Estrategias pedagógicas para la formación ambiental a partir de las subjetividades socioambientales

 

Karina Marcela Ordóñez-Arcia1 

 

Recibido: 17 de julio de 2019, Aceptado: 27 de abril de 2020, Actualizado: 23 de junio de 2020

 

DOI: 10.17151/luaz.2020.51.5

 

RESUMEN

 

Desde una perspectiva histórica, la educación y formación ambiental surge de la necesidad de mitigar o solucionar problemáticas relacionadas con el medio ambiente, ya que la humanidad se ha encargado de modificar escenarios para su beneficio, por lo cual una de las principales tareas de este tipo de educación y formación es la búsqueda de las estrategias que permitan desarrollar en el ser humano una conciencia ambiental, que se vea reflejada en sus actitudes y comportamientos. El caso de estudio en este trabajo hace referencia a la dinámica de relación entre la comunidad del barrio 20 de Enero del municipio de Valencia (Córdoba, Colombia) con la microcuenca Jaraguay. Partiendo de la escucha y la participación activa de los habitantes como actores principales, vinculándolos en el proceso desde la identificación de las problemáticas y subjetividades socioambientales, necesidades formativas y descripción de estrategias pedagógicas. Logrando así determinar que la comprensión de las subjetividades socioambientales de la comunidad permitió establecer una ruta para describir e interpretar las estrategias pedagógicas para la formación ambiental comunitaria, que se pueden desarrollar desde la cotidianidad.

 

Palabras clave: subjetividades socioambientales, estrategias pedagógicas, formación ambiental comunitaria, participación activa.

 

Pedagogical strategies for environmental training based on socio-environmental subjectivities

 

ABSTRACT

 

From a historical perspective environmental education and training arises from the need to mitigate or solve problems related to the environment, considering that humanity has been in charge of modifying scenarios for its benefit which is why one of the main tasks of this type of education and training is the search for strategies that allow human beings to develop an environmental awareness that is reflected in their attitudes and behaviors. The case study in this work refers to the relationship dynamics of the community of the 20 de Enero neighborhood of the municipality of Valencia (Córdoba, Colombia) with the Jaraguay micro-basin, starting from the listening and active participation of the inhabitants as main actors linking them in the process from the identification of socio-environmental problems and subjectivities, training needs and description of pedagogical strategies. Thus, it was possible to determine that the understanding of the socio-environmental subjectivities of the community made it possible to establish a route to describe and interpret the pedagogical strategies for community environmental training, which can be developed from everyday life.

 

Key words: socio-environmental subjectivities, pedagogical strategies, community environmental training, active participation. 

 


 

 

Introducción

 

La formación ambiental comunitaria busca compartir información y experiencias, mientras se construye colectivamente el conocimiento mediante un proceso de participación que incluya la diversidad cultural siendo multitemática y teórico-práctica. Participación que conlleva a la producción de conocimiento en un “diálogo que concede un rol activo a la comunidad, estimula su participación en el diagnóstico y resolución de sus necesidades, poniendo fin a la imposición de lógicas externas que se apropian de la evaluación local y cultural” (Durston y Miranda, 2002, p. 8). Atendiendo el Artículo 19 de la Ley 115 de 1994 (Congreso de la República de Colombia, 1994), el cual busca la proyección de la escuela hacia la comunidad, mediante proyectos transversales o trabajos de campo, entre ellos los proyectos ambientales escolares mejor conocidos como PRAE, reglamentados mediante el Decreto 1743 de 1994 (Mineducación, 1994), los cuales contribuyen a garantizar el respeto del derecho contemplado en el Artículo 79 de la Constitución Política de Colombia.

 

Para lo cual, se planteó como objetivo general: interpretar estrategias pedagógicas que puedan generar comprensión y conciencia ambiental crítica en el manejo y conservación de la microcuenca Jaraguay. Y como objetivos específicos:

 

  • Comprender las subjetividades socioambientales, las actitudes y comportamiento de los habitantes frente a las afectaciones en la microcuenca Jaraguay.
  • Definir unas líneas pedagógicas que aporten elementos básicos en la formación ambiental de la comunidad del 20 de Enero.

 

Desde el marco del desarrollo social y humano, la educación es uno de los pilares fundamentales para la transformación de conciencias en los miembros de la sociedad, que vincule el cambio en el pensamiento y se traslade a la acción, argumentado desde el trascender de la conciencia humana que describe Freire en la cita que realiza Streck et al. (2015, pp. 103-104); como una alternativa de sustentabilidad de la vida en el planeta, donde el hombre aprende a convivir sanamente con la naturaleza, preservarla y transformarla en función de sus necesidades, sin comprometer con ello el desarrollo y el buen vivir de las generaciones futuras. Lo cual, es acorde con la definición de educación ambiental en Colombia, citada en la Ley 1549 de 2012, la cual busca la construcción de sustentabilidad ambiental y justicia social.

 

En este sentido, la transformación de conciencia en la sociedad, que se puede alcanzar a través de los procesos de participación, teniendo en cuenta la contemplación que realiza Bolaños (2003) sobre las transformaciones sociales para avanzar en el bienestar social mediante la participación activa, y las propuestas de Alea (2008) en torno a los procesos de formación ambiental, que deben promover cambios cualitativos y cuantitativos en la personalidad del individuo, tomando como punto de partida la situación histórico-cultural concreta del medio en el que se desenvuelve (Matos y Flores, 2016, p. 25) e “histórico-social (económicas, políticas, discursivas, culturales, etcétera), ante las cuales el sujeto crea, configura una intelección, se da un sentido para sí en relación con los otros” (Ramírez y Anzaldúa, 2014, p. 173); relación social que va creando factores simbólicos sociales en el contexto que desarrollan en el sujeto, subjetividades que se evidencian es su forma de pensar y actuar en el mundo que les rodea.

