo entre algunas localidades y las ciudades próximas de mayor tamaño en la región pampeana (Jacinto et al., 2014).

 

De esta manera, los pueblos rurales ganaron visibilidad en numerosos programas de investigación, abordándolos como territorios donde explorar no sólo los cambios en la dinámica local o en su rol funcional sino, y fundamentalmente, los impactos asociados a su inscripción en una región donde se profundizaba el proceso de agriculturización con alta presión y compromiso ambiental sobre los recursos.

 

Alcanzada por el proceso de homogeneización productiva, el área de estudio ha experimentado cambios en los usos del suelo rural marcados por el repliegue de la ganadería, la sustitución de cultivos y cambios en la participación relativa de cada uno de ellos en la matriz productiva local. Desde mediados de la década de 1990, la expansión agrícola implicó aumento de productividad y de la superficie sembrada, impulsados por la incorporación de soja como líder entre los cultivos, por el crecimiento de la demanda internacional y por la presencia de nuevos actores como los pools de siembra y los contratistas de producción. En las últimas dos décadas, la competencia con la agricultura provocó también profundos cambios en la localización de la ganadería vacuna, desplazándola hacia zonas marginales y sustituyendo la ganadería extensiva por sistemas intensivos de producción (feed lot).

 

Las modalidades e impactos relacionados con nuevas formas de apropiación de los recursos se constituyen así en puntos de interés, en tanto los procesos en marcha (intensificación agrícola, despliegue de redes agroindustriales, expansión residencial y demanda de servicios) activan tensiones en torno al uso y manejo de los recursos en general, y de los recursos hídricos en particular. Tradicionales y nuevas actividades, antiguos residentes y nuevos usuarios, afectan las interrelaciones y demandas sobre la disponibilidad, cantidad y calidad del agua para consumo y desarrollo de actividades. Ello redunda en la necesidad de evaluar la situación presente tanto como de prever un conjunto de acciones que involucren expectativas cuali-cuantitativas de consumo, solidarias con una gestión integrada y sustentable de los recursos.

 

USO Y MANEJO DE LOS RECURSOS HÍDRICOS EN LOCALIDADES RURALES DE TANDIL

 

En la encrucijada de procesos, cuyos actores y lógicas de acción se despliegan en contextos multiescalares, además de centros de servicio para las poblaciones y actividades rurales, los pueblos rurales pampeanos albergan funciones vinculadas con la imagen de campagne-ressource (funciones productivas), campagne-cadre de vie (funciones residenciales y turístico-recreativas) y campagne-nature (funciones naturales y servicios ecosistémicos), que actúan como factores de revitalización y vectores de reapropiación de lo rural por lo urbano (Perrier-Cornet, 2002).

 

Las ventajas de proximidad y accesibilidad a través de caminos asfaltados, que garantizan la conexión fluida con sus cabeceras departamentales, han reposicionado a numerosas localidades rurales como espacios de residencia permanente. Esto se potencia fundamentalmente porque la presión sobre los mercados inmobiliarios urbanos y el sostenido incremento del precio del suelo urbanizable en las ciudades próximas, dificultan las posibilidades de acceso a la vivienda. En este contexto, los pueblos rurales son elegidos para fijar residencia permanente por los menores precios del suelo, inaugurándose en ellos un acelerado proceso de valorización de tierras vacantes y de bienes inmuebles durante la última década.

 

La expansión residencial se evidencia en el aumento del número de viviendas que ocupan terrenos vacantes, y su proyección se sostiene a partir de la oferta sin cesar de tierras incorporadas al mercado, con asistencia del gobierno municipal en la regularización dominial y con ampliación de la planta de viviendas en construcción financiada por programas nacionales como PROCREAR (Programa de Crédito Argentino) (Villalba, 2015).

 

En simultáneo al proceso de expansión urbana, se incrementa la necesidad de construcción de infraestructuras y la dotación de servicios, principalmente de agua, gas natural y cloacas. El punto más crítico lo constituye el alto costo de construcción de las redes demandadas y el bajo número de usuarios entre los cuales prorratear la inversión. En un escenario de falta de autonomía –cuando el servicio es proporcionado por terceros-, y de estrangulamiento presupuestario -cuando el servicio es brindado por las administraciones municipales-, las localidades rurales ven afectada la provisión de servicios en términos cualitativos y cuantitativos.

 

Cabe comentar que en la provincia de Buenos Aires, donde se localiza el partido de Tandil, los recursos hídricos son considerados propiedad del Estado provincial y son regulados por la Autoridad del Agua. Este organismo es de tipo centralizado y su sede está ubicada en la capital provincial. El Código de Aguas de la provincia de Buenos Aires, Ley Nº 12.257, establece que dicha autoridad supervisa todas las obras de captación, uso y evacuación del agua, y otorga concesiones para el abastecimiento del servicio de agua potable a distintos entes como cooperativas y municipios. Además, exige que los usuarios particulares deban solicitar un permiso de perforación para extraer agua subterránea.

 

En relación a la provisión de servicios de agua, si bien existe el servicio de abastecimiento por red, numerosas viviendas no se encuentran conectadas y las localizadas en la periferia de los ejidos no están abastecidas. La utilización de pozos particulares permanece como una estrategia de las viviendas particulares; muchos de ellos evidencian deficiencias de diseño y de protección sanitaria, así como algunos casos puntuales de contaminación (Rodríguez, 2014). Esto último se relaciona principalmente con la ausencia de sistemas de recolección y tratamiento de efluentes cloacales, y la existencia de pozos sépticos y letrinas próximas a las bocas de consumo, así como la presencia de potenciales focos contaminantes como la disposición de insumos para el agro y de residuos sólidos urbanos. Ello da cuenta de la necesidad de interrogarse en torno a la calidad y cantidad de agua disponible para sostener la calidad de vida en los pueblos rurales del sudeste de la región pampeana.

 

Casos de estudio: María Ignacia y Gardey

 

María Ignacia (2000 habitantes) y Gardey (640 habitantes) son los dos pueblos rurales de mayor tamaño del Partido de Tandil. Localizados en la subcuenca del arroyo Chapaleofú Chico (Figura 1), ambos núcleos funcionan como centros de servicios rurales de primera categoría que tradicionalmente han prestado servicios al entorno rural (Municipalidad de Tandil, 2005).

 

En ambos casos la única fuente de abastecimiento de agua para todos los usos es la subterránea, proveniente del acuífero libre.

 


 

Como lo indicáramos más arriba, la problemática vinculada al manejo de los recursos hídricos en ambos asentamientos de rango menor (ARM), se presenta como un aspecto sustancial en relación a las transformaciones territoriales producidas durante la última década (Jacinto, 2011).

 

ABORDAJE METODOLÓGICO

 

En cada caso estudiado se indagó sobre los modos de uso del agua subterránea por parte de los habitantes y se realizaron entrevistas a informantes clave para conocer la gestión institucional de los recursos hídricos a escala local.

 

Asimismo, se efectuaron censos de perforaciones, con la finalidad de conocer la dinámica del acuífero y evaluar la calidad del agua para consumo humano, tanto en sus aspectos físico-químicos como microbiológicos. En cada punto de extracción de agua relevado, se midieron los niveles freáticos, se tomaron muestras de agua, se efectuaron encuestas a los pobladores sobre sus modos de abastecimiento y uso del agua, y se registró información sobre las características constructivas de las perforaciones, existencia de focos contaminantes cercanos a las mismas, sistemas de disposición de efluentes, antecedentes de contaminación del agua o enfermedades de origen hídrico.

 

 


 

  

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

 

María Ignacia

 

a.         Modos de uso y gestión del agua subterránea

 

El suministro de agua proviene de dos perforaciones que explotan el acuífero freático: una construida en 1980 de 59 m de profundidad, la otra de 2007, alcanza los 63 m. El abastecimiento de agua potable alcanza aproximadamente al 80% de la población (500 bocas de abastecimiento) y el consumo poblacional medio es de 400 m3/día (Rodríguez et al., 2013).

 

Los efluentes domiciliarios son vertidos principalmente en pozos absorbentes y en letrinas, afectando la calidad del agua del acuífero freático, fuente de extracción de agua para la población local. Se encuentra en progreso el proyecto de construcción del sistema cloacal para el tratamiento de efluentes domiciliarios, dimensionado para unos 2.300-2.500 habitantes, aunque la proyección de crecimiento del 10% del asentamiento de la última década (2001-2010), indica que se superaría la capacidad operativa de la planta cloacal en los próximos 15 a 20 años.

 

Desde 1980, el servicio de provisión de agua potable es brindado por una cooperativa que se encarga de la extracción de agua, sometiéndola a un proceso de cloración automática para garantizar la desinfección previa al almacenamiento y la distribución. Efectúa análisis periódicos de la calidad el recurso, cuyos resultados más recientes indican aptitud para el consumo humano.

 

La cooperativa funciona bajo la coordinación del Servicio Provincial de Agua Potable y Saneamiento Rural (SPAR). El municipio de Tandil (gobierno local) no tiene injerencia en el servicio de agua potable, por lo que en casos de viviendas con problemas de calidad del agua en sus pozos particulares, no existe una medida preventiva o correctiva a escala local.

 

Tanto en el ejido principal como a proximidad del asentamiento, los pobladores utilizan simultáneamente perforaciones particulares para la obtención del recurso. La mayor parte de los sistemas de extracción particulares son perforaciones someras, aunque también existen pozos cavados, de construcción antigua, cuyas profundidades oscilan entre los 5 y 33 m, a excepción de las pertenecientes a la cooperativa. Para la extracción de agua, se utilizan principalmente bombas de mano, seguidas por bombeadores automáticos ubicados en superficie y molinos. Es muy reciente la colocación de bombas sumergibles que sólo se encontraron en la cooperativa y en una vivienda particular.

 

En general se presentan importantes deficiencias en el diseño, construcción y protección sanitaria de las perforaciones, siendo escasas aquellas que poseen cañería de encamisado y sellado de las paredes del pozo. Además, la gran mayoría no cuenta con cobertura superficial adecuada para impedir la contaminación, llegando incluso en muchos casos a la ausencia de tapa o cubierta.

 

La opción de mantener en uso la perforación o pozo domiciliario, prefiriendo en algunos casos no conectarse a la red de agua potable, se relaciona por un lado con factores económicos (el uso es medido y arancelado según intervalos de consumo), pero fundamentalmente porque a los usuarios les resulta más agradable el sabor del agua de pozo y confían en su calidad.

 

Con respecto a la presencia de focos contaminantes cercanos, se detectó que en el 81% de los casos relevados el distanciamiento entre los pozos absorbentes y las perforaciones es menor a 15 m (Rodríguez, 2014). Al considerar que se recomienda un distanciamiento superior a 25 m (CoFAPyS, 1993), esta situación pone de relieve la posibilidad de contaminación del agua de consumo a través del flujo subterráneo, originada por el vertido de efluentes en pozos absorbentes.

 

Se observa una gran diversidad de situaciones y estrategias referidas al uso del recurso. Por ejemplo, un domicilio utiliza el agua de la red pública para el consumo, mientras que aprovecha el agua de pozo para otros usos. Otro caso, muestra que aunque conectados a la red de agua, los propietarios prefieren beber el agua extraída por su bomba de mano, debido a que su sabor le resulta más agradable. Por último, una familia que accede al agua de red y la utiliza para limpieza y preparación de alimentos, prefiere comprar agua de mesa envasada para el consumo familiar debido a las dudas que les genera la calidad del recurso. En dos viviendas particulares no existen cañerías de distribución, por lo cual acarrean el agua desde las bombas manuales hasta el interior de los domicilios. En otras dos viviendas se observaron cañerías externas deficientes.

 

Las situaciones aludidas ponen de manifiesto la vulnerabilidad de ciertos grupos frente a las interrelaciones entre el uso del recurso subterráneo y la afectación que sobre él producen algunas actividades potencialmente contaminantes. Por un lado, ello obedece al desconocimiento acerca de los riesgos presentes, pero también expresan el convencimiento de los pobladores de que profundizar su perforación o colocar una bomba de mayor capacidad o potencia, permitiría extraer agua de mejor calidad, eliminándose toda situación de riesgo.

 

b.         Hidrodinámica y calidad del agua subterránea

 

Entre noviembre de 2011 y agosto de 2013, se efectúo el muestreo sobre 16 perforaciones de una red de medición de los niveles freáticos (Figura 2). Los mapas equipotenciales mostraron que el flujo subterráneo local tiene dirección hacia N del área de estudio (Figura 3), acorde con el flujo regional (Rodríguez et al., 2013 y Rodríguez, 2014). 

 


 

La profundidad del nivel freático en la zona alcanza un máximo de 3 m en épocas de precipitaciones escasas, condición que origina una elevada vulnerabilidad del acuífero a las cargas contaminantes, hecho especialmente relevante considerando la disposición tanto actual como histórica de los efluentes domiciliarios en pozos absorbentes y letrinas. Además, actualmente existen dos situaciones potencialmente contaminantes hacia el acuífero libre, que afectan la calidad del recurso. Una de ellas se relaciona con la localización del cementerio municipal al S de la localidad, ubicado aguas arriba del flujo subterráneo local. La otra se relaciona con la disposición de los residuos sólidos urbanos sin tratamiento en un basural a cielo abierto ubicado al N de la localidad. Si bien este basural está situado aguas abajo del ejido urbano, constituye un importante foco contaminante del recurso. 

 


 

La composición predominante del agua subterránea corresponde a bicarbonatada magnésica (Rodríguez et al., 2013). En la Figura 4 se presenta el mapa de curvas de isovalores de conductividad eléctrica para septiembre de 2012, en el cual se observan valores superiores a 900 µS/cm en la mayor parte de la localidad y con un marcado incremento hacia el N, justamente de acuerdo con el sentido de flujo subterráneo. 

 


 

Los nitratos mostraron importantes variaciones, presentando valores entre 12 y 351,7 mg/L. Las concentraciones de dicho ión señalan el incremento de los valores hacia la zona centro-N (Figura 5), y se atribuyen a las condiciones de las perforaciones, la cercanía de las mismas a los pozos absorbentes y la posibilidad de ingreso de agua por la boca de pozoa. 

 


 

En relación al nivel máximo de nitratos recomendado por el Código Alimentario Argentino, los muestreos arrojaron entre un 36% y un 60% de muestras no aptas para consumo humano, al superar el valor máximo permisible de 45 mg/L establecido por la legislación argentina (Rodríguez et al., 2013).

 

Desde el punto de vista microbiológico, entre el 73% y el 81% de las muestras resultaron no aptas para el consumo humano según indica el Código Alimentario Argentino (2012). La mayoría de ellas excedió los valores máximos recomendados de coliformes totales y de bacterias aeróbicas mesófilas. Se determinó existencia de Escherichia coli en tres sitios, considerando la peligrosidad que implica la presencia de esta bacteria en aguas de consumo, en tanto no fue detectada Pseudomonas aeruginosa.

 

La muestra correspondiente al pozo de abastecimiento público de la Cooperativa de Provisión de agua, presentó valores inferiores al máximo recomendado de nitratos y los resultados microbiológicos indicaron su aptitud para consumo humano. Sin embargo, en pozos particulares ubicados en las cercanías (radio de 200 m), los contenidos del anión llegaron hasta 70 mg/L.

 

Gardey

 

a.         Modos de uso y gestión del agua subterránea

 

En Gardey existe cobertura parcial de agua potable por red a cargo de Obras Sanitarias Tandil, ente público dependiente del gobierno municipal. La localidad cuenta con dos perforaciones ubicadas en la planta urbana, cada una de ellas alcanza los 45 m de profundidad, y fueron construidas en 1999 para extraer agua desde el acuífero freático. La red de agua corriente abarca 210 bocas de abastecimiento, que alcanzan un consumo aproximado de entre 60 y 70 m3/día.

 

Una vez extraída el agua a través de las perforaciones municipales, recibe un proceso de desinfección por cloración e ingresa posteriormente a las cañerías de distribución. El ente que provee el servicio realiza controles periódicos de la calidad del agua de la red, no existiendo hasta la actualidad reclamos o problemas vinculados a la calidad del recurso. Sin embargo, el personal técnico encargado de la perforación indicó que no se efectúan controles del contenido de cloro residual existente en las cañerías de distribución.

 

Simultáneamente a la existencia del sistema de distribución de agua cuya cobertura no alcanza la totalidad del asentamiento, numerosas viviendas se aprovisionan del recurso subterráneo a través de pozos particulares. En primer lugar, porque los usuarios no se encuentran dentro de la zona de tendido de la red municipal, pero además algunos habitantes mantienen en uso sus pozos particulares porque prefieren beber el agua de pozo por motivos organolépticos (especialmente para evitar el consumo de agua con sabor y olor a cloro), o porque el servicio de red experimenta frecuentes interrupciones en el abastecimiento.