 

Según Félix Guattari (citado por Palacios-Mena y Herrera-González, 2013, p. 415), las subjetividades contribuyen a la construcción de la realidad; “realidad ontológica del ser humano que, siendo psicológica, no atañe a una esencia interna del individuo, sino que por el contrario tiene un carácter social” (Duque et al., 2016, p. 130). Asimismo, las subjetividades “producen un tipo de mentalidad congruente con las condiciones culturales existentes” (Aquino, 2013, p. 261); móviles, transicionales y cambiantes (Muñoz, 2007, p. 71). Lo cual coincide con lo expresado por Amartya Sen: “nuestras relaciones con el mundo dependen de nuestra visión de nosotros mismos”, donde las dinámicas de la relación del ser humano con la naturaleza dependen de las relaciones sociales, lo cual se alinea con el siguiente pensar:

 

El medio ambiente debe ser pensado de forma permanente por el campo educativo, en especial, el didáctico como espacio que —en este caso— se ocupa de enseñar a pensar en relación con el ambiente, como sujetos integrantes de los factores físico-naturales y simbólico-sociales que lo conforman. (Robles, 2015).

 

Por su parte, Capra (2004) plantea que la comunidad juega un papel fundamental en la comprensión de la sustentabilidad en torno a vinculación de los colegios, mediante la interdisciplinariedad de los currículos orientados al alfabetismo ecológico, donde el proceso de aprendizaje está basado en proyectos, pues no solamente brinda a los estudiantes importantes experiencias de cooperación, tutela e integración de diversas inteligencias, sino que también constituye una mejor forma de aprender, para así alcanzar una sociedad sustentable, la cual el autor define como “aquella capaz de satisfacer sus necesidades sin disminuir las posibilidades de las generaciones futuras”.

 

Conciencia ambiental crítica sostenible. A partir de las definiciones y descripciones de conciencia ambiental de Febles (citado por García, 2006), descripción de actitudes ambientales de Rivera-Jacinto y Rodríguez-Ulloa (2009), Holahan (citado por Álvarez y Vega, 2009, p. 247) y Corral (2010 citado por Amérigo et al., 2013), es posible describir la conciencia ambiental crítica como el resultado de un proceso de formación que involucra la transformación de conciencia del ser humano, en el cual adquiere a través del pensamiento autónomo la capacidad de análisis, reflexión acerca de las acciones realizadas por sí mismo y por sus semejantes sobre la naturaleza, reflejadas en sus actitudes, comportamientos y cambios en su estilo de vida, con el fin de contribuir a la preservación de la vida a través de su sentido de respeto y responsabilidad hacia la naturaleza. Conciencia ambiental crítica que puede trascender a ser sostenible en la medida en que los cambios en el estilo de vida se enlacen a los factores simbólicos culturales. En este sentido, la educación ambiental debe tener un “antes” y un “después” reflejados en los cambios conductuales de las personas, considerando una pedagogía de la acción para la acción, que consiste en hacer que cada persona comprenda las articulaciones económicas, políticas y ecológicas de la sociedad, siendo necesario para esto considerar al medio ambiente en su totalidad, buscando la capacitación y un efecto multiplicador de la información, promoviendo el respeto y manejo adecuado de los recursos naturales mediante la participación e implicación en la toma de decisiones, para buscar solución a los problemas relacionados con su propio desarrollo, el que se encuentra enmarcado en el saber ambiental, el cual es descrito por Leff (2006) quien nos habla del diálogo de saberes entre lo tradicional y lo moderno, para la revalorización y reinvención de necesidades culturales.

 

Lineamientos pedagógicos. A partir del ámbito pedagógico, se puede citar a Limón (1999) quien nos dice que la pedagogía ambiental entiende el conocimiento como un proceso de reflexión y construcción de nuevos conceptos, un conocimiento interdisciplinar que atraviesa todos los ámbitos disciplinares, abandonando, por lo tanto, el antiguo concepto sectorial y segregado de las disciplinas académicas y donde se parte del estado actual de la persona teniendo en cuenta sus conocimientos previos y capacidades infundados por la academia, lo social y lo cultural, de tal forma que se incorporen rápidamente al proceso de enseñanza-aprendizaje. Apreciación que se puede asociar al concepto de lineamientos pedagógicos del Ministerio de Educación Nacional de Colombia.

 

Estrategias pedagógicas. Matos y Flores (2016) plantean que “las estrategias de aprendizaje no son independientes de la enseñanza, pues aunque son impartidas por el docente luego pueden ser utilizadas por parte del estudiante en forma autónoma, de tal modo que aprenden a aprender” (p. 91). Por su parte, Berrezueta (2016) nos habla de los fundamentos de las estrategias pedagógicas dilucidados en diferentes dimensiones tales como la filosófica, la sociológica, la sicológica y la pedagógica, las cuales deben converger en este tipo de estrategias, que conlleven al buen vivir, pues —según el autor— se deben fortalecer los principios éticos-humanistas que hacen parte de la vida del hombre que se centran en las “necesidades objetivas de una época”, centrados en la situación histórico-cultural en la cual se encuentra inmerso.

 

Un componente que consideramos imprescindible en la construcción de una estrategia pedagógica, es la participación de la comunidad en la construcción de su propios currículos, como se expresa en la estrategia curricular llevada adelante por la Defensoría del Pueblo (2009), que completa su ruta curricular con una didáctica participativa “que permite que las comunidades definan los ejes que más están problematizando la realidad y los crucen desde un enfoque de derechos afectados, con los sujetos sociales más significativos del territorio”. 

 


 

 

Materiales y métodos

 

La hermenéutica brinda las bases para la interpretación cualitativa de las estrategias pedagógicas que pueden generar comprensión y conciencia ambiental, en la medida en que se relaciona con la comprensión de las subjetividades socioambientales, a partir de las actitudes y comportamientos de los habitantes frente a las afectaciones en la microcuenca.

 

Teniendo en cuenta lo descrito por Morella (2006), la hermenéutica es considerada como la teoría de la interpretación, pues guarda una estrecha relación con el contexto, en la medida en que trata de introducirse en el contenido y la dinámica de la persona estudiada y en sus implicaciones, buscando estructurar una interpretación coherente del todo, dejando ver al investigador como un observador de las dinámicas sociales y del comportamiento o acciones humanas que, según Packer (2010), deben estudiarse en la hermenéutica con base en dos enfoques: la percepción y el holístico.

 

Como principal unidad de trabajo, se optó por la comunidad perteneciente al barrio 20 de Enero del municipio de Valencia (Córdoba), que se encuentra ubicada en el casco urbano del municipio y limita con la microcuenca Jaraguay. Cuenta con 98 viviendas y aproximadamente 575 habitantes, pertenecientes a un estrato socioeconómico bajo, con altos índices de pobreza en el periodo que corresponde al año 2018.

 

La microcuenca ha sido considerada como un lugar de esparcimiento en décadas anteriores, atractivo que ha perdido por actividades antrópicas que la han contaminado con residuos sólidos; sumado a la erosión que sufre el talud.

 

Para esta investigación se trabajó bajo la siguiente pregunta: ¿qué estrategias pedagógicas generan comprensión y conciencia ambiental crítica en el manejo y conservación de la microcuenca Jaraguay? Por lo cual, se seleccionó una muestra a cuotas de la comunidad, aplicando una escogencia no probabilística estratificada por rango de edades, para un total de 98 habitantes que hacen referencia al número de viviendas. Como unidad de trabajo secundaria se escogieron los representantes de las instituciones, entidades que forman parte de los actores externos. Utilizando técnicas de recolección de la información tales como entrevistas no estructuradas, testimonios libres, observación directa, grupos focales.

 


 

 

Resultados y discusión

 

Las subjetividades se analizaron a nivel de pensamiento y comprensión hacia la problemáticas socioambiental, comportamental y percepción hacia la microcuenca, tal como se relacionan en la Tabla 1.

 

En la comunidad se deja ver la dialéctica existente del concepto que tienen de sí mismos como sociedad, puesto que por un lado consideran a la sociedad como agente contaminante y destructora de la naturaleza y su propia cultura, que a través de sus acciones y justificación es capaz de contaminar el pensamiento de otros en especial el de los más jóvenes, enraizando este pensar en la cultura local por medio de un supuesto saber popular y unos saberes equívocos transmitidos de una generación a otra. Contaminación cultural que puede terminar en la erosión de la sociedad haciendo alusión al desgaste, desintegración, pérdida de las raíces que forman el tejido social, en un contexto donde cada persona busca la satisfacción de sus necesidades sin tener presente el beneficio colectivo, surgiendo actitudes colectivas como resultado de actividades individuales equivocadas.

 

 

Tabla 1. Subjetividades identificadas en la comunidad.

 

Fuente: elaboración propia.

 

En estos choques de subjetividades, la sociedad y la naturaleza adquieren un rol activo, donde la naturaleza direcciona la relación, pero a su vez la relación entre los seres humanos repercute directamente en sus relaciones con la naturaleza, y se genera una unidad basada en valores ambientales, por lo cual no conciben la idea de la ruptura de la relación entre el ser humano y la naturaleza, pues entienden que esta relación es vital para la preservación y la supervivencia del ser humano; puesto que presentan conciencia sobre las problemáticas socioambientales que les rodean y de los beneficios ambientales que les brinda la microcuenca.

 

Considerando que la erosión del talud es consecuencia de la extracción continua de recursos maderables por parte de los miembros de la comunidad y de comunidades vecinas, adicionalmente reconocen la amenaza a la vida por la contaminación del agua a causa de los residuos sólidos depositados en ella, convirtiendo el lugar en un basurero comunitario a cielo abierto, acciones que son reconocidas por los miembros de la comunidad, por la Junta de Acción Comunal (JAC) y por parte de algunos actores externos. Es de destacar que los actores externos a los cuales se hace referencia son aquellos que fueron identificados por la comunidad y se relacionan en la Tabla 2.

 

Tabla 2. Actores principales identificados por la comunidad, claves para la transformación del conflicto socioambiental.

 

Fuente: elaboración propia.

 

Los miembros de la comunidad al igual que los actores externos identificaron a los habitantes de esta comunidad como el actor principal, pues en ellos radica tanto la problemática como la solución de la misma, siempre y cuando se logre la transformación de conciencia, que se vea reflejada en cambios de tipo comportamental y actitudinal.

 

Para ello, consideran necesario el liderazgo de la JAC. De tal forma que conozcan el portafolio de servicios adicionales que tienen otras entidades e instituciones, como la Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria - UMATA, la Policía Nacional e, incluso, un acercamiento o articulación con los PRAE de las instituciones educativas.

 

En este sentido, la comunidad no solo hace referencia a los habitantes del 20 de Enero, se extiende también a los actores externos en la comprensión de las subjetividades, percepciones y visión a futuro.

 

A partir de la identificación de los actores clave para la transformación del conflicto socioambiental, se procedió a realizar una serie de entrevistas para determinar las subjetividades socioambientales de estos actores externos en relación a la comunidad del 20 de Enero y a la microcuenca Jaraguay, resaltando en la Tabla 3 aspectos puntuales: valores humanos, resiliencia, prevención del riesgo e inclusión. Estas subjetividades se utilizaron para establecer las líneas pedagógicas bases para las estrategias, haciendo especial énfasis en las relaciones dinámicas ser humano-sociedad, ser humano-naturaleza, sociedad-naturaleza.

 

 

Tabla 3. Subjetividades identificadas en los actores externos.

 

Fuente: elaboración propia.

 

Líneas pedagógicas para la formación ambiental comunitaria. El sistema educativo formal representa una base para llegar a definir las líneas pedagógicas que se pueden implementar en formación ambiental comunitaria, puesto que el objetivo en la educación formal, informal, popular o comunitaria consiste en educar a la humanidad para la construcción de una mejor sociedad, donde el ser humano conviva de forma positiva con la sociedad y el medio ambiente; soportado en los planteamientos del Mineducación (1998) sobre la construcción de valores y actitudes positivas para el mejoramiento de las interacciones ser humano-sociedad-naturaleza mediante la educación.