 

El análisis detallado de este conjunto de perforaciones y pozos particulares, indicó predominio de perforaciones someras, y en menor medida de pozos cavados. Para la extracción coexisten en igual medida bombas sumergibles, bombeadores automáticos, bombas manuales y molinos. La mayoría de los pozos de extracción no cuenta con el diseño necesario para su adecuado funcionamiento y para la prevención de la contaminación a través del propio pozo. Las profundidades indicadas por los propietarios varían entre 6 y 48 metros, siendo las perforaciones más profundas las del ente Obras Sanitarias Tandil.

 

Con respecto a los efluentes domiciliarios, en Gardey no existe sistema de recolección y tratamiento de efluentes cloacales y hasta el momento no se conocen proyectos sobre su futura realización. La disposición de los efluentes líquidos se efectúa principalmente en pozos absorbentes, existiendo también letrinas.

 

Se relevaron los focos contaminantes dispuestos en las cercanías de las perforaciones y pozos, encontrando que existen pozos absorbentes en su mayoría ubicados a distancias inferiores a 25 metros, valor recomendado por CoFAPyS (1993). Además, se detectaron otros focos como la presencia de animales de cría en cercanías de las perforaciones, la posible afectación por agroquímicos aplicados en zonas agrícolas y una laguna de efluentes de un tambo ubicado a proximidad del asentamiento.

 

b.         Hidrodinámica y calidad del agua subterránea

 

Entre septiembre de 2009 y octubre de 2012, se efectúo el muestreo sobre 16 perforaciones de una red de medición de los niveles freáticos (Figura 6). Como se trata de una localidad muy pequeña, se tuvieron en cuenta perforaciones en los alrededores para obtener una mejor representatividad de los resultados. Los mapas equipotenciales (Figura 7) mostraron que el flujo subterráneo local tiene dirección hacia N, acorde a la pendiente regional, aunque se presenta una distorsión hacia el norte de la localidad causada por el menor nivel estático de los pozos de esa zona, es decir, una mayor presión de extracción del recurso (Rodríguez et al., 2011). 

 


 

El nivel freático varía entre 0,5 y 8,6 metros, detectándose las menores profundidades en cercanías del arroyo Chapaleofú Chico y las mayores, en la zona de mayor densidad de pozos de explotación (Figura 7). La escasa profundidad de los niveles freáticos da lugar a una elevada vulnerabilidad del acuífero ante la existencia de cargas contaminantes, especialmente teniendo en cuenta la disposición de efluentes domiciliarios en pozos absorbentes que en muchos casos entran en contacto con la superficie freática. 

 


 

En relación a la calidad del agua, los análisis de iones mayoritarios demuestran una composición bicarbonatada magnésica en su mayor parte (Rodríguez et al., 2011), similar a la detectada en María Ignacia. Ello da a las aguas un carácter joven por su escaso tiempo de permanencia en el acuífero, asociado a la ubicación del sector en la cabecera de cuenca del arroyo Chapaleofú Chico y su proximidad a las zonas serranas de recarga.

 

Con respecto a la conductividad eléctrica (CE), los valores medios variaron entre 867,92 y 1.014 µS/cm en las distintas oportunidades de medición. El mayor tenor de CE en 2012 puede deberse a la posible contaminación de las aguas subterráneas producida por las elevadas precipitaciones caídas en ese año, lo que generó el ascenso freático y el contacto de la superficie freática con los pozos absorbentes, el desborde de dichos pozos en algunos casos, así como el ingreso de agua y otras sustancias por las bocas de los pozos con inadecuada protección superficial. La Figura 8 representa el mapa de isoconductividad para septiembre de 2009, donde se observa el incremento de este parámetro hacia el NE, coincidiendo con la zona de mayor concentración de población y por ende de pozos absorbentes. 

 


 

Los valores de nitratos variaron entre 3,5 y 210 mg/L, con excepción de una muestra que superó los 300 mg/L en dos ocasiones de medición. Los muestreos arrojaron que entre el 38% y el 58% de las muestras presentó valores superiores a 45 mg/L, nivel máximo recomendado por el Código Alimentario Argentino (2012) para el consumo humano. En el mapa de isoconcentraciones de nitratos (Figura 9) se observa el incremento de dicho ión en la zona densamente poblada, coincidiendo con el comportamiento de la conductividad eléctrica.

 

Cabe destacar que el sitio Nº 1 corresponde a la perforación para abastecimiento de agua en la red municipal, presentó valores algo superiores a 45 mg/L de nitratos en cuatro de las cinco campañas, con un máximo de 60,4 mg/L en septiembre de 2009. 

 


 

Respecto a la calidad microbiológica, de las 7 muestras analizadas en 2009 sólo 2 resultaron aptas para consumo humano, siendo una de ellas la de abastecimiento público. Las restantes superaron las recomendaciones del CAA para alguna de las bacterias incluidas. Escherichia coli fue detectada sólo en una muestra, coincidente con los mayores contenidos de nitratos detectados en el ARM y en relación con la presencia de contaminación puntual por disposición de excretas. Por otro lado, Pseudomonas aeruginosa fue hallada en tres sitios (Rodriguez et al., 2011).

 

El muestreo realizado en 2012, indicó como apta para consumo humano sólo a la muestra correspondiente a la perforación de abastecimiento público. En esta oportunidad, Escherichia coli estuvo presente en cinco muestras y Pseudomonas aeruginosa en una.

 

Se destaca el alto grado de contaminación del punto Nº 4 que superó todos los parámetros microbiológicos analizados y también fue la de mayor conductividad eléctrica y contenido de nitratos en todas las oportunidadesb. 

 

Análisis comparativo entre casos de estudio

 

El análisis comparativo de ambos casos (Tabla 1) indica que la problemática hídrica en Gardey y María Ignacia tiene causas comunes. Ellas son determinadas fundamentalmente por la debilidad de la gobernanza local, que se manifiesta principalmente en la cobertura parcial de agua de red, la inexistencia de red cloacal y el escaso conocimiento sobre el funcionamiento del sistema hídrico subterráneo principalmente por parte de la población, que no favorece la protección de la fuente aprovisionamiento de agua. Asimismo, se corrobora que no se cumple la exigencia del Código de Aguas provincial referida a la solicitud de un permiso de perforación para la extracción de agua subterránea por parte de los usuarios particulares. Se suma otra debilidad en el caso de María Ignacia dado que el municipio no tiene injerencia sobre la gestión del agua por parte de la cooperativa de servicios.

 

La conjunción de dichas causas, además del incumplimiento de las normas de prevención de la contaminación entre los sitios de captación y descarga de los efluentes domiciliarios determina un ciclo local de extracción-transporte-disposición cuyo resultado inevitable es la contaminación del agua. Ello se evidencia a través de los contenidos de nitratos y de microorganismos patógenos que exceden lo recomendado por la legislación argentina, especialmente en las perforaciones particulares.

 

Los problemas detectados en las perforaciones, la presencia de focos contaminantes y el consumo de agua no apta se producen independientemente del nivel socioeconómico de la población. Sin embargo, los sectores de mayores ingresos pueden realizar nuevas y mejores perforaciones así como poseer sistemas de cañerías y tanques de almacenamiento en buen estado, e incluso adquirir agua potable envasada para el consumo humano. 

 


 

 

CONCLUSIONES

 

La expansión de funciones residenciales, los nuevos usos turísticos y la valorización de las amenidades ambientales ponen de manifiesto las transformaciones experimentadas por los pueblos rurales pampeanos en la última década. A los requerimientos de agua y a los impactos sobre el recurso impuestos por la intensificación agrícola, se suman las demandas en cantidad y calidad exigidas por la población para el consumo y el desarrollo de actividades productivas, lo que interpela sobre la necesidad de interpretar estos procesos de cambio territorial a la luz de la presión que producen sobre la demanda y uso de los recursos hídricos.

 

La disponibilidad de agua y la gestión de los recursos hídricos constituyen ejes centrales para el desarrollo de los espacios rurales. El abordaje realizado en este trabajo a través de los estudios de caso da cuenta de la sensibilidad de los sistemas hídricos frente a las demandas planteadas. La gestión sustentable de los recursos hídricos en los espacios rurales debiera contemplar la interdependencia de los sistemas, la fragilidad de los equilibrios naturales, los impactos de las actividades sobre el estado de los recursos y fundamentalmente la armonización de acciones de los usuarios (Ardillier-Carras, 1997).

 

Ante todo lo expuesto, se considera necesaria y fundamental la creación de capacidades locales de gobernanza, de modo que los pueblos rurales tengan injerencia en las decisiones sobre el manejo de los recursos hídricos a través de la participación de actores propios. Como sustento para las decisiones, se requiere el monitoreo continuo del estado de los recursos hídricos y sus potenciales impactos, así como la comunicación de la información relevada y su apropiación por parte de los actores involucrados. Estos procesos de participación e información deben ser acompañados por estrategias educativas y de capacitación sobre los aspectos hidrológicos generales, sobre la importancia de los recursos hídricos en el sistema ambiental y sobre el rol estratégico que ellos juegan en el desarrollo de los territorios rurales.

 

 


 

  

REFERENCIAS

 

  • Ardillier-Carras, F. (1997). L´eau, ressource pour le développement d´un espace rural. Presses Universitaires de Limoges.
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  • Jacinto, G. (2011). Asentamientos de rango menor (ARM) en Tandil: transformaciones territoriales a partir de la renovación de los vínculos urbano-rurales. Estudios Socioterritoriales. Revista de Geografía, N° 10, pp. 103-124.
  • Jacinto, G.; Nogar, M. L.; Nogar, A. G.; Clementi, L. (2014). Yuxtaposión de actores y de lógicas en asentamientos de rango menor de la pampa argentina. En: Valenzuela, C.; García, A.; Rosa, P. (comp.) Inclusión social en las economías regionales. Estrategias participativas y propuestas de articulación social en el territorio. CEUR CONICET IIGHI CONICET UNNE, Resistencia, pp. 73-96.
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  • Sili, M. (2005). La Argentina rural. De la crisis de la modernización agraria a la construcción de un nuevo paradigma de desarrollo de los territorios rurales, Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Buenos Aires.
  • Sili, M. (2010). ¿Cómo revertir el proceso de fragmentación de los territorios rurales? Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Buenos Aires.
  • Vapñarsky, C. y Gorojovsky, N. (1990) El crecimiento urbano en la Argentina. Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires.
  • Villalba, M. S. (2015). Determinación de usos del suelo como herramienta para la gestión ambiental de asentamientos de rango menor. Gardey (Partido de Tandil). Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Tandil.

 

 


 

 

1. Licenciada en Diagnóstico y Gestión Ambiental. Magíster en Ecohidrología. Doctora en Ciencias Naturales. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Centro de Investigaciones y Estudios Ambientales (CINEA), Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it. ORCID ID 0000-0001-5596-5035.

 

2. Profesora de Geografía. Magister Scientiae en Gestión Ambiental del Desarrollo Urbano. Doctora en Geografía-Ordenamiento del Territorio-Urbanismo. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Centro de Estudios Sociales de América Latina (CESAL), Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it. ORCID ID 0000-0002-4352-2699

 

 


 

 

a.    El mapa de concentraciones de nitratos se elaboró con puntos que muestran sólo los valores, considerando ese modo el más apropiado, en lugar de curvas de isoconcentraciones, ya que éstas se verían distorsionadas ante la presencia de valores muy disímiles entre sitios de muestreo ubicados a corta distancia.

b.    Los residentes de la vivienda correspondiente comenzaron a consumir agua de red a partir de las recomendaciones brindadas, ante los resultados contundentes obtenidos en los distintos análisis de agua subterránea.

 

 

 


 

 

Para citar este artículo: Rodríguez, C.I. y Jacinto, G.P. (2017). Recursos hídricos: calidad y proceso de gestión en la región pampeana argentina. Luna Azul, 44, x-x. DOI: 10.17151/luaz.2017.44.5, Recuperado de http://200.21.104.25/lunazul/index.php?option=com_content&view=article&id=220

 

 


 

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Licencia de Creative Commons

ESTADO DE LOS PROYECTOS AMBIENTALES ESCOLARES EN BOYACÁ

 

Aracely Burgos Ayala1

 

Recibido el 22 de septiembre de 2015, aprobado el 14 de marzo de 2016 y actualizado el 9 de diciembre de 2016

 

DOI: 10.17151/luaz.2017.44.4

 

RESUMEN

 

La Educación Ambiental (EA) se creó como una herramienta generadora de cultura ambiental. En Colombia, la EA formal se hizo realidad desde 1994 a través de la implementación de los Proyectos Ambientales Escolares (PRAE) en las Instituciones Educativas (IE). Actualmente se incrementan los daños a la naturaleza en Boyacá, pareciera que la cultura mencionada no existe; además, resulta escasa la información sobre la formulación y desarrollo de los PRAE como un punto de partida en la elaboración de programas y proyectos para el Plan Departamental de Educación Ambiental de Boyacá. Así, el objetivo fue analizar el estado de los PRAE de Boyacá, a través de: 1. Indicar sus generalidades, 2. Evidenciar características de su formulación; y 3. Indagar aspectos de su desarrollo. Para responder a estos objetivos se realizó una encuesta a 254 IE, obteniendo 175 respuestas. Se encontró que los PRAE se realizan prioritariamente en zonas urbanas; la mayoría tiene menos de cuatro años de creación, con una mínima asignación presupuestal. Así mismo, realizan una caracterización ambiental y una justificación, pero no reportaron los problemas del territorio de la zona de vida de las IE; priorizan temas como concientización, pero en las acciones persiste el manejo de residuos sólidos y el reciclaje, desconociendo otro tipo de conflictos de mayor impacto. La formulación y el desarrollo tuvieron escasa participación estudiantil y docente; su desarrollo no está articulado a los comités ambientales escolares, pero sí con otros actores. En consecuencia, resulta evidente la necesidad de un programa y proyectos específicos para la EA escolar en Boyacá, donde la institucionalidad asuma responsabilidad independiente y en conjunto frente al acompañamiento y participación tanto en formulación, desarrollo e impacto de los PRAE, con el fin de hacer efectiva la cultura ambiental acorde con los derechos de la naturaleza: respeto, responsabilidad y restauración.

 

PALABRAS CLAVE

 

Educación ambiental, cultura ambiental, instituciones educativas, Boyacá.

 

ABSTRACT

 

Environmental Education (EE) has been created as a tool of environmental culture. In Colombia, the EE became real in 1994 through of environmental school projects (ESP) in educational institutions (EI). Currently the damage to nature increases in Boyacá; no environmental culture, moreover, no detailed information exists about formulation and development of the ESP as one point of reference in the elaboration of programmes and  projects for the Departmental Plan of Environmental Education, Boyacá. The aim was to analyze the state of Boyacá ESP through: 1. Indicate their generalities, 2. Evidence characteristics of its formulation; and 3. Investigate its development. It sent out a survey to 254 EI to gather data on these topics through of Departmental Education Secretary. Answered the survey in 175 EI. It was found that: the ESP prevailing in urban areas; most have less than four years created, on a small budget. The formulation includes environmental characterization and justification, but not report problems in the Territory the life zone of schools; prioritize topics as awareness, however persists solid waste management and recycling. Formulation and development had student and teachers participation, the majority of natural sciences. Their development is not articulated with the School Environmental Committees, but with other actors. Therefore, it is clear that need for a program and specific projects in EE in Boyacá, where the institutions assumes independent and jointly liable to the accompaniment and participation both in formulation, development and impact of the ESP, in order to make effective of environmental culture consistent with the rights of nature: respect, responsibility and restoration.

 

KEY WORDS: environmental education, environmental culture, educational institutions, Boyacá.

 

 


 

 

INTRODUCCIÓN

 

La EA se pensó como una de las formas más factibles de crear una conciencia ciudadana, cuya finalidad fuera la conservación de la naturaleza (Vaughan et al., 2003; World Commission on Environment and Development. 1987), con una transformación de la realidad social (Macedo-Salgado, 2007), a través de la generación de procesos de prevención, reflexión, pensamiento crítico y toma de decisiones (Torres, 2010). En síntesis, su fin último es ser generadora de una cultura ambiental (Velasco, 2012), con cambios estructurales en lo individual y en lo colectivo.

 

En Colombia, hace más de cuatro décadas, se inició la implementación de políticas para desarrollar la EA, las que han evolucionado y se han fortalecido (Burgos, 2013); sin embargo, sus resultados resultan imperceptibles. Esto hace pensar que si bien las políticas podrían ser las correctas y bien estructuradas, se desconoce el logro de sus objetivos (Badillo, 2012; Velásquez, 2010; Maldonado, 2005).

 

Ejemplo de ello son los PRAE que a pesar de ser establecidos desde el año 1994 a través de la Ley General de Educación, reglamentados el mismo año con el Decreto 1743,y reafirmados con la Política Nacional de Educación Ambiental (PNEA) del 2002, y con la Ley 1594 del 2012; a la fecha su impacto es desconocido.

 

Tales proyectos se plantearon como la forma más efectiva para desarrollar conciencia ambiental de los individuos en el contexto o zona de vida de la IE. Así se podía conservar y proteger la naturaleza, incluso, se podría pensar en nuevas formas o alternativas (Acosta, 2011, 2010). En este sentido, el reto del PRAE es ser un “proyecto de transformación del sistema educativo, reformulando el quehacer pedagógico y didáctico, elaborando modelos para la construcción del conocimiento y colaborando en la formación de nuevos valores y actitudes” (Holguín et al., 2010), a través del reconocimiento y aporte a las problemáticas ambientales, en el marco de diagnósticos participativos ambientales locales, regionales y nacionales, con miras a coadyuvar a la resolución de problemas ambientales específicos de la región donde se halla cada IE.