 

Por lo cual, las líneas pedagógicas de la formación comunitaria que se definen, están basadas en los criterios de la Política Nacional de Educación Ambiental en Colombia (PNEA) definidas por PNEA (2002, pp. 23-24).

 

Direccionamiento de las líneas pedagógicas. Incentivar la autorreflexión del accionar de la comunidad a través de radiografías tomadas desde el interior de la comunidad, donde el diálogo y la participación de los diferentes actores permitan un intercambio de experiencias que contribuyan a la construcción del conocimiento colectivo y la transformación de problemáticas socioambientales presentes en la comunidad, en un proceso formativo que contribuya a la emancipación a nivel individual, mientras fortalece lazos de respeto y sana convivencia entre los seres humanos, la sociedad y la naturaleza, a la cual pertenecen. Dejando ver al hombre como sujeto activo, lo cual se apoya en los planteamientos de Freire sobre la educación problematizada, “la cual parte de un momento de reflexión, de una realidad concreta y donde se organiza un proyecto de acción que deberá convertirse en acción efectiva sobre la realidad” (Jannuzzi, 1979 citado por Streck et al., 2015).

 

¿Para qué enseñar? Los conflictos de intereses, los cuales son reconocidos como debilidades, generan a nivel local desmotivación, pues la falta de interés de algunos miembros de la comunidad contamina el interés de los otros, lo cual repercute en los resultados de las actividades que han sido desarrolladas en torno a la microcuenca, pues no se evidencian cambios positivos. Para lograrlos, consideran que es necesario trabajar en las bases de las relaciones sociales que contribuyan a la unión de la comunidad y resiliencia, siendo esto posible en el marco de los valores humanos y la inclusión, los cuales construyen los ambientes para la convivencia claves en la relación hombre-sociedad. En ese sentido, los valores humanos pueden ser extendidos hacia una naturaleza viva donde el ser humano desarrolle una sana convivencia con su entorno, lo respete, valore y proteja. Teniendo en cuenta la diversidad, nivel académico y cultural; donde la inclusión juega un papel fundamental en el proceso formativo, pues al no tenerse en cuenta puede dificultar la asimilación e interiorización de la información en los procesos de formación.

 

En el aspecto cultural hay campesinos, e indígenas de la comunidad Embera Katío —desplazados de su territorio por el desarrollo, tal como lo explica De Sousa (2014, p. 91)—, lo que habla de la riqueza multicultural, encontrando distintas formas de pensamiento, actitud y comportamiento, propias de las diferentes costumbres o culturas presentes, siendo una oportunidad para mejorar las relaciones sociales y ayudar a que exista un desarrollo del pensamiento reflejado en las acciones, que puedan aportar al mejoramiento de las condiciones de vida y del comportamiento con el medio que los rodea; inclusión que cobija el acercamiento de la educación ambiental formal en el proceso formativo comunitario. En este sentido, la inclusión de la diversidad educativa y cultural busca el intercambio de experiencias y de saberes, enriqueciendo un proceso formativo ambiental que se construye en el ejercicio del mismo. Donde la inclusión transciende el ámbito de la escuela y de la educación porque supone un pensamiento social transformador, llegando a constituir una verdadera filosofía de la inclusión; es decir, la educación inclusiva forma parte de un proceso de inclusión social más amplio en la toma de decisiones que dirigen su funcionamiento. Los miembros de la escuela deben participar responsablemente en la construcción de una comunidad solidaria (Parrilla, 2002 citado por Puente, 2009, p. 17).

 

De esta forma, el proceso dinámico conlleva al mejoramiento de la calidad de vida de la comunidad, refiriéndose a un ambiente sano que habla de la relación ser humano-naturaleza (ambiente físico), siendo necesario enfocar la transformación del conflicto socioambiental en el fomento a los sistemas de prevención del riesgo, de tal forma que la formación ambiental a nivel de comunidad propicie la adquisición de conocimiento y conciencia individual y colectiva sobre las amenazas, la vulnerabilidad y riesgos en los cuales ellos —como comunidad— deben contribuir a mitigar, a través de sus acciones individuales y colectivas. Amenazas, vulnerabilidades y riesgos identificados a través del razonamiento colectivo, la autoevaluación y reflexión propia del contexto, pueden contribuir en los procesos de mitigación y autopromoción de la disminución de la vulnerabilidad y, por ende, del riesgo.

 

Identificación de necesidades formativas. Teniendo en cuenta el tipo de problemáticas evidenciadas con anterioridad, se plantean dos ejes temáticos principales, a partir del planteamiento de alternativas de solución y mitigación de las problemáticas ambientales, expresadas por la comunidad.

 

Tales como manejo adecuado de residuos sólidos, comprendiendo temáticas relacionadas con abonos orgánicos, beneficios e implementación de huertas caseras, reciclaje, al igual que ejes temáticos que comprendan la conservación de las fuentes hídricas.

 

Estrategias pedagógicas. Las estrategias pedagógicas planteadas buscan condensar de forma integrada y dinámica las líneas pedagógicas (ser humano-sociedad y sociedad-naturaleza), necesidades formativas, articulación de actores internos y externos, en la medida en que se relacionan con los ambientes de aprendizaje. Se trata de articular estrategias socioafectivas que propicien un ambiente agradable para el aprendizaje, de tal forma que incorporen los fundamentos de las estrategias pedagógicas que describe Berrezueta (2016), enfocados en el alcance del buen vivir.

 

Taller de manualidades con material reciclado como estrategia pedagógica de reutilización de residuos sólidos inorgánicos y fortalecimiento del tejido social de la comunidad del 20 de Enero. Este tipo de estrategia permite plantear objetivos transversales, que de forma simultánea cobijan alcances a nivel artístico, social y ambiental, trabajando temáticas relacionadas con el manejo adecuado de los residuos sólidos inorgánicos, incorporando aspectos importantes como la separación de residuos en la fuente, de tal forma que se busca dar una segunda oportunidad a esos residuos sólidos mediante la transformación del material.