 

De forma particular en Boyacá, el Comité Interinstitucional de Educación Ambiental de Boyacá (CIDEABOY), en el proceso de formular los programas y proyectos del “Plan Departamental de Educación Ambiental de Boyacá (2015-2025)”, reconoció la escasez de información en cuanto a la EA formal en Boyacá, luego de más de veinte años de implementada la normatividad en Colombia, uno de los pocos departamentos que ha logrado avances en este sentido es Córdoba (Villadiego et al., 2011).

 

Sin pretender desconocer investigaciones como la de Pachón (2011, 2012), Vargas y Estupiñán (2012) y Pulido et al. (2014), o acciones como las de Corpoboyacá, quien acompañó a 434 IE en la incorporación de los PRAE al Plan Educativo Institucional (Corpoboyacá, Plan de Acción 2012-2015), la Secretaría de Educación de Boyacá y Holcim Colombia, esta última en el marco del desarrollo de la responsabilidad social empresarial, quienes coinciden en avances importantes y acompañamiento en varios PRAE del departamento; resulta evidente la necesidad de profundizar en aspectos como coherencia entre la realidad ambiental de las zonas de vida de las IE, así como el desarrollo de metodologías y pedagogías que permitan una correcta formulación y desarrollo de estos proyectos.

 

Lo anterior toma relevancia al ser Boyacá un departamento rico en ecosistemas estratégicos como el páramo; tiene el 18.3 % de los páramos de Colombia (Anaya y Echeverry, 2014) y bosques altoandinos, cuya biodiversidad ha sido bien documentada (Lagos et al., 2006; Cardozo et al., 2005; Aranguren et al., 2004; Márquez, 2003; Rangel, 2000), pero donde prevalece y se acentúa un alto índice de destrucción. Un ejemplo de ello es que entre el 2005 y el 2009 la transformación de los páramos fue de 21.3% (Corso, 2013), dando a entender que, posiblemente, el conocimiento y apropiación de estos ecosistemas no ha permeado de forma contundente en las comunidades educativas que viven inmersas en ellos. Además, si bien estos cambios no corresponden particularmente a acciones escolares, es clara la necesidad de una cultura educativa ambiental, con el fin de que las nuevas generaciones crezcan con una mirada crítica y un sentido de pertenencia más profundo sobre su realidad ambiental.

 

Por lo tanto, en este artículo se presenta un análisis del estado de los PRAE de de Boyacá, sus generalidades, formulación y desarrollo. Generalidades tales como la ubicación -rural, urbana-, resultan relevantes al ser Boyacá un departamento rural casi en un 40% (DANE, 2005); igualmente, la temporalidad que tiene desde su formulación, así como el tiempo que llevan en desarrollo, así como la asignación presupuestal en los dos últimos años (2014-2014). La formulación y el desarrollo se logró según los lineamientos propuestos por Holguín et al., (2010). Por la complejidad metodológica no fue posible una evaluación del impacto de los PRAE, sin embargo, procedimientos como el uso de la matriz de vester se han usado para evaluar el conocimiento de los problemas así como las actitudes de las personas (Pulido et al., 2014).

 

 


 

 

METODOLOGÍA

 

La investigación se realizó en Boyacá (Figura 1), situado en el centro del país, sobre la cordillera oriental de los Andes; localizado entre los 04º39’10’’ y los 07º03’17’’ de latitud norte y los 71º57’49’’ y los 74º41’35’’ de longitud oeste. Cuenta con una superficie que representa el 2.03 % del territorio nacional.

 


 

Dentro de las categorías de análisis estuvieron:

- Generalidades. De cada PRAE se revisó: ubicación de las IE (rural, urbana), fecha de creación e inicio, duración estimada, presupuesto asignado en los últimos años.

- Formulación. Se solicitó información que indica tanto el Decreto 1743, y de forma más específica, aspectos sugeridos por Holguín et al., (2010) en relación con: la descripción de la situación medio ambiental y social de la comunidad, descripción del por qué, el para qué y el cómo se llevará y se desarrolla el PRAE, así como la vinculación de entidades en la formulación del PRAE.

- Desarrollo. Se requirió información sobre: número total de estudiantes y docentes que hay en la IE y los que hacen parte del PRAE; área de los docentes que coordinan su desarrollo; existencia de un comité ambiental escolar que se articula al proyecto, y quiénes lo integran; su vinculación al proyecto educativo institucional (PEI) y actores que hacen parte de su desarrollo.

 

Como población se tuvo en cuenta a las 254 instituciones educativas de Boyacá en donde tiene injerencia la Secretaría Departamental de Educación, sin incluir las principales ciudades (Tunja, Duitama, Sogamoso, Chiquinquirá). Como muestra se tomaron 175 IE (69% de total), puesto que fueron las que enviaron información dentro del tiempo estipulado, lo que garantizó que fuera una muestra al azar.

 

La información se obtuvo a través de la técnica de encuesta, como instrumento se usó el cuestionario con pregunta cerrada; este se construyó de tal forma que era claro lo que pretendía conocer sobre generalidades, formulación y desarrollo de cada PRAE. Se aclaró que al referirse a territorio o zona de vida se designaba a la región donde viven, que es dónde se halla la IE. Posteriormente, se realizó el proceso de tabulación y análisis de la información.

 

 


 

 

RESULTADOS

 

De forma general, se obtuvo una respuesta positiva desde las IE, pues de las 254 IE a quienes se les envió la encuesta, 175 respondieron oportunamente.

 

Generalidades de los PRAE en Boyacá

 

En cuanto al lugar donde se desarrolla el PRAE, se encontró que el 41% se desarrolla en zona urbana y el 37% en zona rural. Cerca del 68% se crearon después del año 2000 (Figura 2), lo que corresponde a la fecha de implementación; se resalta que hasta el año 2000, no eran más de veinte los PRAE creados e iniciados (y puestos en marcha). 

 


 

Referente al presupuesto asignado a estos proyectos en los últimos dos años, se encontró que a 130 IE (74%) no se les asignó ningún recurso; 24 contaron con 1 a 5 millones de pesos, dinero proveniente, en su mayoría, de aportes de las alcaldías.

 

Características clave de la formulación de los PRAE en Boyacá

 

El  58% de las IE tuvieron en cuenta la problemática ambiental de su territorio (T), mientras que el 25% tuvieron en cuenta la de la IE y tan solo el 11% (20 IE) tuvieron en cuenta al T. Sin embargo, del total de las IE, 140 (80%) afirman haber realizado caracterización del territorio; similar resultado se encontró para la delimitación de la situación ambiental de la zona de vida de la IE y para el diagnóstico ambiental del T. Referente a la delimitación del problema, el 90% de las IE indican que sí realizaron delimitación y planteamiento del problema.

 

En cuanto al énfasis del PRAE, se encontró que estos proyectos pretenden trabajar predominantemente en temas como la concientización, el agua, el manejo de residuos sólidos y el reciclaje; en menor medida desarrollan los temas de fauna, paisaje y ecología humana (Figura 3). 

 

 

 

El 95% de las IE (167) indicaron haber realizado una justificación y objetivos generales y específicos del PRAE al momento de formularlo. Un total de 44 PRAE (25%) no incluyó metas, y solo el 57% contemplan indicadores; asimismo, 68 IE (39%) indicó fuentes de verificación. En cuanto a la inclusión de cronograma de actividades, el 93% (163 del total de las IE) respondieron que sí lo contenían.

 

También se indagó por la participación de los docentes y estudiantes en la construcción del PRAE; frente a esto, se encontró que en el 90% de las IE sí participaron los docentes, similar fue el resultado para estudiantes.

 

Aspectos del desarrollo del PRAE

 

Se indagó si a través del PRAE se invitaba a la comunidad educativa (CE) a ser parte activa de la solución a los problemas ambientales de la IE, específicamente se preguntó por la participación de los estudiantes y de los docentes en el PRAE. Estableciendo rangos de porcentajes, se encontró que 77 IE articulan entre el 76 y el 100% de sus estudiantes, y solo 44 IE articulan entre el 0 y el 25%. Sin embargo, al preguntar los grados de los estudiantes que participan el PRAE, se halló que solo el 49% de IE vinculan a niños de todos los grados, seguido por IE que vinculan exclusivamente a estudiantes de básica secundaria y media (34%) (Figura 4).  

 


 

Contrario a los estudiantes, 73 IE vincularon del 0 al 25% de sus docentes al PRAE, seguida por 50 IE, que afirman vincular entre 76 y el 100%. Adicionalmente, las áreas de los docentes que participan son mayoritariamente de ciencias naturales y afines (44%) (biología, agrarias, agropecuarias); además, se encontró que solo el 31% de las IE vinculan a docentes todas las áreas, y en un 24% vinculan a docentes de otras como matemáticas, castellano, inglés, química y otros (Figura 5). 

 

  

 

Articulado a la participación de la CE en el PRAE, se indagó si existía un comité ambiental escolar (CAE), donde se encontró que el 43% de las IE (76) no lo tenía. Otra forma de verificación de la participación de toda la IE en los PRAE, fue a través de la articulación de este proyecto con el PEI; al respecto se halló que el 11% de las IE (19) no tienen incluido el PRAE dentro del PEI.

 

Respecto a otros actores que estaban involucrados en el desarrollo del PRAE, se mencionaron algunos como: las Unidades Municipales de Asistencia Técnica Agropecuaria, Corpoboyacá, alcaldías, empresas de servicios públicos, Secretaría de Educación, la Corporación Autónoma Regional, padres de familia, Corpochivor, Cruz Roja, ESE Salud, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC), Fundación Universitaria Juan de Castellanos, Universidad Santo Tomás, Proyecto Ondas, Holcim Colombia, Comités Técnicos Interinistitucionales de Educación Ambiental (CIDEA) municipales, el SENA, CorpoOrinoquía, ONG Planeta Vivo, Parques Nacionales Naturales, Fundación Ecohumana, Juntas de Acción Comunal, Centro Juvenil Campesino, Red juntos, Epsagro, Cabildo verde, Policía Nacional, comités ambientales, entre otros. Se nombran con mayor frecuencia a la UPTC, a las corporaciones y alcaldías.

 

 


 

 

DISCUSIÓN

 

Generalidades de los PRAE en Boyacá

 

En vista que se encontró un predominio del desarrollo de PRAES en la zona urbana resulta preocupante, puesto que la población de Boyacá es rural en un 49% (DANE, 2005), y se halla en vulnerabilidad por razones como la escasez de los beneficios que provee la naturaleza, y la destrucción de la misma, de la cual, a su vez, depende su economía (Forero, 2002). Frente a esto, se descarta el sesgo posible por reporte de PRAE en las IE de las ciudades principales, pues estas se excluyeron de la investigación.

 

Aunado a lo anterior, el hecho que Boyacá sea rural y que sus ecosistemas como los páramos y los bosques altoandinos se han identificado como frágiles por diversas problemáticas agudizadas en las últimas décadas, le imprime importancia a aspectos como la fecha de la creación e inicio del PRAE. Entonces, conviene cuestionarse por qué luego de 20 años de institucionalizados estos proyectos escolares en las IE de Colombia, lleven, en su mayoría, tan solo 4 años de creados en Boyacá; esto se corrobora con lo hallado en otros estudios (Pulido et al., 2014; Camargo y Chávez, 2010), y evidencia que tan solo pareciera ser un requisito formal ante las secretarías de educación, pero no se denota un compromiso frente a la importancia de mismo.

 

Una de las explicaciones posibles es la falta de claridad en los conceptos, en la contextualización de la realidad local, regional y global, la dificultad para el abordaje pedagógico y en la comprensión de lo que es un problema ambiental (Pérez y Porras, 2011), así como la ausencia de claridad en los lineamientos para su formulación (Holguín et al., 2010). Las implicaciones más profundas serían la reducida contribución a la formación de nuevas generaciones de ciudadanos conscientes, con aptitud, conocimiento, motivación y compromiso para trabajar individual y colectivamente hacia la solución y prevención de los problemas ambientales (Decreto 1743, 1994; Ley 115,1994; Tbilisi, 1977), a través de la participación inmediata de la CE, y a futuro, del establecimiento de una verdadera cultura ambiental.

 

Lo anterior también podría justificarse por la tendencia a la baja y casi nula asignación presupuestal para la ejecución de estos proyectos. En este punto cabe cuestionarse: ¿a quién le corresponde velar formalmente por la cultura en educación ambiental? Por lo tanto, revisar si cada IE y actor, en general, está asumiendo su compromiso. Lo anterior, sin ignorar los apoyos brindados por entidades como Holcim Colombia, Corpoboyacá y Corpochivor, y algunas alcaldías, quienes han invertido en algunos PRAE, pero resulta mínimo su esfuerzo para lo que se requiere en el departamento.

 

Características clave de la formulación de los PRAE en Boyacá

 

Varios aspectos se deben tener en cuenta en la formulación correcta de un PRAE; aquí se consideran algunos de relevancia, como la delimitación de la problemática ambiental de la zona de vida o T donde se encuentra cada IE, por tanto del problema, la caracterización y situación ambiental general y la justificación. La mayoría de las IE afirma haber realizado caracterización ambiental, lo que es la base para una adecuada delimitación de la situación ambiental; sin embargo, cerca de la mitad de las IE tuvieron en cuenta la problemática de la zona de vida o del T que la rodea. En este sentido, podría esperarse que la delimitación y el planteamiento del problema formulado en el PRAE no contengan la realidad de la necesidad ambiental. Las implicaciones de esta situación convergen en que todo lo que derive de un inadecuado diagnóstico, terminará en el mismo sentido.

 

Así, resulta importante que todo PRAE se fundamente no solo en unas bases conceptuales y filosóficas, sino que provenga de un proceso reflexivo a partir del diálogo de diversas disciplinas (Camargo y Chávez, 2010), y de la realidad ambiental de cada T e IE, para evitar “la raíz de una pobreza ecológica” (Jackson, 2000) por la ausencia de un planteamiento que además cuente con enfoque sistémico (Serna, 2007).

 

Lo mencionado podría contrastarse cuando se evidencia el énfasis de los PRAE con la realidad ambiental del departamento. Resulta favorable que el tema privilegiado fue la concientización y el agua, perfectamente coherente con la intencionalidad de estos proyectos escolares (Decreto 1743, 1994; Ley 1549 del 2012), y en general de la EA. Sin embargo, se aprecia que los temas siguientes, y según su grado de importancia, son el manejo de residuos sólidos y el reciclaje; esto implica, posiblemente, que no se realizó una revisión minuciosa de la situación y problemática ambiental tanto de la IE como del T, puesto que el departamento tiene aspectos relevantes para desarrollar en la instancia de EA en lo formal, como lo son la pérdida de ecosistemas estratégicos, recuperación de afluentes hídricos, flora y fauna, entre otros, que competen a prácticamente todas las zonas de vida donde se hallan las IE. 

 

Adicionalmente, aunque prácticamente todos afirman contar con una justificación, podría pensarse que ésta no cuenta con lo que realmente requiere la naturaleza cercana a su IE; en suma, quedarían sin fundamento ambiental en cuanto al por qué, para qué y cómo se proyecta el PRAE.

 

La ambigüedad planteada implica la necesidad de revisar a detalle los documentos de formulación del PRAE, pues se logró evidenciar por Pulido et al., (2014) y a través de cuatro documentos de formulación PRAE, que no se cuenta con la justificación de estos proyectos acorde con la realidad ambiental de cada municipio y zona de vida de las IE.  

 

Adicionalmente, una correcta formulación de cualquier proyecto debe apreciar metas, indicadores y cronograma; sin embargo, la cuarta parte de los PRAE de las IE de Boyacá no tiene metas y casi la mitad no cuenta con indicadores, lo que implica que se desconoce cómo se van a lograr y a medir los avances, sin lo cual queda imposible hacer mejoras y ajustes a futuro. Por el contrario, casi la totalidad indican tener un cronograma definido, pero las actividades posiblemente no estén permitiendo el logro de los objetivos, tanto del PRAE como de la EA (Bermúdez y DeLonghi, 2012, Torres, 2010).

 

En cuanto a la participación de docentes y estudiantes, de una parte,se indica que gran porcentaje de estudiantes y docentes hizo parte de la formulación; sin embargo, esta respuesta es cuestionable, puesto que la investigación de Pulido et al., (2014) evidencia que el proyecto fue construido solamente con un docente y el rector, lo que sería otro obstáculo para el éxito del PRAE. El ideal es contar con un diagnóstico ambiental participativo de toda la CE (estudiantes, docentes, personal administrativo, directivos, familia, vecinos), que visibilicen experiencias ambientales previas (Pérez y Porras, 2011; Camargo y Chávez, 2010; Holguín et al., 2010). Asimismo, la formulación requiere acompañamiento o asesorías de otras instituciones, por ejemplo las de educación superior, estrategia que ha funcionado en otras IE (Pachón, 2012; Guerra, 2002; Santoyo, 1998).