 

A nivel cognitivo fomenta la creatividad y en el aspecto afectivo-social favorece el trabajo en equipo participativo y la utilización del tiempo libre, incorporando el ambiente de convivencia.

 

Con este tipo de actividades se contribuye a crear el hábito de separación de residuos en la fuente, pues aquellos sólidos aprovechables que no sean usados en la actividad pedagógica pueden ser recolectados por la empresa de reciclaje y los no aprovechables por la empresa de aseo municipal, evitando en gran medida el depósito de estos residuos en la ribera del afluente.

 

Esta estrategia permite la elaboración participativa de material pedagógico (didáctico, informativo) para promover el cuidado de la microcuenca. Este tipo de actividades tiene un gran potencial si los participantes son quienes construyen los mensajes a través de un proceso de reflexión y negociación colectiva en la medida que permite el intercambio, integración y apropiación de factores simbólico-culturales de esta comunidad.

 

Teniendo en cuenta las anécdotas narradas por algunos de ellos, donde hacen referencia a trabajos anteriores con material de desecho que le han dado a su comunidad reconocimiento, es significativo que consideren que el éxito se debió a la unión y trabajo en equipo, lo cual demuestra la capacidad de constancia para la recolección de residuos específicos con miras de alcanzar un objetivo colectivo.

 

Es posible destacar que poca constancia o hábito de separación de residuos en la fuente, es la principal dificultad que presentan los proyectos relacionados con esta estrategia pedagógica, por ejemplo: Sánchez y Cruz (2016) hablan sobre la problemática en el manejo de residuos sólidos en ciudades como Bogotá y de cómo se logró mitigar en el año 2012 la cantidad de residuos que llegan al relleno sanitario de Doña Juana, gracias al programa Basura Cero desarrollado por la alcaldía de Bogotá en articulación con los recicladores de oficio, pero a la vez manifiestan que se deben fortalecer campañas que promuevan un consumo responsable y aprovechamiento de residuos (en especial los orgánicos) pero, sobre todo, en la separación de residuos en la fuente por parte de la población en general. Lo cual, enfatiza que el problema principal radica en que a la población le faltan hábitos de separación de residuos en la fuente.

 

Permacultura como estrategia pedagógica de fortalecimiento de la relación entre los habitantes del 20 de Enero con la microcuenca Jaraguay. La permacultura puede ser entendida, a partir de las definiciones de Mollison (1994) y Holmgren (2013), como una convergencia de la cultura, la agricultura orgánica (naturaleza) y la ética de forma permanente; lo cual, se ajusta a los lineamientos pedagógicos antes descritos.

 

La estrategia pedagógica toma como base la interculturalidad que presenta esta comunidad y el hecho de limitar entre lo urbano y lo rural. La estrategia pedagógica se fortalece en la cultura campesina que tienen algunos habitantes de la comunidad, puesto que es notable la implementación de patios productivos con pequeñas huertas en espacios reducidos. Esta estrategia pedagógica permite implementar proyectos para el manejo de residuos sólidos orgánicos en la elaboración de abonos orgánicos como el compostaje, la lombricultura y a la vez contribuir al mejoramiento de la calidad de vida y nutrición de la comunidad, al mismo tiempo que, directa e indirectamente, se evita el depósito de este tipo de residuos en la ribera de la quebrada.

 

Restauración asistida del bosque de galería del sector del 20 de Enero en jornadas de reconciliación con la naturaleza, como estrategia pedagógica para el fortalecimiento de las relaciones entre los actores internos y externos con la quebrada Jaraguay. Estrategia pedagógica que involucra un gran número de actores, puesto que el proceso consiste en la reforestación, mantenimiento y preservación de las zonas reforestadas de la ribera de la quebrada Jaraguay en el sector del 20 de Enero y del bosque de galería existente, lo cual involucra un alto grado de compromiso. Para ello, el padrinaje locativo por familias propuesto por la comunidad incluye el compromiso y la responsabilidad de las familias involucradas en la protección y conservación de los puntos verdes existentes en el bosque de galería y de aquellos sembrados durante las jornadas de reforestación, pero este compromiso necesita control y seguimiento por parte de la JAC y su Comité Ambiental.

 

A nivel socioafectivo, esta estrategia pedagógica contribuye al trabajo en equipo e integración de diferentes actores, convirtiéndose en espacios para el intercambio de experiencias, adquisición de compromisos ambientales y, sobre todo, articulación entre los diferentes proyectos ambientales propios de cada entidad, con esta comunidad.

 

Esta estrategia pedagógica es diversa, pues se centra de diferentes formas según el actor involucrado. Como bien dice la estrategia, es asistida y se centra inicialmente en el formador, pues de él depende parte de las orientaciones para la realización de la actividad, las cuales van desde las especificaciones técnicas de los árboles escogidos para reforestación hasta la técnica mediante la cual se realiza la siembra.

 

Para el caso de los jóvenes pertenecientes al PRAE de la educación formal y para los miembros de la comunidad, la estrategia pedagógica se centra en el proceso a corto y mediano plazo, mediante modelos didácticos operativos nacidos del constructivismo de Piaget, pues se parte de las experiencias vivenciales, de la historia propia de la comunidad objeto de estudio, seguido de la reflexión y análisis de la subjetividades tejidas en torno a la relación de la comunidad con la microcuenca y de los actores externos hacia ella. La documentación, por su parte, debe construirse a medida que se desarrollan las jornadas, pues el registro fílmico y fotográfico puede evidenciar si existe un cambio significativo en la preservación y conservación del bosque de galería de esta microcuenca. Esta comprobación afirma y da certezas a la ampliación del conocimiento, pues se incorpora en la memoria de la comunidad al mismo tiempo que se realiza la aplicación, repitiendo el ciclo periódicamente pero ya partiendo de las nuevas experiencias vivenciales.