 

Aspectos del desarrollo del PRAE

 

El desarrollo del PRAE, al igual que su formulación, requiere de la participación plena de todos los actores de la CE. Para las IE de Boyacá, la vinculación estudiantil al PRAE estuvo poco representada, contrario a lo que debería ser; si bien la mayoría de las IE involucran a estudiantes de todos los grados, varias incluyen solo a los de básica secundaria y media. En consecuencia, se esperaría que sean pocos los niños que logren hacer realidad en su vida una EA real, por tanto, una vez más se cuestiona la cultura ambiental promovida desde los PRAE en Boyacá.

 

La participación de la población docente en el desarrollo del PRAE en las IE en Boyacá fue negativa. La mayoría de IE tan solo vinculan hasta el 25% del total de docentes, lo que se complejiza al ser más representativos los docentes de las áreas de ciencias naturales, biología y agrarias. Sus implicaciones son la escasa interdisciplinariedad y transversalidad del PRAE dentro del currículo.

 

Al respecto, Hungerford et al. (1994), señalan una propuesta de currículo de EA escolarizada que incluya conocimientos conceptuales del ambiente y de la sociedad y su interrelación, que permitan reconocer las problemáticas y posterior, hacer planteamientos y acciones. Fortier et al., (1998), propone el siguiente orden en el currículo: preguntas, análisis, conocimiento de procesos y sistemas ambientales, habilidades de investigación, toma de decisiones y acción, para finalizar en una responsabilidad personal y cívica. Este tipo de guías integraría el PRAE, el PEI y el currículo, con interdisciplinariedad de asignaturas y la integración de la CE, y no solo un grupo determinado de estudiantes y docentes, estos últimos que además, puede que no cuenten con la capacitación para tal fin (Torres, 2010).

 

Afortunadamente, la mayoría de las IE afirman que sí articulan el PRAE con el PEI; lo preocupante es que no se evidencia su impacto, debido, posiblemente, a que la mayoría de los PRAE son muy recientes y a la baja participación de docentes y estudiantes.  Los efectos del distanciamiento entre el PEI y el PRAE, si es que así fuera, sería la carencia de procesos pedagógicos (Pachón, 2012; Maldonado, 2005), baja integración del PRAE en todas las sedes de la IE (Pachón, 2012), y poca capacitación a todo el personal docente sobre la cultura ambiental (PNEA, 2012).

 

De otra parte, la participación de la CE en los PRAE de Boyacá también se apreció limitada en lo referente a la existencia de los CAE. De esta forma, resultan pocos los actores que propiamente se articulan con el proceso educativo ambiental. Lo anterior se reafirma frente a la PEA (2012), la que sugiere que todos los actores del sistema educativo tengan espacio de diálogo y participación, preferiblemente, por motivación personal en su identidad con el ambiente en el que vive. Al respecto, una investigación particular indica que el PRAE sí invita a toda la CE a ser parte activa del proceso ambiental de la IE, pero las actividades propuestas y realizadas en la metodología no reflejan el interés del PRAE ni de la EA (Pulido et al., 2014).

 

A pesar de lo mencionado, resulta importante que la mayoría de las IE nombran una diversidad de actores involucrados en el desarrollo del PRAE, cuya participación juega un rol importante en cuanto a apoyar la formulación y desarrollo del PRAE, así como el acompañamiento en la búsqueda del logro sus objetivos; lo contrario sería una actividad poco participativa (Torres, 2011; Camargo y Chávez, 2010). Por ejemplo, desde la formulación, la gama de problemas indicados por todos los actores de la CE aportarían significativamente al diagnóstico ambiental; de esta forma, se tendría una lectura complementaria y crítica de contexto, por tanto, un punto de partida fundamental para el reconocimiento de las dinámicas naturales y socioculturales en las que se dinamiza la problemática, la construcción de referentes asociados a las formas de relación de los actores y los escenarios desde los cuales es factible actuar en la búsqueda de soluciones pertinentes, con base en la praxis de la ecología social que orienta a las futuras generaciones en su interacción con el ambiente (Gudinas y Evia, 1995).

 

Al respecto, las universidades actuarían en la formulación, el desarrollo y el impacto. Instituciones como el Estado (por ejemplo, alcaldías y diversas secretarías), deberían acompañar en la asignación de tiempos y recursos a cada proyecto, máxime en su compromiso educativo ambiental hacia el logro de nuevas generaciones de ciudadanos. Las corporaciones autónomas regionales, por su parte, tienen la función de hacer veeduría del desarrollo de los diferentes aspectos de los PRAE, así como su articulación con los comités municipales de educación ambiental. Igualmente, resulta clave la participación activa de organizaciones privadas y de la sociedad civil del T donde se encuentra cada IE, para aunar esfuerzos y converger en un verdadero cambio cultural ambiental.

 

Finalmente, si bien esta investigación no involucró conocer el impacto del PRAE en Boyacá, es importante reconocer la importancia de una congruencia entre los problemas ambientales prioritarios de la zona de vida de cada IE, según la participación y aporte de cada actor de la CE y las actuaciones de esta respecto a los problemas, con un resultado debería ser un impacto positivo. Se han evidenciado inconsistencias entre la realidad ambiental de los territorios y lo que perciben, por ejemplo, los estudiantes y los docentes (Pulido et al., 2014). Dicha situación cuestiona el proceso educativo ambiental adelantado por las IE, el cual debe facilitar procesos para reconocer el entorno ambiental local desde las aproximaciones conceptuales y proyectivas (Pérez y Porras, 2011; Ardila, 2007), asunto que es una deuda consolidar, pero que por lo revisado se podría predecir que no se proyecte positivo.

 

 


 

 

CONCLUSIONES

 

En cuanto a las generalidades, se encontró que los PRAE de las IE de Boyacá se realizan prioritariamente en zonas urbanas, lo que no concuerda con que la mitad de la población de Boyacá vive en zonas rurales, que son además las que tienen mayores problemas ambientales.

 

La mayoría de estos proyectos se han formulado en los últimos 4 años, aun cuando se implementaron hace más de 20, lo que indica que han sido tan solo una formalidad, pero sin un impacto fuerte en una cultura ambiental ciudadana. Dentro de las posibles explicaciones, una podría estar en la asignación presupuestal que resultó prácticamente nula, por tanto cuestiona a los actores que tienen esta responsabilidad. Además, si bien los PRAE cuentan con una caracterización de la situación ambiental y la justificación, pocas revisaron en detalle lo que ocurría en el territorio y las zonas de vida de las IE, por ende, la delimitación de la problemática ambiental y el planteamiento del problema no resultan acordes con la realidad, razón por la cual se cuestiona el cómo se espera que resulte todo lo que se derive de ello. Al respecto, resultó importante que la concientización fue el tema de mayor interés, consecuente con la política de la EA, sin embargo persisten los temas como manejo de residuos sólidos y reciclaje, no concordantes con la generalidad de la problemática ambiental de Boyacá. Adicionalmente, la formulación de los PRAE de las IE de Boyacá no tiene metas e indicadores claros, por tanto, resulta complejo hacer seguimiento y ajustes, que podrían estar incluidos en el cronograma de actividades, los que sí aparecen en la mayoría de PRAE de las IE.

 

De otra parte, tanto la formulación como el desarrollo de los PRAE contaron con la participación de docentes y estudiantes, sin embargo, su representación resultó escasa. La participación docente, además de ser limitada, se restringía en su mayoría a áreas relacionadas con las ciencias naturales, por ende, con una consecuente baja transversalidad y participación en el currículo, contradictorio con la afirmación desde las IE, de que estos proyectos sí están articulados a los PEI. En cuanto a los estudiantes, no se vincula a toda la población, lo que podría estar dando cuenta de un mínimo impacto del propósito último de la EA en este nivel de formación, y en general, de consolidar una nueva generación de ciudadanos con una fuerte cultura ambiental.

 

En el desarrollo también se encontró una limitada articulación con los comités ambientales escolares, sin embargo se aprecian incoherencias, pues lo reportado por las IE y la literatura consultada, reporta el acompañamiento de diversos actores en su formulación y desarrollo.

 

Finalmente, esta investigación evidencia la necesidad de un programa y proyectos específicos para la educación ambiental escolar en Boyacá, donde toda la institucionalidad asuma su responsabilidad independiente y en conjunto frente al acompañamiento y participación directa o indirecta, no solo a la formulación, el desarrollo y al impacto de los PRAE, sino con la intención de poder visualizar a futuro cercano y lejano la naturaleza del departamento, verdaderamente acorde con el respeto, la responsabilidad y la restauración, prácticas socioculturales propuestas desde el buen vivir necesarias de realizar en toda institución educativa.

 


 

AGRADECIMIENTOS

 

La autora expresa sus agradecimientos a Julián Pulido Rojas y a Alexander García Rodríguez, trabajadores sociales, por su colaboración en la tabulación de los datos. Igualmente a Blanca Ibáñez Cruz, funcionaria de la Secretaría de Educación de Boyacá. Finalmente, expreso agradecimientos a todos los integrantes del Comité Técnico Interinstitucional de Educación Ambiental de Boyacá (CIDEABOY), por la oportunidad de realizar esta investigación.

 

 


 

 

REFERENCIAS

 

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1.    Magíster en Ciencias Biológicas, Universidad de Chile. Docente-Investigadora, Centro de Investigación, Facultad de Educación, Fundación Universitaria Juan de Castellanos. Integrante del Comité Técnico Interinstitucional de Educación Ambiental de Boyacá. Correo electrónico: This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.. orcid.org/0000-0002-1799-5791

 

 

 


 

 

Para citar este artículo: Burgos-Ayala, A. (2017). Estado de los proyectos ambientales escolares en Boyacá. Luna Azul, 44, x-x. DOI: 10.17151/luaz.2017.44.4. Recuperado de http://200.21.104.25/lunazul/index.php?option=com_content&view=article&id=219

 

 


 

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SUSTENTABILIDAD Y VARIABILIDAD CLIMÁTICA: ACCIONES AGROECOLÓGICAS PARTICIPATIVAS DE ADAPTACIÓN Y RESILIENCIA SOCIOECOLÓGICA EN LA REGIÓN ALTO-ANDINA COLOMBIANA1

 

Álvaro Acevedo-Osorio2

Arlex Angarita Leiton3

Mónica Viviana León Durán4

Karen Lorena Franco Quiroga5

 

Recibido el 17 de mayo de 2015, aprobado el 29 de octubre de 2015 y actualizado el 6 de diciembre de 2016

 

DOI: 10.17151/luaz.2017.44.2

 

RESUMEN

 

La variabilidad climática constituye en la actualidad uno de los principales factores de riesgo para la agricultura y la seguridad alimentaria mundial. Los ecosistemas más vulnerables en Colombia son los que se ubican en la zona alto-andina donde miles de familias campesinas se dedican a la agricultura en pequeña escala. Los programas enfocados a adaptar la agricultura a la variabilidad climática no se apoyan suficientemente en el conocimiento local ni motivan a las comunidades para la acción. Esta investigación propuso un análisis de la relación entre sustentabilidad y adaptación a la variabilidad climática, reconociendo de manera participativa los principales factores de riesgo para la sustentabilidad de la agricultura a partir de indicadores y analizando la efectividad de planes de mejora en la capacidad adaptativa de la agricultura alto-andina. Se desarrolló como un estudio de caso con 13 productores familiares vinculados a la Asociación Red Agroecológica Campesina de Subachoque, en 3 fases: a) creación de un marco de análisis sobre los principales factores de riesgo para la agricultura; b) evaluación de la sustentabilidad a partir de indicadores propios y c) implementación de planes para aumentar la capacidad adaptativa de la agricultura. La evaluación realizada en dos momentos diferentes demostró mejora en los 9 indicadores generados, de forma que la implementación de las acciones para mejorar la sustentabilidad influyeron positivamente sobre la capacidad de las fincas para adaptarse a los riesgos de la variabilidad climática. Las estrategias agroecológicas implementadas mejoraron la resiliencia socioecológica de los agroecosistemas manejados por agricultores familiares, aumentando la posibilidad de que respondan mejor ante cualquier escenario de cambio ambiental.

 

PALABRAS CLAVE

 

Sustentabilidad, adaptación de la agricultura, variabilidad climática, agroecología.

 

SUSTENTABILITY AND CLIMATE VARIABILITY: PARTICIPATORY AGROECOLOGYCAL ACTIONS TO ADAPTATION AND SOCIO-ECOLOGICAL REESILIENCE IN THE COLOMBIAN HIGH- ANDEAN REGION

 

ABSTRACT

 

Climate variability constitutes actually one of the main risks to agriculture and food security in the world. The most vulnerable ecosystems in Colombia are located in the high region of the Andeans where thousands of families farming lives from agriculture in small scale. The programs aimed to adapt the agriculture to climate variability do not take into account the local knowledge; neither motivates communities to action. This research proposed an analysis of the relationship between sustainability and agricultural adaptation to climate variability in a participatory way, recognizing the main risk factors to agriculture sustainability using indicators and analyzing the effectiveness of improving plans to the agricultural adaptation capacity in the high-Andeans. It was developed as a study case with 13 farmers linked to the Agro-ecological Farming Net Association of Subachoque. 3 phases were developed: a) the creation of a framework regarding the main the risks factors to the agriculture; b) sustainability appraisal based on own indicators and c) implementation of plans to increase the agricultural adaptation capacity. The appraisal developed in 2 different moments showed improving in the 9 indicators suggesting that the implementation of actions to the sustainability of farming positively influenced on the farms capacity to face the risks of the climate variability. The agro-ecological strategies implemented, improving the socio-ecological resilience of agro-ecosystems managed by family farmers, increasing the possibility that they better responding to any scenario of environmental change.

 

KEY WORDS

 

Sustentability, agricultural adaptation, climate variability, agroecology.

 

 


 

 

INTRODUCCIÓN

 

El cambio climático global expresado en la variabilidad climática local y regional, constituye en la actualidad uno de los principales factores de riesgo para la agricultura y la seguridad alimentaria mundial. Diversos estudios predicen que la temperatura global se incrementará entre 1,4-5,8 grados centígrados, mientras que la precipitación decrecerá cerca de 20% en el próximo siglo afectando seriamente las regiones áridas y semiáridas del mundo; como consecuencia habrá una sustancial reducción de agua dulce y en la producción agrícola hacia finales del siglo XXI (Misra, 2014).

 

El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, 2007) estima que los principales riesgos asociados al cambio climático en los países andinos son el estrés de agua, la pérdida de biodiversidad y una mayor frecuencia de eventos hidrometereológicos extremos. En Colombia los ecosistemas más vulnerables son los que se ubican en las zonas altas de las cordilleras de los Andes (Boshell, 2010) donde miles de familias campesinas se dedican a una agricultura de pequeña escala.

 

Los efectos de la variabilidad climática serán especialmente severos en comunidades rurales de países menos desarrollados cuyos ingresos dependen fundamentalmente de la agricultura, además de estar técnica y financieramente menos dotados para adaptarse a situaciones cambiantes (Seaman, Sawdon, Acidri & Petty, 2014). Se estima que el 47% de las áreas de economía campesina en Colombia podrían recibir alto y muy alto impacto por reducciones de lluvia en el período 2011 a 2040 (PNUD Colombia, 2011), situación especialmente delicada para el país si se tiene en cuenta que la agricultura campesina es responsable del 60% de la producción agrícola nacional con el 62% del área agrícola total; así mismo, los campesinos tienen el 70% de los predios dedicados a la ganadería y el 14% del hato nacional (Forero, 2010).

 

Dos alternativas básicas se emplean para enfrentar los efectos del cambio climático que representan respuestas basadas en constantes ajustes socioambientales (Lahsen et al., 2010; Zimmerer, 2010): la adaptación busca, mediante una respuesta intuitiva (Meinke et al., 2009), fortalecer capacidades para que los agricultores convivan con las diversas manifestaciones de variabilidad climática; lluvias excesivas, sequías intensas o fuertes huracanes; por su parte, la mitigación tiene una perspectiva de largo plazo y busca disminuir las causas del cambio climático a través del rediseño de los sistemas productivos y sus correspondientes cadenas de distribución y consumo de alimentos para disminuir las tasas de emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y aumentar significativamente la captura del carbono (Zimmerer, 2010; Ríos, Miranda & Vargas, 2011).

 

Los impactos de la variabilidad climática tienen características locales y, por lo tanto, no hay una estrategia de adaptación de la agricultura que sea única o aplicable en diversas escalas territoriales. En ese sentido, se debe evaluar la vulnerabilidad de cada sistema de producción en función de la amenaza, teniendo en cuenta que si el sistema de producción está bien adaptado ante la variabilidad natural del clima, hay una alta probabilidad de que responda bien ante cualquier escenario de cambio ambiental. Por consiguiente, en agricultura es más factible la reducción de la vulnerabilidad que la reducción de la amenaza (mitigación), para una adecuada adaptación ante la variabilidad climática (Boshel, 2010).

 

Los estudios relacionados a la variabilidad climática siguen dos tendencias generales, los que se enfocan en diagnosticar el impacto potencial y las consecuencias futuras evaluando distintas estrategias de adaptación mediante modelos de simulación (Crane, Roncoli & Hoogenboom, 2011), y los que evalúan en campo diversas estrategias adaptativas para enfrentar las contingencias del clima y minimizar los riesgos afianzados en condiciones reales de las comunidades rurales.

 

Los estudios a partir de modelos de simulación no son adecuados para abordar los análisis de alternativas frente a la variabilidad climática, por cuanto aíslan los factores sociales que la pueden determinar, mientras que el enfoque de adaptación centrado en la comunidad (Crane et al., 2011) permite comprender la racionalidad de las comunidades rurales para hacer frente a la crisis climática que les afecta.

 

En general, los programas relacionados con la adaptación no toman en cuenta el punto de vista de los agricultores (Seidl, Morales, Arriola, & Evangelista, 2011), siendo escasos los esquemas de evaluación que se apoyen en el conocimiento local o que motiven a las comunidades locales para la acción (Rogé & Astier, 2013).

 

El presente estudio propuso un análisis de la relación entre sustentabilidad y adaptación a la variabilidad climática mediante un estudio de caso que buscó reconocer de manera participativa los principales factores de riesgo para la agricultura, evaluar la sustentabilidad y capacidad adaptativa a partir de indicadores y analizar la efectividad de planes de mejora en la capacidad adaptativa de la agricultura alto-andina en una asociación de productores agroecológicos en Subachoque (Cundinamarca, Colombia).

 

Agroecología, sustentabilidad y resiliencia socioecológica

 

No existe una sola definición de agroecología. Se pueden identificar al menos dos grandes tendencias (Acevedo & Angarita, 2013). La corriente ecologista la entiende como una ciencia creada para comprender, desde el punto de vista ecológico, las relaciones que se establecen entre los componentes de un agroecosistema, se centra en el estudio de las interacciones entre el medio natural y la producción agropecuaria (Altieri, 1995; Gliessman, 2002). La segunda corriente, basada en el enfoque de sustentabilidad, aborda la agroecología como un enfoque interdisciplinario para una agricultura sustentable; reconoce el aporte social y cultural de los agricultores tradicionales y se sustenta en el aporte del conocimiento tradicional preindustrial para la construcción de una agricultura que asegure tanto el cuidado ambiental como la justicia social y viabilidad económica (Guzmán, González & Sevilla, 2000; Sevilla-Guzmán, 2006).

 

Diversos estudios plantean que la combinación de prácticas tradicionales de los sistemas de manejo y estrategias agroecológicas puede constituir una ruta factible para incrementar la productividad, la sostenibilidad y la resiliencia de los sistemas socioecológicos (Altieri & Nicholls, 2013).

 

Por sistema socioecológico se entiende a aquel conformado en la interacción sociedad-naturaleza (Anderies, Janssen & Ostrom, 2004). Un sistema socioecológico es sustentable cuando alcanza un estado socialmente deseable y ecológicamente posible y es insustentable si sufre un cambio que genera un estado socialmente indeseable prolongado o tiende a agotar la capacidad de carga de los ecosistemas de los que depende (Salas-Zapata, Ríos-Osorio & Álvarez-Del Castillo, 2012). La capacidad adaptativa en un sistema socioecológico implica un balance o ajuste entre las actividades humanas y las dinámicas de los ecosistemas de manera que no se generen transformaciones que lleven al sufrimiento humano prolongado (Anderies et al., 2004; Salas-Zapata et al., 2012). En tanto enfoque metodológico y conceptual para alcanzar una forma de agricultura sustentable, la agroecología propende por mejorar la resiliencia socioecológica en los agroecosistemas (Ríos-Osorio, Salas-Zapata & Espinosa-Alzate, 2013).

 

La resiliencia se refiere la capacidad del sistema de retornar a un estado de equilibrio o mantener el potencial productivo después de sufrir perturbaciones graves (Masera, Astier & López-Ridaura, 1999); por ejemplo, perturbaciones ambientales como huracanes, incendios o inundaciones; perturbaciones económicas, como caídas drásticas de los precios del mercado o pérdida de mercados. Un sistemas socioecológico puede sobreponerse de dichas alteraciones y encontrar diferentes puntos de equilibrio reorganizándose a partir de cambios adaptativos (Ríos-Osorio et al., 2013).

 

Si bien las estrategias agroecológicas aumentan la resiliencia ecológica de los sistemas agrícolas, estas por sí solas no son suficientes para alcanzar la sustentabilidad; se hace necesario potenciar al mismo tiempo la resiliencia social, es decir, la capacidad de las comunidades para adaptarse frente a alteraciones causantes de estrés, sean sociales, políticas o ambientales (Altieri & Nicholls, 2013).

 

 


 

 

METODOLOGÍA

 

El estudio fue desarrollado con 13 productores familiares vinculados a la Asociación Red Agroecológica Campesina (ARAC) de Subachoque, Cundinamarca, localizada en la región alto-andina colombiana a 2800 msnm de altura, con 13,5°C de temperatura y una precipitación de 865 mm en promedio, zona de vida clasificada como Bosque Húmedo Montano (Holdrige, 1987).

 

La ARAC busca el buen vivir de sus integrantes mediante la aplicación de prácticas agroecológicas de producción, así como estrategias que fortalezcan sus redes familiares y comunitarias en armonía con el medio ambiente (Acevedo & Angarita, 2013). Los agricultores asociados a la ARAC se dedican hace 3 años a la producción agroecológica de hortalizas, frutos y derivados lácteos para su mercadeo en Bogotá, ubicado a 45 kilómetros de distancia (Tabla 1).

 

 

 

La investigación se desarrolló como estudio de caso en 3 fases: a) creación de un marco de análisis sobre los principales factores de riesgo para la agricultura (2012); b) evaluación de la sustentabilidad (y capacidad adaptativa) a partir de indicadores propios (2013) y c) implementación de plan de mejoras de la capacidad adaptativa de la agricultura (2013-2014).

 

Esta investigación dio continuidad a una anterior desarrollada por los investigadores en la misma asociación (Acevedo & Angarita, 2013). El procedimiento metodológico se basó en las metodologías de marcos de análisis FESLM de la FAO (Smyth & Dumanski, 1993); el marco teórico para la definición de indicadores de sustentabilidad del IICA-GTZ (Hünnemeyer, De Camino & Müller, 1997) y el MESMIS creado por el grupo GIRA (Masera et al., 1999).

 

A partir de la consideración de que tanto la vulnerabilidad como las respuestas adaptativas están vinculadas a múltiples factores socioeconómicos, político-institucionales, tecnológicos o ambientales y no solo a la variabilidad climática (Altieri, 2013), el marco de análisis y los indicadores construidos en el presente estudio tomaron como referencia la sustentabilidad y capacidad adaptativa como los referentes conceptuales.

 

Los indicadores propuestos fueron de tipo cuali-cuantitativo y para la evaluación fue construida una escala a partir de Lovell et al. (2010) que estandariza las variables asignando una valoración entre +2 y -2 para determinar si la contribución del indicador a la sustentabilidad y adaptabilidad del agroecosistema es positiva o negativa para la característica que está describiendo.

 

 


 

 

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

 

El marco de análisis para detectar riesgos para la sustentabilidad y adaptabilidad de los sistemas productivos de la ARAC ordenó los riesgos percibidos por los propios agricultores en una matriz de doble entrada con 5 dimensiones y 5 atributos del sistema productivo (Tabla 2). Los principales riesgos señalados en lo productivo se refieren a la baja productividad de las fincas, el uso de agroquímicos que aún persiste en varias fincas a pesar del cometido organizacional del no uso de estos insumos, y la debilidad en la planificación de la producción que hace frágil la presencia en los mercados de manera permanente.

 

En lo ambiental se destacan riesgos referidos a la calidad de los suelos, tanto por su baja fertilidad, sus bajos contenidos de materia orgánica como por los procesos erosivos que reducen la producción. La pérdida de semillas propias y alta dependencia de semillas certificadas del mercado convencional para la producción hortícola así como la escasez del recurso agua para la producción agropecuaria.

 

Los riesgos socioculturales se centran en bajo nivel de autosuficiencia alimentaria por una producción más enfocada al mercado, baja participación en las actividades de la asociación por parte de algunos de sus miembros, poca capacitación e investigación para la innovación productiva y baja incidencia ante consumidores externos.

 

 

Finalmente, en la dimensión financiera los agricultores resaltan como los principales riesgos la baja rentabilidad de su actividad productiva, presencia no constante en el mercado con los productos ofertados por la deficiencia en la planificación de las siembras de manera coordinada entre los asociados, así como la necesidad de ampliar el mercado para algunos de estos productos más abundantes.

 

La totalidad de dimensiones y atributos representadas en la matriz, quedaron relacionados en uno o varios de los riesgos mencionados, se percibe cómo unos riesgos están relacionados con otros, por ejemplo la baja fertilidad del suelo tiene incidencia en la baja productividad y baja rentabilidad; la dificultad en la planificación de la producción incide en la oferta no permanente de productos para el mercado, o la poca investigación e innovación tecnológica en la persistencia del uso de algunos agroquímicos. También, es importante resaltar que los riesgos no son diagnosticados solo para una dimensión, sino que además se entretejen en las cinco dimensiones del estudio, corroborando la necesidad de que estos análisis se hagan desde un enfoque complejo y multidimensional ya que la vulnerabilidad de la agricultura depende tanto del desarrollo del capital natural como del social (Altieri & Nicholls, 2013).

 

La construcción del marco de análisis para detectar riesgos para la sustentabilidad y adaptabilidad de los sistemas productivos constituye sin duda el paso más importante del proceso metodológico participativo; un marco de análisis puede ayudar a definir los mayores riesgos para que los propios agricultores puedan trabajar sobre ellos de manera prioritaria, así, los conceptos de sustentabilidad y adaptabilidad se construyen a nivel local desde los puntos de vista, aspiraciones y necesidades de los actores locales; esto ratifica la idea de que es imprescindible construir marcos de análisis específicos para cada contexto socioeconómico específico (Kumaraswamy, 2012).

 

Aunque muchas metodologías de evaluación de sustentabilidad se basan en diversos indicadores sugeridos al azar, muchas veces por actores externos a la comunidad; evaluar el estado del sistema productivo implica mucho más que construir listados de indicadores (Masera et al., 1999); en tal sentido, cobra importancia el uso de marcos de análisis (Smyth & Dumanski, 1993; Hünnemeyer et al., 1997; Masera et al., 1999) como sustento para la construcción de indicadores coherentes.

 

Con la priorización de los riesgos detectados por los agricultores se determinó un conjunto de 9 indicadores apropiados a las condiciones de la agricultura practicada por socios de la ARAC. Este conjunto de indicadores representa los aspectos más relevantes para mejorar la sustentabilidad y adaptabilidad de los sistemas de manejo, reduciendo la vulnerabilidad frente a la variabilidad climática y otros factores que pudieran alterar la estabilidad del sistema productivo.

 

La Tabla 3 muestra los resultados de dos evaluaciones de los sistemas productivos a partir de los 9 indicadores realizados. Los valores positivos denotan indicadores que aportan a la sustentabilidad y adaptabilidad de la agricultura, mientras que los valores negativos indican afectación a las mismas. A partir de los resultados de la primera evaluación, se adelantaron acciones en cada finca que condujeran a un mejor desempeño de los indicadores para las evaluaciones posteriores; la segunda evaluación da cuenta de las variaciones generadas por la implementación de los planes de acción en cada finca en un lapso de un año.

 

El manejo del agua constituye una de las más importantes acciones adaptativas para enfrentar riesgos del cambio climático, especialmente cuando se trata de sequías prolongadas. En el caso de Subachoque esta condición es especialmente importante dada la baja precipitación y la necesidad permanente de irrigación a cultivos hortícolas que son altamente dependientes de humedad superficial. El indicador pasó de un estado de afectación a la sustentabilidad y adaptabilidad del sistema a uno de contribución leve. Las acciones desarrolladas para su mejoramiento incluyen sistemas de irrigación en pequeña escala, adecuación de reservorios de agua y descontaminación de aguas grises.

 

La transición del uso de semillas certificadas a semillas locales adaptadas a las condiciones de la región, constituye uno de los principales obstáculos para la implementación de la propuesta agroecológica en la ARAC. Un cambio importante se ha generado con la introducción a la rutina productiva de especies mejor adaptadas como el yacón (Smallanthus sonchifolius) y un proceso de adaptación de semillas que anteriormente no se producían en la zona como cilantro (Coriandrum sativum), papa (Solanum tuberosum), espinaca (Spinacia oleracea) y algunas lechugas (Lactuca sativa). Aunque la dependencia de semillas externas sigue siendo predominante, este fue uno de los indicadores que marcó una mejora estadísticamente representativa respecto a la primera evaluación.

 

 

La arborización constituye una de las propuestas importantes para fortalecer la biodiversidad funcional de los sistemas de cultivo (Altieri & Nicholls, 2007) en las fincas de la ARAC. Especies como el trompeto (Bocconia frutescens), acacia negra (Gleditsia triacanthos), arboloco (Smallanthus pyramidalis), aliso (Alnus acuminata), sauco (Sambucus nigra), entre otras propios de la zona alto-andina, permiten generar interacciones importantes entre los diversos componentes del agroecosistema incentivándose servicios ambientales importantes como la activación de la biología del suelo, el ciclo de nutrientes, la acción natural de predadores sobre parásitos de los cultivos, entre otras. El interés por la arborización está fundamentado en la conveniencia de complejizar la estructura del agroecosistema ya que una estructura simplificada lo hace más vulnerable a un evento de variación climática (Altieri & Nicholls, 2007; Rogé & Astier, 2013).

 

Aunque la arborización fue propuesta en este estudio como indicador adaptativo al cambio climático, futuros estudios deben integrar el análisis de la mitigación al cambio climático que genera esta acción por la captura de carbono tanto en la materia orgánica que se almacena en el suelo como en la masa arbórea (Hernández et al., 2011); el análisis debería contabilizar la cantidad de carbono total que estos sistemas agroecológicos diversificados pueden capturar y almacenar por largos períodos de tiempo, reduciendo la cantidad de carbono liberado a la atmósfera causante del calentamiento global (Molinet, Álvarez, González, Damas & Ruiz, 2011).

 

En cuanto al indicador de estabilidad y fertilidad del suelo, los agricultores dieron prioridad a las prácticas dirigidas a conservar el suelo y mejorar su fertilidad previendo la erosión. Las acciones adelantadas incluyeron capacitación en campo e implementación de prácticas como conservación de suelos de ladera, uso del agronivel para trazos en curvas a nivel, adecuación de terrazas, labranza mínima y labranza cero, elaboración de abonos orgánicos tipo compostaje y cultivos de microrganismos locales para favorecer el proceso de descomposición aeróbica de la materia orgánica; todas estas prácticas de fácil comprensión y aplicación por parte de los agricultores.

 

El indicador de rentabilidad demostró un incremento, resultado del efecto sinérgico de los indicadores ya analizados que condujeron en su totalidad a un mejor desempeño ambiental y productivo del sistema (resiliencia ecológica); sin embargo, la rentabilidad no hubiera mejorado sin una mejora en la resiliencia social como se detallará en los indicadores siguientes.

 

La participación y trabajo en red constituyen indicadores enfocados hacia la resiliencia social (Altieri & Nicholls, 2013). La ARAC fue creada por iniciativa de los propios agricultores que, interesados en generar una mejor relación con la naturaleza así como mejores condiciones de vida para sus familias y la comunidad, iniciaron un proceso organizativo que se ha mantenido por más de 3 años. Parte de su interés es un liderazgo compartido que asegure la continuidad de su misión organizativa a futuro, prioridad que queda expresada en este indicador que promueve la participación activa y genuina de todos los asociados en las actividades productivas, formativas, de comercio e integración que promueve la ARAC. Esta resiliencia social expresada en el trabajo constante por fortalecer su organización, contribuye al mismo tiempo con la resiliencia de los agroecosistemas (Altieri & Nicholls, 2013) en el sentido de que tanto los análisis de riesgos como la generación de mejores estrategias adaptativas, se facilitan y fortalecen en el trabajo colectivo.

 

La investigación local constituye uno de los efectos importantes del trabajo en red. Para los socios de la ARAC investigar significa poner los conocimientos de cada actor al servicio de los demás; construir juntos mejores alternativas productivas frente a los problemas que detectan e innovar juntos a partir de sus propias experiencias. Diversas iniciativas en investigación campesina para la adaptación de la agricultura a la variabilidad climática han demostrado su efectividad para el diseño, construcción, implementación y evaluación de tecnologías locales mediante metodologías participativas. En Cuba, los Centros Locales de Innovación Agropecuaria constituyen una de estas iniciativas a escala local que integran agricultores y técnicos trabajando juntos para enfrentar la vulnerabilidad de la agricultura (Miranda, Sánchez, Sánchez, Lamela & Álvarez, 2011). Los procesos en desarrollo de integración de conocimiento científico integrado al local facilitan grupos de aprendizaje así como el apoyo a la generación de capacidades comunitarias para prepararse hacia la adaptación de la agricultura (Kettle et al., 2014).