 

Jornada demostrativa del desarrollo socioambiental en la comunidad del 20 de Enero, como estrategia pedagógica evaluativa para el mejoramiento continuo del proceso formativo. Se describe como una estrategia pedagógica, puesto que permite la interacción entre los habitantes partícipes del proceso formativo con aquellos que han sido ajenos a él, y lo hace en torno a cada una de las propuestas formativas que interactúan y permiten la socialización de los resultados, puesto que la socialización estará a cargo de ellos, asumiendo en ese momento el rol de formadores. Así se proyectan como multiplicadores de la información y hablarán desde su experiencia, dejando en evidencia el antes y el después a nivel social y ambiental, por lo cual la estrategia se convierte en otra forma de evaluar el proceso. Evaluación que debe ser tomada como retroalimentación que permita identificar las nuevas debilidades y fortalezas de esta comunidad, para la resolución de la problemática socioambiental.

 


 

Conclusiones

 

La contemplación de las subjetividades socioambientales de los actores internos y externos, como punto de partida para establecer las líneas pedagógicas básicas para la formación ambiental de la comunidad, permite desarrollar un plan de formación ambiental contextualizado, donde la comunidad o sociedad adquiere un rol activo fundamental para el reconocimiento y entendimiento de las problemáticas de tipo ambiental que les rodea, en el que la formación ambiental comunitaria debe contrastar un “antes” y un “después” reflejados en los cambios conductuales de las personas, desarrollando la formación ambiental a través de una pedagogía de la acción para la acción.

 

A partir de las subjetividades se puede decir que la comunidad, a nivel interno, presenta necesidades básicas que entran en conflictos de intereses entre los miembros de la comunidad, sobre todo cuando la microcuenca adquiere una función específica, ya sea como fuente del recurso hídrico, proveedor de madera, punto de recreación, vertedero de residuos sólidos, entre otros. Asistimos a la posibilidad de transformar (formativamente) el conflicto entre la relaciones ser humano-sociedad que repercuten en una relación negativa entre sociedad-naturaleza, lo cual va muy de acuerdo con las actitudes ambientales definidas por Holahan (2012) desde la psicología ambiental, pero también permite abordar su resolución.

 

Los miembros de la comunidad son capaces de identificar los actores que pueden contribuir en la transformación de las problemáticas que se pueden presentar, de igual forma son conocedores de cuáles proyectos o entidades realizan actividades en su comunidad; donde el componente ambiental se encuentra articulado a gran parte de los proyectos comunitarios, por lo cual, puede ser considerado como una oportunidad de mejoramiento, siempre y cuando se logren discernir y direccionar hacia la resolución de las problemáticas ambientales por medio de la capacitación de los habitantes.

 

Las estrategias pedagógicas planteadas se pueden desarrollar en la cotidianidad, lo cual puede permitir que la comunidad sea capaz de capacitarse o buscar capacitarse a sí misma con las herramientas pedagógicas y didácticas adecuadas; las cuales han surgido partiendo de su propia necesidad y potencialidades. En este sentido, las juntas de acción comunal se pueden considerar como promotoras de la formación ambiental comunitaria, en tanto líderes sociales con la función de organizar y fortalecer un comité ambiental comunal (CAC), pero debido a la baja experiencia asociativa y solidaria y el bajo nivel educativo de los miembros de este tipo de comunidades, deben buscar apoyo para las capacitaciones en actores externos, capaces de intervenir partiendo de las capacidades que tiene la comunidad para identificar las problemáticas ambientales de su entorno, las causas y las consecuencias de las mismas, y lo hagan con base en la escucha, el dinamismo y la capacidad de desaprender y reaprender.

 


 

Recomendaciones

 

Orientar los procesos formativos ambientales hacia el reconocimiento de los beneficios proporcionados por una microcuenca sana que transmite espiritualidades a los niños y jóvenes, al mismo tiempo que se trabaja por la conservación y preservación de la flora y fauna existente en su dominio. Y acompañarlos de la identificación y reconocimiento de los efectos y consecuencias de las acciones contaminantes que la impactan, de manera que permita el planteamiento de alternativas y estrategias para la prevención, mitigación y solución de los efectos identificados, manteniendo un rol activo, participativo, incluyente por parte de los miembros de la comunidad.

 

El gobierno local debe contemplar la incorporación en el Plan de Desarrollo Municipal de las estrategias pedagógicas descritas, de tal forma que la oficina o entidad con mayor afinidad, coordine y cogestione su implementación con la JAC de este sector y con la vinculación y articulación de los otros actores externos.

 

Las festividades realizadas por la comunidad para el aniversario del barrio, se pueden convertir en un escenario para la presentación de resultados del proceso formativo e inicio de la ejecución de la estrategia pedagógica evaluativa, puesto que esta festividad es reconocida a nivel municipal y cuenta con la participación de representantes del gobierno local y es ampliada a toda la comunidad valenciana.

 

Vincular en el proceso formativo a la población indígena Embera Katío que se encuentra asentada en esta comunidad, porque su conocimiento de tipo ancestral y su simbología cultural en torno al medio ambiente debe ser un enriquecedor del proceso formativo ambiental comunitario, pues es sabido que los miembros de la comunidad Embera se consideran a sí mismos como provenientes de la naturaleza, como hijos del agua, del Okendo y de la madre tierra. Esto permitirá fortalecer la interculturalidad y la integración de esta población a la comunidad, mejorando los ambientes de convivencia interétnica. 

 


 

Potencial conflicto de intereses

 

La autora declara que en su investigación no hay ningún potencial conflicto de intereses. 

 


 

Fuentes de financiación

 

La fuente de financiación utilizada para la ejecución de la investigación fue propia del autor.

 


 

Referencias

 

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1 Candidata a Magíster en Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente de la Universidad de Manizales. Manizales, Colombia. E-mail: This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

 


 

Para citar este artículo: Ordóñez, K. M. (2020). Estrategias pedagógicas para la formación ambiental a partir de las subjetividades socioambientales. Luna Azul, 51, 77-94. Doi: 10.17151/luaz.2020.51.5


 

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Public participation in Environmental Impact Assessment (EIA): acceptance of the impact

 

Héctor Damián Mosquera-Benítez1

 

Recibido: 17 de julio de 2019 Aprobado: 16 de enero de 2020 Actualizado: 28 junio de 2020

 

Doi: 10.17151/luaz.2020.51.4

 

Abstract

 

This paper presents the results of exploratory research related to the attributes assigned to environmental impacts, which followed a qualitative assessment methodology. This methodology is widely used in Colombia; however, a variable that represents the participation of the communities in the evaluation of the environmental impact is sought. The Colombian regulations and continuous legal sentences on prior consultation issues in black communities’ and indigenous reserve territories, as well as the collective characteristics of these properties, deserve the inclusion of a variable that measures public participation in the assessment of environmental impacts. Particularly in the Chocó territory, it is necessary to include an additional attribute apart from those required in the qualitative assessment (which can be extended to collective property territories throughout the country or globally) that represents the communities’ will. Therefore, the decision to carry out a project, work or activity is only made after consideration of a greater human approach and without discrediting other environmental factors involved in these areas, which are potentially sensitive to environmental effects. It was determined that the acceptability of projects and environmental impacts are part of the decision-making process made by the environmental authority, but communities are typically not considered. The possibility of obtaining community acceptability as a part of the methodology for assessing environmental impacts, that is, as a variable or additional attribute of an environmental impact assessment, has not been previously considered and makes this work novel.

 

Keywords: community participation, environmental impact, environmental impact assessment.

 

Participación pública en Evaluación de Impacto Ambiental (EIA): aceptación del impacto

 

Resumen

 

Este trabajo presenta los resultados de una investigación exploratoria relacionada con los atributos asignados a los impactos ambientales y teniendo en cuenta la metodología de valoración cualitativa, ampliamente utilizada en Colombia; sin embargo, se busca también, una variable que represente la participación de las comunidades en la evaluación de los impactos ambientales. Las normas colombianas y las continuas sentencias sobre la legalidad de la consulta previa en territorios de propiedad colectiva de comunidades negras e indígenas, amerita la inclusion de una variable que mida la participación pública en la evaluación del impacto ambiental. Particularmente para el territorio chocoano, es necesario incluir un atributo adicional a aquellos que hacen parte de la valoración cualitativa (que se puede extender a territorios colectivos del orden nacional y mundial) y que represente a las comunidades, para que la decisión de ejecutar un proyecto, obra o actividad se tome con mayor sentido humano, sin el menoscabo de los otros factores ambientales implicados en las áreas potencialmente sensibles a los efectos sobre el ambiente. Se encontró que la aceptabilidad de los proyectos y de los impactos ambientales existe como parte del proceso de toma de decisiones desde la perspectiva de la autoridad ambiental y escasamente por parte de las comunidades o Stakeholders. Lo que no se pudo encontrar fue la posibilidad que dicha aceptabilidad haga parte de las metodologías de valoración de los impactos ambientales, en términos de una variable o atributo adicional de un impacto ambiental y ese aspecto convierte este trabajo en una novedad.

 

Palabras clave: participación comunitaria, impacto ambiental, evaluación del impacto ambiental.

 


 

1. Introduction

 

The Colombian legislation, from the Political Constitution, laws, decrees and pertinent resolutions, regulates the participation and prior consultation of the black and indigenous communities in the collective territories of their property. This is particularly seen when carrying out projects, works or activities, related to the exploitation of natural resources and the construction of roads, ports and similar infrastructure works. Even legal protection is related to political, programmatic decisions that potentially affect the interests of these communities; these legal considerations are stated in article 330 of the Political Constitution of Colombia, Law 21 of 1991, Law 70 of 1993, Law 99 of 1993 and Decree 1320 of 1998.

 

The constitutional, legislative and executive mandate is clear regarding the obligation to carry out prior consultation in projects, works or activities intended to be done in territories of black and indigenous communities in Colombia (Rodríguez- Becerra and Espinoza, 2002; Rodríguez and Muñoz Ávila, 2015; Sánchez, 2012).

In Colombia, Environmental Impact Assessment (EIA) and the Strategic Environmental Assessment (EAE) process include public participation as a right of communities for the success of projects that require environmental licenses (Perilla, 2015).

 

This article aims to raise a discussion about the need to obtain an expression that represents the participation of communities in the methods used to assess environmental impacts in such a way that the established legal mandates are reflected in them.

To achieve this purpose, an extensive literature review of specialized publications at the international and national levels, and environmental studies done in Colombia,  particularly in regions such as the department of Chocó, was conducted.   

 

The review did not suggest a variable that represents the communities in the mathematical expressions used to measure environmental impact in territories with black and indigenous communities. It is therefore necessary to propose that environmental impact assessments in these communities be modified to include their acceptance or rejection when carrying out any interventions in their geographical areas. 

 

2. State of the art

 

The first identified model regarding the level of participation of communities is the “Arnstein’s model”, which is also, known as “the Participation Ladder”, and consists of a ladder with rungs that correspond to the extent of the citizen’ power in determining a plan and/or program subject to consultation. This ladder begins with its lowest participation level referred to as “manipulation” and ends in the highest degree called “citizen control”. There is no participation in the lowest rung, which improves while moving up to the highest level of effective participation (Arnstein, 1969); an interesting analysis posed by Arnstein debates who bears the power when important decisions are made during a participation process.

 

However, the model of “public acceptability”, proposed by John Thomas; suggests that the desirable degree of public participation varies according to the subject; the issues that require a greater “acceptability” demand greater participation, whereas the issues with higher “quality” requirements are less demanding. This also considers “political participation” versus “technical participation”, according to Thomas (1993) who unveils the need for raising the information or training level for the interested parties in his approach.