 

Nuevos retos de investigación asociados a la variabilidad climática incluyen la generación de alternativas frente a la aparición de nuevas plagas y enfermedades, manifestación de otras ocasionales que se convierten en habituales, incremento de arvenses, reducción de reguladores naturales y disminución de la efectividad de métodos convencionales de control, etc. (Vázquez, 2011).

 

El indicador de planificación de la finca responde a la necesidad de regular las funciones ambientales y productivas del sistema optimizando el potencial que tiene y atendiendo a la necesidad de proteger áreas desgastadas o relictos ecosistémicos de importancia estratégica para la unidad productiva; pero al mismo tiempo, la planificación tiene el objetivo de responder oportunamente a la demanda del mercado coordinando las aspiraciones y posibilidades de cada socio de la ARAC para el mercadeo de sus productos.

 

El último indicador, mercadeo justo, refiere al fortalecimiento de la relación directa entre productores de la ARAC y consumidores de una red creada en Bogotá que adquiere los productos agroecológicos bajo la modalidad de canasta semanal con productos de cosecha. Para atender a esta demanda creciente y mantener el vínculo de confianza entre los productores y consumidores, la ARAC trabaja en la generación de un Sistema Participativo de Garantía (SGP) (Cuéllar & Calle, 2009) que permita obviar la certificación de tercera parte a partir de un esquema de control basado en la confianza con participación de consumidores y productores. La estrategia no solo permite condiciones ventajosas para los productores que reciben mejores pagas por sus productos, sino también para los consumidores que reciben productos agroecológicos a precios justos y apoyan la gestión ambiental y social de la ARAC.

 

En términos de adaptabilidad, la necesidad de sostener este mercado regional motiva a una mejor planificación de la producción, ya que la falta de planificación colectiva de las fincas constituye una de las dificultades importantes para sostener esta demanda del mercado; pero al mismo tiempo, sostener la producción implica reducir los factores que atentan contra su estabilidad, lo que conduce a la implementación de estrategias tecnológicas que reduzcan la condición de vulnerabilidad del sistema. El indicador de mercado justo puede ser analizado también como un indicador de mitigación al cambio climático, en el sentido de que la relación de mercado directo entre productos y consumidores en un mercado local, reduce la emisión de gases generados por el transporte de alimentos a largas distancias.

 

En general, los valores promedios para los indicadores se incrementan en la totalidad de los indicadores entre la primera y segunda evaluación destacándose los indicadores semillas propias, estabilidad y fertilidad del suelo, investigación campesina, planificación de la finca, rentabilidad y mercadeo justo con diferencia estadísticamente significativa, concluyéndose que la implementación de las acciones para mejorar la sustentabilidad influyó directamente sobre los aspectos que mejoran la capacidad de las fincas para adaptarse a los riesgos de la variabilidad climática, especialmente a nivel de suelos, así como mejora en la competitividad de la agricultura, por el mejoramiento que se evidencia en la rentabilidad de la actividad productiva.

 

Los indicadores de conservación de agua, arborización y participación en red, mostraron mejoras en los promedios globales para la totalidad de las fincas, pero estos aumentos no son aún consistentes en la totalidad de las mismas como para demostrar diferencia estadística, por lo que se requiere afianzar el seguimiento e implementación de prácticas para mejorar la adaptabilidad de los sistemas en estos indicadores precisos, sin descuidar los demás.

 

En la medida en que los riesgos detectados en la primera fase del estudio se relacionan de manera complementaria entre ellos aumentando la vulnerabilidad, en este mismo grado los indicadores se complementan unos a otros generando sinergias que mejoran la capacidad adaptativa y sustentabilidad del sistema productivo; por ejemplo, la conservación del agua y el mejoramiento en la estabilidad y fertilidad del suelo mejoran la producción, sostienen el mercado y generan mayor rentabilidad para el productor; la participación en red mejora en la planificación colectiva de las siembras y promueve la investigación local; esta, a su vez, mejora la producción y rentabilidad.

 

La mejora en los indicadores conduce a un mayor estado de adaptabilidad y sustentabilidad del sistema productivo disminuyendo su vulnerabilidad; esto, a nivel de finca, representa también una mejora importante en su desempeño global que se evidencia en los resultados de la evaluación de adaptabilidad y sustentabilidad para las fincas (Tabla 4). Los valores fueron obtenidos como promedio ponderado a partir de coeficientes para cada indicador construidos con participación de los agricultores, en el entendido de que no todos los indicadores tienen el mismo peso o incidencia sobre el grado de adaptabilidad o sustentabilidad global de la finca (Sarandón & Flores, 2009).

 

Aunque todas las fincas evidencian mejora en los valores de los indicadores, se destacan las fincas El Tablón, Buena Vista, La Acacia y Almaguer con los mayores niveles de aumento de la adaptabilidad y sustentabilidad; los menores valores fueron para las fincas Serranías, Los Laureles y El Porvenir con mejoras inferiores a 0,5 en promedio y para las cuales se deben afinar los planes de mejoramiento.

 


 

Los resultados de muchos estudios validan y realzan la importancia del trabajo agroecológico realizado por los campesinos, por su eficacia en la construcción de la resiliencia del agroecosistema (Henao, 2013). A nivel técnico la agroecología se basa en estrategias que estimulan la agrobiodiversidad, cierran los ciclos de nutrientes, promueven la autonomía de insumos utilizando recursos locales, conservan las características fisicoquímicas y biológicas de los suelos, reducen la erosión al emplear coberturas vivas, aprovechan las fuentes de energía renovable, integran ganadería-agricultura y producción forestal, consumen menos combustibles fósiles, entre otras (Valdés & Vargas, 2011; Márquez & Funes-Monzote, 2013); a nivel sociocultural la agroecología propende por realzar el conocimiento local y tradicional, las relaciones basadas en la equidad de género, la participación y organización, la vinculación de toda la familia al sistema productivo democratizando las decisiones, etc. Por este conjunto de estrategias se corrobora que uno de los propósitos esenciales de la agroecología es justamente incidir sobre los procesos de cambio adaptativo en sistemas socioecológicos (Ríos-Osorio et al., 2013).

 

Resiliencia, vulnerabilidad y adaptación

 

Los resultados de la valoración de los indicadores en la ARAC demuestran cómo se han generado respuestas adaptativas para hacer frente a adversidades como la variabilidad climática reduciendo la vulnerabilidad. Altieri & Nicholls (2013) resaltan cómo los agricultores por ellos mismos pueden incidir amentando su capacidad de reacción para desplegar mecanismos agroecológicos que mejoran su resiliencia y les permitan resistir y recuperarse de los eventos climáticos; tanto las estrategias técnicas como las sociales, constituyen elementos clave de la resiliencia.

 

La resiliencia socioecológica constituye, entonces, un concepto apropiado para entender la sostenibilidad de un agroecosistema; a través de este se puede explicar la forma como colectivos humanos logran adaptar sus sistemas productivos a las características del entorno natural y a las aspiraciones socioculturales de la comunidad (Ríos-Osorio et al., 2013).

 

Salas-Zapata et al. (2012) diferencian dos respuestas adaptativas posibles en un sistema afectado por una perturbación fuerte: la adaptación y la transformación. En el primer caso el sistema se reorganiza conservando los procesos esenciales y las interacciones entre sus componentes, así como sus mecanismos de control [Holling (1973), Kinzig et al. (2006) y Walker et al. (2006) citados en Salas-Zapata et al. (2012)]; en el segundo cambian su estructura, funciones, interacciones y mecanismos de control. La adaptación por la vía de estrategias agroecológicas restablece interacciones naturales planta-animal, suelo-microorganismos, predador-presa, microrganismo-planta, agricultor-cultivo; cultura-paisaje, finca-comunidad, etc., estabilizando el funcionamiento global del sistema. Esta capacidad de reajustarse adaptativamente a las dinámicas del entorno social y ecológico es la que ha permitido a los productores agroecológicos satisfacer sus necesidades y mejorar sus condiciones de vida; condición propia de los agroecosistemas sustentables.

 

Los campesinos han sido capaces históricamente de afrontar, resistir y recuperarse de fenómenos externos que atentan contra la estabilidad de sus sistemas productivos incluidos eventos climáticos extremos; las fincas agroecológicas evidencian un enorme potencial para aumentar la resiliencia frente a adversidades; potencial que debe ser reconocido y promovido localmente en términos de políticas públicas.

 

 


 

 

CONCLUSIONES

 

La construcción participativa de marcos de análisis de riesgos frente a la variabilidad climática a partir de un enfoque multidimensional, permite establecer indicadores locales consistentes con la situación real, empoderando a los actores locales para reconocer su grado de vulnerabilidad e implementar estrategias de adaptación de sus sistemas productivos. Mientras los riesgos para el sistema productivo se relacionan de manera complementaria aumentando la vulnerabilidad, los indicadores de sustentabilidad se complementan unos a otros de manera sinérgica mejorando su capacidad adaptativa.

 

La aplicación de un enfoque adaptativo centrado en la comunidad manifestado en la construcción y valoración de los indicadores, incrementó los niveles de sustentabilidad y adaptabilidad, de forma que la implementación de las acciones de mejora influyó positivamente sobre la capacidad de los sistemas socioecológicos para adaptarse a los riesgos de la variabilidad climática.

 

Las estrategias agroecológicas implementadas como acciones de mejora, incrementaron la resiliencia socioecológica de los agroecosistemas manejados por agricultores familiares asociados a la Red Agroecológica Campesina de Subachoque (Cundinamarca), aumentando la posibilidad de que respondan mejor ante cualquier escenario de cambio ambiental futuro.

 

 


 

 

AGRADECIMIENTOS

 

A la Facultad de Ingeniería y a la División de Investigaciones de UNIMINUTO, por el apoyo recibido para el desarrollo de este trabajo. A los miembros de la Asociación Red Agroecológica Campesina por su disposición para el trabajo cooperativo.

 

 


 

 

POTENCIAL CONFLICTO DE INTERESES

 

Los autores manifiestan que no existe conflicto de intereses alguno respecto al presente artículo.

 

 


 

FUENTES DE FINANCIACIÓN

 

El proyecto de investigación fue financiado por la División de Investigaciones del Sistema Universitario UNIMINUTO, Bogotá.

 

 


 

 

REFERENCIAS

 

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1. Investigación desarrollada en el marco del proyecto: Promoción de estrategias agroecológicas para mejorar la resiliencia de la agricultura altoandina frente al cambio climático en el municipio de Subachoque - Cundinamarca - C113-74, con el apoyo de la División de Investigaciones del Sistema Universitario UNIMINUTO.

2. PhD Agroecología. Máster en Agroecología y Desarrollo Rural Sostenible. Profesor e investigador del programa Ingeniería Agroecológica, Corporación Universitaria Minuto de Dios, UNIMINUTO. Bogotá, Colombia. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

3. Magíster en Educación. Profesor e investigador del programa Ingeniería Agroecológica, Corporación Universitaria Minuto de Dios, UNIMINUTO. Bogotá, Colombia. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

4. Ingeniera en Agroecología. Corporación Universitaria Minuto de Dios, UNIMINUTO. Bogotá, Colombia. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

5. Ingeniera en Agroecología. Corporación Universitaria Minuto de Dios, UNIMINUTO. Bogotá, Colombia. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

 

 


 

Para citar este artículo: Acevedo-Osorio, Á., Angarita Leiton, A., León Durán, M. V., & Franco Quiroga, K. L. (2017). Sustentabilidad y variabilidad climática: acciones agroecológicas participativas de adaptación y resiliencia socioecológica en la región alto-andina colombiana. Luna Azul, 44, x-x. DOI: 10.17151/luaz.2017.44.2. Recuperado de http://200.21.104.25/lunazul/index.php?option=com_content&view=article&id=217

 

 


 

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DETERMINACIÓN ELECTROQUÍMICA DE PLOMO Y CADMIO EN AGUAS SUPERFICIALES

 

Claudia Macías Socha1

Mauricio García Colmenares2

Patricia Chaparro S.3

 

Recibido el 9 de junio de 2015, aprobado el 7 de marzo de 2016 y actualizado el 7 de diciembre de 2016

 

DOI: 10.17151/luaz.2017.44.3

 

RESUMEN

 

El método voltametría de onda cuadrada (OSWV) fue validado para la cuantificación de Cd2+ y Pb2+ en aguas superficiales. El estudio fue realizado usando solución Britton-Robinson como electrolito de soporte a pH 4,8, carbón vítreo como electrodo de trabajo, Ag/AgCl como electrodo de referencia y platino como electrodo auxiliar. La técnica presenta un límite de detección 211 µg/L para Pb y 268 µg/L para Cd. La aplicación de la técnica voltamétrica OSWV fue realizada en aguas de la quebrada Las Torres del sector Parque Industrial en Sogamoso (Colombia), hallando una concentración de: Pb2+ 0,750±0,067 mg/L y Cd2+ 0,570±0,071 mg/L, los cuales sobrepasan los límites máximos establecidos por las normas nacionales (Decreto 4728/2010) e internacionales vigentes para aguas residuales. Los resultados fueron contrastados por el método de referencia espectrofotometría de absorción atómica aceptado como referencia, permitiendo deducir que el método electroquímico genera resultados con un nivel de confianza del 95%.

 

PALABRAS CLAVE

 

Voltametría, carbón vítreo, metales pesados, voltagrama.

 

ELECTROCHEMICAL DETERMINATION OF LEAD AND CADMIUM IN SURFACE WATER

 

ABSTRACT

 

The square wave electrochemical voltammetry method (OSWV) to quantification of cadmium and lead in surface waters was validated. It used a Britton-Robinson buffer as solution supporting electrolyte to pH 4.8, working electrode glassy carbon, Ag/AgCl as reference electrode and platinum as counter electrode. The limit of detection determined was 211 µg/L for Pb and 268 µg/L for Cd. The application of voltammetric technique OSWV was performed in waters of the creek Towers Industrial Park Sector in Sogamoso (Colombia). The ions concentration in the samples analyzed was 0.750±0.067 mg/L for Pb2+ and 0.570±0.071 mg/L for Cd2+, exceeding the national and international standards limits for wastewater. The results obtained by voltammetry were compared with atomic absorption method spectrophotometer traditionally accepted, allowing deducing that the voltammetric method generates results with a confidence level of 95%.

 

KEY WORDS

 

Voltammetry, vitreous carbon, heavy metals, voltammogram.

 

 


 

  

INTRODUCCIÓN

 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reconocen la vulnerabilidad del recurso hídrico en lugares donde persiste la contaminación por metales pesados, así como el impacto negativo de las actividades antropogénicas (OMS, 2008). Una de las causas que contribuyen a la polución de las fuentes hídricas por metales pesados es el material particulado y la descarga de lixiviados industriales, siendo estos un riesgo para el medio ambiente, las actividades agropecuarias y la seguridad alimentaria de las regiones y/o sitios aledaños. Los metales pesados son especies químicas no degradables, por tanto, se consideran contaminantes estables y persistentes al ser depositados al medio ambiente. Esto ocasiona alteraciones en los diferentes ecosistemas e incrementa su solubilidad llegando a reducir la calidad de vida de los seres vivos (Del Toro, González, Bravo & Mollineda, 2010; Madero & Marrugo, 2011).

 

Sogamoso cuenta con una riqueza hídrica considerable, con afluentes como la quebrada Las Torres, una de las quebradas más importantes que recoge los vertimientos de explotaciones minera de Morcá, y la Zona del Corredor Industrial destacándose la producción siderúrgica y cementera, que por su cercanía a dicha quebrada intervienen al generar diferentes tipos de contaminación. Su trayectoria es de oriente a occidente. En la parte alta sus aguas son utilizadas para consumo humano, regadío y abrevadero de animales, en la parte baja para la industria ladrillera, y en la parte media recibe vertimientos de la minería del carbón y las aguas servidas de la comunidad aledaña. En general, está quebrada es de alta vulnerabilidad a la contaminación, por su cercanía a la zona industrial, generando un alto grado de peligrosidad a quien use dicha agua de la quebrada (Identidad Geográfica, 2015).

 

Los metales, como el plomo (Pb) y el cadmio (Cd), deben su toxicidad a la fuerte afinidad de sus cationes por el azufre, así como hacia los grupos sulfhidrilo, -SH, los cuales están presentes comúnmente en las enzimas que controlan la velocidad de las reacciones metabólicas (Ruiz, 2012). El Pb en el organismo humano puede causar lesiones al sistema urinario, nervioso, reproductor e inmunológico (EPA, 2012), y el Cd puede acumularse en los riñones, donde afecta el mecanismo de filtración causando la excreción de proteínas esenciales y azúcares del cuerpo y el consecuente daño de los riñones, también genera daño en el sistema nervioso central, inmune, y posible daño en el ADN o desarrollo de cáncer (Boguszewska & Pasternak, 2004; Lenntech, 2015). Así, el Cd y el Pb son reconocidos como tóxicos acumulativos y su concentración en aguas de consumo humano según la EPA no puede ser superior de 0,005 mg/L Cd, 0,015 mg/L Pb (EPA, 2012).

 

Para la determinación de metales pesados a niveles de trazas en el medio ambiente se han desarrollado métodos altamente sensibles y selectivos, entre los que se encuentran la Espectrometría de Masas con Plasma de Acoplamiento Inductivo (ICP-MS), Espectrometría de Fluorescencia de rayos X (XRF) y Espectrometría de Absorción Atómica (AAS) (Ewing, 1997). Sin embargo, el análisis implica tiempos largos, instrumentos sofisticados y costosos, y mantenimiento de alto costo. En contraste, el método electroquímico es una alternativa de amplio espectro, económica, versátil y amigable con el ambiente. Estos métodos son una opción para el análisis de trazas de metales pesados, aniones, sulfuros, nitritos, nitratos y otros compuestos orgánicos en aguas, alimentos, productos químicos y baños galvánicos a niveles de ppt, ppb y ppm. El Cd y el Pb han sido determinados en agua potable por voltametría de redisolución con modificación de electrodos (Buica, Ungureanu, Birzan, Razus & Mandoc, 2013), reportes de desarrollo y validación de un método voltamperométrico para determinar estaño total en agua (Espinoza & Alvarado, 2008), técnicas matemáticas aplicadas a la resolución de señales electroquímicas del sistema Pb (ii) / Tl (i) (Palacios, 2000).

 

El objeto del estudio fue validar y cuantificar Pb y Cd presentes en las aguas de la quebrada Las Torres (Sogamoso, Colombia) mediante la técnica de voltametría de onda cuadrada, usando electrodo carbón vítreo como electrodo de trabajo, el cual ofrece ventajas como mayor rango de potenciales positivos y negativos de trabajo, es más amigable con el entorno natural al no generar residuos, a diferencia del electrodo de gota de mercurio que se oxida a potenciales positivos y genera residuos peligrosos para el analista y el entorno natural. El trabajo permite demostrar que este método es sencillo y eficaz para la determinación de metales pesados.

 

 


 

 

MATERIALES Y MÉTODOS

 

Materiales

 

Reactivos

 

Todos los reactivos empleados fueron de grado analítico (RA): hidróxido de sodio (NaOH 99%), ácido bórico (H3BO3 99%), ácido fosfórico (H3PO4 85%) y cloruro de sodio (NaCl 99%) de Merck, ácido acético glacial (CH3COOH 99,8%) y ácido nítrico (HNO3 65%) de Panreac, soluciones estándar de 1000 mg/L de Cd y Pb marca J.T. Baker. El agua utilizada para preparación de reactivos y purgas de materiales fue desionizada con una conductividad menor de 0,3 μS (Sistema Millipore).

 

Equipos

 

Se verificaron las condiciones óptimas de funcionamiento de los equipos necesarios para la validación del método, dentro de los que se encuentran: polarógrafo BAS CV 50W equipado con un analizador voltamperométrico y un electrodo de carbono vítreo BASI MF-2070 como electrodo de trabajo, electrodo de referencia Ag/AgCl BASI MF-2052 y un electrodo auxiliar de platino BASI MW-1032, balanza analítica Aventure Ohaus, micropipeta Boeco de 10-100 uL y pH-metro Sartorius Scohott CG 842.

 

Preparación de soluciones

 

Se empleó una solución Buffer Britton-Robinson a pH 4,8. Se prepararon soluciones stock en agua desionizada de Pb y Cd de 100 y 30 µg/L. La curva de calibración (0,3-1,5 µg/L) se construyó con adiciones de 35-100 µL de las soluciones estándar a un volumen final de 7 ml.

 

Métodos

 

Limpieza de sistema de electrodos

 

Se realizó con ácido nítrico al 10%, seguido de una limpieza electroquímica con cloruro de sodio saturado en modo de voltametría cíclica de 2000 a - 2000 mV durante cinco ciclos, finalmente se enjuagó con agua desionizada.

 

Validación de la técnica voltamétrica OSWV

 

Se seleccionaron las condiciones instrumentales óptimas para el desarrollo del método como potencial inicial, potencial final, desoxigenación de la muestra, tiempo de quietud, sensibilidad, amplitud y frecuencia de onda y rango de potencial. Se determinaron los principales atributos del método de validación: límite de detección (DL), límite de cuantificación (QL), precisión, exactitud, rango útil, sensibilidad e incertidumbre.

 

Comparación de resultados de voltametría de onda cuadrada frente al método espectrofotométrico de absorción atómica

 

Se comparó el método voltamétrico validado con el método de referencia (espectrofotometría de absorción atómica EAA) llevando a cabo un análisis de un estándar de 2 ppm y dos muestras naturales (contramuestras) en un espectrofotómetro de llama de acetileno-aire (marca Shimadzu) con previa digestión húmeda de la muestra según método SM 3111B y SM 3030E.

 

Cuantificación de Pb y Cd en muestras de agua natural

 

Para la selección de las muestras de agua natural para el estudio se realizó un muestreo aleatorio, simple, durante los meses de agosto a noviembre de 2013 de acuerdo con un diseño experimental que cubría la totalidad del afluente quebrada Las Torres del sector Parque Industrial de Sogamoso, que recibe vertimientos de las diversas actividades empresariales. Para la medida voltamétrica se mezclaron 3 ml de muestra previamente filtrada a través de un papel de fibra de vidrio de 47 mm y tamaño de poro de 1 µmm, 0,5 µg/L de Cd y Pb y 4 ml de la solución electrolítica, se ajustó a pH 4,8. La mezcla obtenida se transfirió a la celda polarográfica, se programó el equipo según la optimización previa de los parámetros y se procedió a la medición.

 

 


 

  

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

 

Parámetros técnicos

 

Respuesta señal del equipo

 

Con el objeto de conocer si el blanco seleccionado interfería con la técnica de análisis se realizó un barrido exploratorio por voltametría cíclica, seleccionando un rango de - 1000 a - 200 mV (Figura 1a), no se presentó señal. La voltametría cíclica indica de forma precisa los potenciales de electroactividad de una especie química y la reversibilidad de la reacción redox que pueden presentar, es decir, si sufre un proceso de reducción y oxidación. Con el rango de potencial seleccionado se analizó un estándar de Cd y Pb para conocer su potencial de electroactividad, los metales presentaron señales a - 762 y - 542 mV, respectivamente; el voltagrama indica que los dos metales presentan reacciones reversibles (Figura 1b). Con el rango de potencial de trabajo seleccionado se evaluó la respuesta del equipo por la técnica de análisis seleccionada por su alta sensibilidad y velocidad de análisis: voltametría de onda cuadrada, se verificó que el blanco no presentara interferencia con la medida voltamétrica (Figura 1c), y se analizó un estándar de los dos metales, los cuales presentaron señales en potenciales de reducción en - 762 mV para Cd y - 542 mV para Pb (Figura 1d).

 


 

Determinación de los parámetros para la ejecución de la medida voltamétrica

 

El solvente seleccionado fue agua desionizada, se empleó como electrolito de soporte buffer Britton-Robinson (B-R) a pH 4,8. Se desarrollaron ensayos consecutivos en los cuales se modificaron y optimizaron los siguientes parámetros del equipo: desoxigenación de la muestra: 5 minutos, potencial inicial: - 1000 mV, potencial final: - 200 mV, sensibilidad: 10 µA/V, frecuencia: 15 Hz, tiempo de quietud: 5 segundos, resistencia: 54 Ohm, amplitud de la onda cuadrada: 20 mV, muestreo: 256 mV.

 

Selección de la curva de calibración

 

Se graficó la corriente generada (amperios) en función de la concentración (µg/L), obteniendo la curva correspondiente de calibración (Figura 2).

 


 

Validación del método para cuantificación de Pb y Cd

 

Atributos del método

 

Los atributos del método de cuantificación de Pb2+ y Cd2+ por voltametría de onda cuadrada obtenidos se resumen en la Tabla 1.

 


 

Se determinó que las respuestas de los estándares y las muestras naturales más solución estándar en los 6 ensayos realizados por los dos analistas en el proceso de validación no presentaron variaciones significativas (Figura 3). 

 


 

Las medidas realizadas en las muestras naturales más adicionado (MA), presentaron mayor dispersión que los estándares de cada metal, debido posiblemente a que estas concentraciones son mayores que los estándares evaluados, sin embargo, no se presentaron diferencias significativas en los ensayos realizados por los dos analistas, datos verificados por el Análisis de Varianza, en los 6 ensayos el valor F calculado fue inferior al valor F crítico, criterio de aceptación a un nivel de confiabilidad del 95%.

 

En la Tabla 2 se presentan los resultados obtenidos por el método validado analíticamente (voltamétrico) comparado con el método de referencia (Espectrofotometría de absorción atómica). Se observa que las concentraciones de Cd y Pb, cuantificadas en las tres muestras por voltametría de onda cuadrada, son superiores a las del método de referencia. Esta diferencia se evaluó por medio de un análisis de varianza de un factor (Tabla 3). El análisis indicó que no se presentó diferencia significativa en la concentración de los estándares de Cd y Pb determinados por las dos técnicas de análisis. El valor F calculado fue inferior al valor F crítico de aceptación. El análisis fue realizado con un nivel de confiabilidad del 95%, correspondiente al método voltamétrico.

 


 


           

 

Determinación cuantitativa de Cd y Pb en agua natural

 

Una vez validado el método voltamétrico se procedió a su aplicación en aguas naturales. El agua analizada se tomó del afluente quebrada las Torres del sector Parque Industrial de Sogamoso que recibe vertimientos de la actividad minera de la vereda Morcá, del municipio de Sogamoso (Boyacá).

 

Para la medición se adicionó en la celda electroquímica 4 mL de la solución  electrolítica Britton-Robinson y 3 mL de muestra natural con adición de estándar 0,5 mg/L de Cd y Pb. La concentración de cada metal fue evaluada en aguas provenientes del afluente quebrada Las Torres del sector Parque Industrial de Sogamoso, durante los meses de agosto a septiembre, con un total de 50 muestras analizadas, los datos obtenidos en promedio fueron 0,500-0,570 mg/L para Cd y 0,698-0,750 mg/L para Pb, con una desviación estándar de ± 0,071 y ± 0,067, respectivamente. Se observó que los resultados obtenidos sobrepasan los niveles de concentración máximos permitidos en el recurso agua por las normas vigentes: Agua uso agrícola, según Decreto 1594/84 (Pb2+: 0,05 mg/L, Cd2+: 0,01 mg/L) (MinAgricultura, 1984) y (Pb2+: 0,015 mg/L y  Cd2+: 0,005 mg/L) (EPA, 2016).

 

Se compararon los valores del límite máximo residual MRL de los dos metales estudiados con los datos obtenidos en las muestras de agua, encontrándose que sobrepasan estos límites. Teniendo en cuenta que el agua de este afluente es empleada para uso agrícola, y que no se encuentran reportes de control de contaminantes por entes gubernamentales, los valores obtenidos permiten inferir que existe un riesgo inminente de contaminación por Cd y Pb en los productos agrícolas regados con esta agua, los cuales pueden causar problemas de salubridad al consumidor final, con mayor peligro para la población infantil en la cual el MRL en alimentos para niños es 10 veces menor que el aceptado para adultos (Li et al., 2009).

 

Los metales pesados son especies químicas no degradables, por tanto, se consideran contaminantes estables y persistentes al ser depositados al medio ambiente. Esto ocasiona alteraciones en los diferentes ecosistemas e incrementa su solubilidad llegando a reducir la calidad de vida de los seres vivos (Del Toro et al., 2010; Madero & Marrugo, 2011).

 

La cercanía de zonas industriales con corrientes hídricas está generando residualidad peligrosa de ciertos metales entre ellos el Cd y el Pb, clasificados en las categorías toxicológicas I, estos metales son acumulativos y pueden causar lesiones al sistema urinario, nervioso, reproductor e inmunológico (Soto, Lozano, Barbarín & Alcalá, 2004; Instituto Nacional de Salud, 2014).

 

El monitoreo de metales pesados en alimentos es de crucial importancia para determinar el grado de exposición de una población y prevenir las posibles consecuencias toxicológicas a largo plazo, y el cambio en las prácticas culturales y la responsabilidad con el entorno natural (Yacomelo, 2014).

 

 


 

 

CONCLUSIÓN

 

Los atributos del método analítico voltamétrico para la cuantificación de Cd y Pb en agua natural demuestran que los resultados obtenidos son válidos y confiables. La concentración del estándar de los metales determinada por la técnica de análisis no presentó diferencia significativa. El valor F calculado fue inferior al valor F crítico de aceptación. El contenido de Pb y Cd cuantificado en agua de la quebrada las Torres del sector Parque Industrial de Sogamoso supera los niveles máximos permitidos de LMR establecidos por las normas vigentes: Decreto 1594/84 (Ministerio de Agricultura, 1984), y la tabla  regulada de contaminantes en agua potable. (EPA, 2016). El análisis fue realizado con un nivel de confiabilidad del 94,5% para Cd y 92% para Pb.

 


  

AGRADECIMIENTOS

 

Los autores agradecen el apoyo por la financiación a la Dirección de Investigaciones de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.

 

 


 

  

REFERENCIAS

 

  • Boguszewska, A., & Pasternak, K. (2004). Cadmium-influence on biochemical processes of the human organism. Ann Univ Mariae Curie Sklodowska Med, 59(2), 519-523.
  • Buica, G. O., Ungureanu, E. M., Birzan, L., Razus, A. C., & Mandoc, L. R. (2013). Voltammetric sensing of lead and cadmium using poly (4-azulen-1-yl-2,6-bis (2-thienyl)pyridine) complexing films. Journal of Electroanalytical Chemistry, 693, 67-72.
  • Del Toro, R., González, Y., Bravo, L. R., & Mollineda, A. (2010). Determinación de plomo en las aguas de los ríos Tínima, Hatibonico y afluentes de la cuenca San Pedro Camagüey. Rev. Aporte Santiaguino, 3(1), 101-107.
  • Environmental Protection Agency United States (EPA). (2016).Table of Regulated Drinking Water Contaminants.  Recuperado de http://www.epa.gov/your-drinking-water/table-regulated-drinking-water-contaminants#Inorganic
  • Espinoza, E., & Alvarado, A. (2012). Desarrollo y validación de un método voltamperométrico para determinar estaño total en agua. Revista Internacional de Contaminación Ambiental, 28(1), 61-72.
  • Ewing, G. W. (1997). Analytical Instrumentation Handbook. Second ed. New York: Marcel Dekker.
  • Identidad Geográfica. (2015). Información General de Sogamoso. Recuperado de https://sites.google.com/a/sogamoso-boyaca.gov.co/biblioteca-sogamoso/sitios-de-interes/informacion-general-de-sogamoso/identidad-geografica
  • Instituto Nacional de Salud. (2014). Protocolo de Vigilancia en Salud Pública. Intoxicaciones por sustancias químicas. Recuperado de http://www.ins.gov.co/lineas-de-accion/Subdireccion-Vigilancia/sivigila/Protocolos%20SIVIGILA/PRO%20Intoxicaciones.pdf
  • Lenntech. (2015). Cadmio - Cd. Recuperado de http://www.lenntech.es/periodica/elementos/cd.htm#ixzz3YjQFDlmy
  • Li, Y., Liu, X., Zeng, X., Liu, Y., Liu, X., Wei, W., & Luo, S. (2009). Simultaneous determination of ultra-trace lead and cadmium at a hydroxyapatite-modified carbon ionic liquid electrode by square-wave stripping voltammetry. Sensor and Actuators B: Chemical, 139(2), 604-610.
  • Madero, A., & Marrugo, J. (2011). Detección de metales pesados en bovinos, en los valles de los ríos Sinú y San Jorge, departamento de Córdoba, Colombia. Revista MVZ Córdoba, 16(1), 2391-2401.
  • MINISTERIO DE AGRICULTURA. Decreto 1594 de 1984, Junio 26, Por el cual se reglamenta parcialmente el Título I de la Ley 9 de 1979, así como el Capítulo II del Título VI – Parte III – Libro I del Decreto-[Ley 2811 de 1974] en cuanto a usos del agua y residuos líquidos. Bogotá, 1984.
  • Organización Mundial de la Salud (OMS). (2008). Guías para la calidad del agua potable. Tercera edición. Vol. 1: Recomendaciones. Recuperado de http://www.who.int/water_sanitation_health/dwq/gdwq3rev/es/ 
  • Palacios, J. M. (2000). Técnicas matemáticas aplicadas a la resolución de señales electroquímicas del sistema Pb (II) / Tl (I). (Tesis de licenciatura). Universidad de Cádiz, Cádiz, España.
  • Ruiz, S. (2012). Tratamiento de muestra en la determinación de plomo en agua del río Natividad, Oxaca. (Tesis de licenciatura). Universidad de la Sierra Juárez, Ixtlán de Juárez, Oaxaca, México.
  • Soto, E., Lozano, T., Barbarín, J. M., & Alcalá, M. (2004). Remoción de metales pesados en aguas residuales mediante agentes químicos. Ingenierías, 7(23), 46-51.
  • Yacomelo, M. J. (2014). Riesgo toxicológico en personas expuestas, a suelos y vegetales, con posibles concentraciones de metales pesados, en el sur del Atlántico, Colombia. (Tesis de maestría). Universidad Nacional, Medellín, Colombia.

 


 

 

1. Químico. Estudiante de Maestría en Química. Escuela de Posgrados. Facultad de Ciencias.  Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia - Grupo de Investigación en Química Ambiental. Tunja, Colombia. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.     Código Orcid:  0000-0002-3267-0768

 

2. Químico de Alimentos. Estudiante de Maestría en Química. Escuela de Posgrados. Facultad de Ciencias. Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia - Grupo de Investigación en Química Ambiental. Tunja, This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.  Código Orcid: 0000-0003-0047-281X.

 

3. Magister en Ciencia y Tecnología de Alimentos. Docente. Escuela de Ciencias Químicas. Facultad de Ciencias. Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia - Grupo de Investigación en Química Ambiental. Tunja, Colombia. patricia.chaparro.uptc.edu.co   Código Orcid:  0000-0002-0560-3076

 

 


 

  

Para citar este artículo: Macías Socha, C., García Colmenares, M., & Chaparro S., P. (2016). Determinación electroquímica de plomo y cadmio en aguas superficiales. Luna Azul, 42, x-x. DOI: 10.17151/luaz.2017.44.3

Recuperado de http://200.21.104.25/lunazul/index.php?option=com_content&view=article&id=218

 

 


 

Este obra está bajo una Licencia de Creative Commons Reconocimiento CC BY   

 

 

ECOLOGÍA Y SEXO

 

 

Mariana Velásquez Mejía

Profesional en Filosofía y Letras.

Magíster en Ecología Humana y Saberes Ambientales.

Contacto: This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

 

Recibido el 17 de agosto de 2016, aprobado el 20 de octubre de 2016 y actualizado el 6 de diciembre de 2016

 

DOI: 10.17151/luaz.2017.44.1

 

 

La presente editorial pretende abordar las reflexiones filosóficas derivadas del trabajo de grado Singularidad lésbica y posicionamiento ecológico (Velásquez-Mejía, 2016) desarrollado en la Maestría en Ecología Humana y Saberes Ambientales de la Universidad de Caldas, por lo que se retoman algunos fragmentos del trabajo en aras de extraer para el presente texto el quid de la relación entre ecología y sexo. El escrito recoge las principales cuestiones novedosas que emergen de la necesidad de repensar la sexualidad en el contexto de la crisis ecológica. 

 

La complejidad del asunto

 

Actualmente estamos siendo partícipes de lo que se ha denominado “La crisis ecológica”. Diferentes autores1 (incluso en editoriales que ha publicado la revista Luna Azul en números anteriores), la han definido, caracterizado y han mostrado sus diversas manifestaciones, señalando las consecuencias actuales y esbozando la gravedad de las consecuencias futuras.

 

La palabra ‘crisis’, por definición, significa un problema, conflicto o situación delicada. Cuando algo, alguien, un ello o un nosotros está en crisis, se puede decir que se encuentra en una situación límite, una tensión o una distancia relativa cercana a un umbral que anuncia un cambio, puede ser éste un suicidio, una guerra, un genocidio, una revolución o una extinción, por mencionar algunos posibles ejemplos2.

 

Cuando hablamos de crisis ecológica, ¿a qué problema, conflicto o situación delicada nos enfrentamos? ¿Cuál es la situación límite? ¿De qué tipo de umbral estamos hablando? ¿Cuáles son los posibles escenarios hacia donde se dirige el cambio? Éstas y otras cuestiones deben ser abordadas por la filosofía del siglo XXI. 

 

Esta crisis sin precedentes a la que nos enfrentamos actualmente se la denomina ‘ecológica’ y con ello se está queriendo decir al menos las siguientes cosas:

 

1.         Como su nombre lo indica, refiere como campo material e histórico a los ecosistemas, cuyo lenguaje se expresa en términos de flujos de materia y energía. Un ecosistema comprende todos los organismos que lo habitan, así como el total de las relaciones que se dan entre lo vivo y no vivo como parte del engranaje metabólico del fenómeno vida, esto es, del conjunto estructurado de ecosistemas;

2.         El conjunto estructurado de ecosistemas que interactúan de forma compleja es llamado biosfera, por lo tanto la crisis tiene un carácter global ya que, literalmente, la biosfera es un barniz de materia en crecimiento y mutua interacción que envuelve la tierra (Margulis & Sagan, 1996);

3.         En este sentido, se dice de la crisis que es ecológica en la medida en que los seres humanos estamos alterando los ciclos biogeoquímicos del planeta Tierra y estamos modificando profundamente el ritmo de los flujos de materia y energía que se dan dentro y entre los ecosistemas de forma natural y espontánea, comprometiendo la biodiversidad así como la capacidad de millones de seres humanos y de otras especies de aprovisionarse del oikos;

4.         Lo anterior, lejos de amenazar el fenómeno vida, pone en riesgo la capacidad de aprovisionamiento que tenemos los seres humanos de los ecosistemas que, lo suficientemente alterados, pueden comprometer las condiciones físicas, químicas y materiales de las que depende completamente nuestra existencia como especie.

5.         Por sus características y orígenes, se puede decir de la crisis que es capitalista, esto es, una situación generada y exacerbada por el sistema de producción y consumo basado en la acumulación, la competencia, la maximización del beneficio y la expansión. Por sus dimensiones, la crisis ecológica es una crisis civilizatoria, esto es, que está en juego la humanidad en su conjunto, la especie Homo sapiens sapiens y miles de especies animales con las que compartimos un pasado evolutivo y un nicho común.

 

Los problemas de la crisis ecológica como crisis civilizatoria, parafraseando a Riechmann (2005), son: creciente alteración de la biosfera y degradación de muchos ecosistemas; rápido empobrecimiento de la biosfera; uso de armas de destrucción masiva; nuclearización; ensanchamiento de las desigualdades sociales a escala mundial; extensión incontrolable de ciudades; desarraigo y aculturación de masas; subalimentación crónica de una sexta parte de la humanidad, malnutrición de la mitad, persistencia de enfermedades evitables; crisis del “Estado de bienestar”; burocratización de la sociedad y pérdida de control de la gente sobre sus propias vidas; desempleo, subempleo y empleo precario; fragmentación de la clase trabajadora; destrucción de los vínculos sociales, alienación y crisis de personalidad; y malestar cultural.

 

El siglo XX puede ser descrito como el siglo de la muerte. Las dos guerras mundiales, la posterior tensión de la Guerra Fría, las dictaduras militares en América Latina, el Holocausto nazi, así como los cientos de guerras civiles que se dieron en este periodo son muestra de ello. La producción en serie de la muerte en el siglo XX dejó un saldo de millones de muertos en todo el mundo.

 

Dichos acontecimientos condujeron a una crisis del humanismo moderno y, sobre todo, socavaron las bases sobre las cuales se había construido el ideal de hombre moderno, en el que no sólo no cabían los Homo sapiens en su conjunto, sino que excluía radicalmente a la naturaleza en sus consideraciones éticas y políticas, de allí que los genocidios y los ecocidios sean expresiones de una misma crisis: la ecológica.

 

Las situaciones límite o los umbrales se expresan en diferentes dimensiones y escalas de cada uno de los problemas, generando conflictos específicos dentro de la sociedad que, entretejidos directa o indirectamente, se refuerzan. No obstante, existe un umbral que se atisba no muy lejos en el tiempo y es que nos estamos debatiendo entre el ser y el no ser de nuestra especie, asunto novedoso al que nos enfrentamos con esta crisis sui géneris que obliga a redirigir la mirada hacia al menos la principal característica de la vida que el humanismo moderno dejó por fuera: la diversidad. Afortunadamente los estragos que nuestra especie causa en el planeta Tierra no comprometen la unidad, la continuidad y la completud, que son las otras tres características del fenómeno vida. 

 

La diversidad

 

Una de las características de la vida es la diversidad, sin ésta los ecosistemas serían más simples y con ello más vulnerables; la diversidad es una condición sine qua non del fenómeno vida, por lo tanto, se encuentra presente en las diferentes escalas en las que se replica el fenómeno: desde las bacterias hasta ecosistemas completos; esto es, la biodiversidad es una condición presente dentro de los ecosistemas y entre los ecosistemas, dentro de las especies y entre las especies.  

 

Con sus miles de millones de años de evolución, los ecosistemas tienden hacia estados de mayor complejidad y diversidad, ¡tanto que los dinosaurios y mamíferos grandes como nosotros prosperamos! Eso sólo pudo haber sido gracias a la diversificación de la vida (con sus cinco extinciones masivas en los últimos 600 millones de años). En palabras de Riechmann (2005): “La biodiversidad es el ‘seguro de vida’ de la Vida”.

 

La biodiversidad es fundamental porque los elementos que constituyen la diversidad biológica de un área son los reguladores naturales de los flujos de energía y materia. En estos términos, mayor diversidad se traduce en mayor capacidad de autorregulación del ecosistema y generación de estabilidad. Los ecosistemas más simplificados son los más vulnerables, por lo tanto los ecosistemas más biodiversos responden mejor a las perturbaciones, se adaptan mejor a los cambios y están en capacidad de hacer frente a las crisis (Riechmann, 2005). 

 

La diversidad genética presente dentro de nuestra especie es un hecho biológico y por tanto natural, lo que no es natural son las discriminaciones de ‘razas’ que, por cierto, no existen. La diversificación genética de nuestra especie constituye una característica crucial para que los seres humanos podamos habitar los diferentes ecosistemas que nos albergan, por lo tanto fue un producto de la adaptación de la humanidad a una multiplicidad de hábitats desde hace 60 mil años, cuando los Homo sapiens idénticos a nosotros salieron del continente africano, apropiándose de diferentes hábitats.

 

El color de la piel, de los ojos y muchas de nuestras características fenotípicas son el producto de la adaptación de nuestros antepasados a forzamientos externos; ser negro, blanco, indígena o mestizo no es una cuestión de superioridad o inferioridad, sino de adaptación y supervivencia: “Por ejemplo, quienes migraron muy al norte del ecuador desarrollaron una piel más clara que les permitía sintetizar la vitamina D bajo una luz solar menos directa. Sin embargo, históricamente, todos somos africanos.” (Mayers, 2000)

 

No existe una cultura, una etnia o un sexo ‘mejor’ que los otros, existen relaciones de ecodependencia a partir de la diferencia y la diversidad; no respetar y promover ambas conlleva a una sociedad más simplificada y menos capaz de hacer frente a las crisis. Lo anterior hace de la diversidad entre los seres humanos una condición de bienestar social, lo que no es natural son los genocidios que en nombre de la “purificación racial” y del sexismo se han llevado a cabo en el mundo.

 

La diversidad sexual es una expresión de la biodiversidad y como tal, también ha sido socavada por el capitalismo erigido por el pensamiento hegemónico de la modernidad que produce y reproduce la crisis ecológica. Como la biodiversidad debe ser entendida también entre las especies y teniendo en cuenta que es en virtud del sexo que somos individuos únicos, se presenta la necesidad de abordar la sexualidad humana bajo una perspectiva menos antropocéntrica y que permita comprender cómo nuestros cuerpos sexuados, estas formas temporales de materia y energía a las que les ponemos nombres propios, interactúan en el ecosistema con los otros individuos de nuestra especie y de otras especies, así como con todo lo otro “no vivo”.

 

Nuestros cuerpos llevan una carga evolutiva insoslayable y el sexo, que no se remiten únicamente a la genitalidad, cumple un rol termodinámico innegable, por lo tanto es en esencia un asunto ecológico.

 

El sexo revisitado desde el concepto de diversidad: biodiversidad sexual

 

En virtud del sexo, cada uno de nosotros es una entidad que no sólo vive, respira y piensa, sino que constituye una mezcla única de genes provenientes de fuentes separadas; en pocas palabras un individuo único. La evolución del sexo fue la mayor contribución a la individualidad que el mundo ha contemplado.

Margulis y Sagan (1996)

 

Los seres humanos somos uno de los millones de extensiones de la vida. Nuestros cuerpos mortales están trágicamente sometidos a las leyes de la física, de la química, de la biología, así todavía no sepamos todas las leyes o no seamos conscientes de ellas. Somos eficientes medios de transporte para trasladar genes que sobrevivirán (o no) en las generaciones futuras (sí, los hijos de sus hijos y de los míos) (Dawkins, 1993). Somos seres limitados por condiciones internas y externas que de una u otra forma se reflejan en el comportamiento de nuestros cuerpos que ansiosamente buscan comida y sexo. Nuestros cuerpos perecen como parte del engranaje del flujo de energía y materiales que requiere la autopoyesis para el mantenimiento de la vida. La muerte está íntimamente relacionada con la evolución. Pero no todas las noticias son desalentadoras, la inevitabilidad de la muerte nos ha sido recompensada con el sexo.

 

A pesar de la mortalidad que recibimos en herencia por nuestra condición de criaturas que se reproducen sexualmente, el sexo es magnífico. Nos da placer y produce niños –el futuro de la humanidad-. Sin el acto sexual de nuestros padres, ninguno de nosotros estaría aquí. En virtud del sexo, cada uno de nosotros es una entidad que no sólo vive, respira y piensa, sino que constituye una mezcla única de genes provenientes de fuentes separadas; en pocas palabras, un individuo único. La evolución del sexo fue la mayor contribución a la individualidad que el mundo ha contemplado. Aunque no representa lo mismo para todos los organismos, a los animales el sexo nos liga a lugares y tiempos remotos, pues lo requerimos para reproducirnos. La repetición química implicada en la reproducción, por su parte, satisface una función de disipación de energía y degradación material en un cosmos constreñido –desde nuestra perspectiva animal- por el flujo unidireccional del tiempo (Margulis y Sagan, 1996).

 

Desde antes de nacer nuestra naturaleza humana es sexuada. La sexualidad se comienza a desarrollar desde el momento mismo del nacimiento que, si lo pensamos bien, fue producto del deseo, el erotismo y la actividad sexual de nuestros padres, abuelos, bisabuelos… de nuestros antepasados en África; el sexo nos liga con nuestro pasado y con el futuro, las generaciones por venir. El deseo sexual, la sensualidad, el erotismo y las emociones le dan sentido a la razón que sólo pudo ser posible dentro de los afectos. Al Homo sapiens sapiens lo mueve el deseo, una pulsión, un Eros primordial.

 

El sexo tiene que ver con la reproducción y esta con las generaciones futuras. En esta medida, el sexo tiene que ver con la continuidad de la especie que es justo la situación problema que está en el corazón de la crisis, por lo tanto es necesario reapropiarnos de nuestra sexualidad y desde allí poder responder de nuevo a aspectos como la homosexualidad, la promiscuidad, la infidelidad, los celos, el amor, la familia, el cuerpo, la reproducción, y con ello nuestro fugaz paso por el planeta Tierra.

 

Tal vez si nos entendemos más como seres sexuales que como seres racionales, podremos dar con las respuestas que necesitamos para enfrentar los retos que nos impone semejante crisis.

 

 


 

 

Bibliografía

 

Dawkins, R. (1993). El gen egoísta. Las bases biológicas de nuestra conducta. Barcelona: Salvat Editores.

 

Margulis, L., y Sagan, D. (1998). ¿Qué es el sexo? Barcelona: Tusquets Editores.

 

Margulis, L., y Sagan, D. (1996). ¿Qué es la Vida? Barcelona: Tusquets Editores.

 

Mayers, D. G. (2000). Psicología social. edición. Bogotá : McGraw-Hill.

 

Riechmann, J. (2005). Todos los animales somos hermanos. Madrid: Catarata.

 

Riechmann, J. (2005). Un mundo vulnerable. Ensayos sobre ecología, ética y tecnociencia. Madrid: Los libros de la catarata.

 

Velásquez-Mejía, M. (2016). Singularidad lésbica y posicionamiento ecológico (Tesis para obtener el título de Magíster. Inédito). Universidad de Caldas: Manizales - Colombia.

 

 


 

 

1. Entre ellos Boaventura de Sousa Santos, Nicolás Martín Sosa, Jorge Riechmann, entre otros.

 

2. La humanidad ha pasado por muchos tipos de crisis: se habla de crisis económicas, sociales, políticas, culturales, etc. Cada crisis tiene unas dimensiones, una escala, unos alcances y, en esta medida, diferentes formas en las que puede resolverse cualquiera sea el resultado. Cabe señalar que las crisis no sólo son asuntos humanos, existen situaciones críticas, como situaciones límite o umbrales, en todo el fenómeno vida, en el Universo.

 

 


 

 

Para citar este artículo: Velásquez-Mejía, M. (2017). Ecología y sexo (editorial). Revista Luna Azul, 44, xx-xx. DOI: 10.17151/luaz.2017.44.1. Recuperado de http://200.21.104.25/lunazul/index.php?option=com_content&view=article&id=216

 

 


 

 

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