 

During the EIA process, Roberts (1995) considered  necessary to involve the public; he used the term “public involvement” and then divided it into “consultation” and “participation”. “Consultation includes education, shared information and negotiation, with the aim of making better decisions. While participation means incorporating the public into the decision-making process” (Sánchez, 2011). In this analysis, both terms are considered equal, since both cases involve the influence of the public on decision-making processes.

 

Public consultation for environmental decisions is not always attached to a legal mandate required by governmental entities; rather, it can be conducted “voluntarily” by overseeing the start of it by the companies involved during the implementation of the investment projects, which is known as “voluntary participation”. The suggestion of Azinger (1998), is that after feeling the need for public consultation, the company must identify the stakeholders, which are normally communities in the project’s area of influence, and the process must be then planned with them (Azinger, 1998).

 

More recently, Canadian Scholars proposed the Civic Environmental Assessment model (Civic EA), which intends to redefine public participation on the basis of active citizens, a deliberate and focused spirit towards learning (Sinclair and Diduck, 2017). An interesting proposal is that during its implementation, communities be provided with environmental concepts through short educational processes over the course of a public participation experience. Similarly, some academics have contributed to the theoretical development of public participation in environmental assessment: (e.g., Lienhoop, 2018; Wu et al., 2017; Hasan et al., 2018; Glucker et al., 2013; Meredith, 2000; Salomon and Hoberg, 2014; Bastidas, 2004; Okubo, 2016; Rega and Baldizzone, 2015; Hartley and Wood, 2005).

 

The need to integrate certain variables related to the involvement of communities in determining the importance of impacts that are forecasted during the Environmental Impact Assessment was not be found in the literature. However, the Japanese authors Takahashi and Sato (2015) worked from a different perspective and indicated that “the development of energy systems in the future will depend on the balance between the environmental, economic viability and the public acceptance impact”. In their work, these authors concluded, that alternative energy generation technology may not be sustainable or effective if it poses public acceptance difficulties; whereas other authors, such as Langer et al. (2018), Eswarlal et al. (2014) and Roddis et al. (2018), show advancement in this line of work. Even, Johnson Kanu et al. (2018) recognize the public acceptance variable but insist on the difficulty in measuring it. Public acceptance begins to show the development of a possible attribute for an EIA. Even though this variable appears a lot when Sánchez (2011) mentions that the environmental impacts can be accepted or rejected by communities (Sánchez, 2011), these two expressions (acceptance or rejection) could be the values considered for the acceptance attribute in the implementation of a qualitative assessment for environmental impacts.

 

2.1 Public participation and EIA methodologies

 

The participation of communities could be included in the implemented methodologies to assess environmental impacts, to reduce conflicts and to make the decision-making process more effective. Qualitative Assessment for Environmental Impacts (Valoración Cualitativa de los Impactos Ambientales, VACIA) consists of evaluating “a series of qualities of the environmental impacts, usually using the qualities defined by legislation and getting a numeric value that is called importance” (Garmendia, 2005). This assessment has been used since the emergence of methods used to perform an EIA. Some scholars have shown interest in addressing the issue. For instance, Glasson et al. (2005), suggests that the criteria for assessing the environmental impacts considers “the level of public concern” (Glasson et al. 2005). Similarly, Marilyn Block (1999), presents nine attributes with the same purpose; including the “stakeholders’ concern” (Sánchez, 2011).

 

The Spanish legislation, in regards to the Environmental Impact Assessment for projects (Official Gazette, 2008), refers to the term "acceptable impact" within the "screening" process that is applied to every project to decide those who must undergo an EIA and its level of detail (Gómez Orea, 2013). Likewise, Cantarino (1999) reproduces the content of the paragraph of Article 10 of the Valencian Regulation Law on Environmental Impact Assessments (Official Journal of the Comunitat Valenciana No. 1412, 1990), which expressly states that "the procedures used to determine the degree of social acceptance of the activity, as well as the economic implications of its environmental effects shall be indicated" (Cantarino, 1999). Some authors' approaches were observed regarding the use of the term acceptance of the communities and in relation to the environmental impacts that are forecasted at an environmental decision-making process (which also involves the execution of the projects).

 

The qualitative method, which is addressed by Conesa (2010), (equation 1), was developed based on consultations with expert panels using Delphi's style surveys. It considers eleven (11) attributes to calculate the importance of the impact, without taking into account the participation of communities, as follows: sign (+/-), Intensity (IN), Extension (EX), Moment (MO), Persistence (PE), Reversibility (RV), Recoverability (RB), Synergy (SI), Accumulation (AC), Effect (EF) and Periodicity (PR) (Conesa, 2010). Furthermore, this is determined by the equation:

 

I=+/-(3IN+2EX+MO+PE+RV+SI+AC+EF+PR+RB) (1).

 

The black and indigenous community territories in Colombia, which have great biodiversity, immense aquatic ecosystems and complex cultural and ethnic diversity (Mast et al., 1993), require that the attributes be allocated to impacts that are forecasted for the execution of the projects, works or activities. In addition, these attributes require applicability and express high sensitivity.

 

Although there are approaches related to the acceptance of environmental impacts, normally this refers to acceptance by a government environmental body or authority (e.g., the Spain case), while, considering the communities’ or stakeholders' opinions, even though these opinions often matter very little (as noted by Sánchez (2011)). Amendments to the mathematical expressions used in the VACIA, have not been considered, including the acceptance of the environmental impacts as a quality measurement that is why the study was conducted.

 

Toro (2009), in a proposal for an environmental impact assessment in Colombia, introduced the concept of vulnerability for the calculation of the environmental relevance of a project based on a vulnerability index factor, which changes according to the geographical area with high impact action. In his contribution, Toro does not mention any significant elements related to the role of the black and indigenous communities during the environmental impact assessment process for projects in the territory. In addition, there are not any advances in the acceptability of the environmental impacts by these ethnic communities either.

 

Likewise, Martínez (2010) proposed a methodology for the qualitative assessment of impacts within the Colombian context, where the importance of the impact regarding the environmental quality does not include an attribute related to the level of acceptance of the impacts on the part of ethnic communities (Martínez, 2010).

 

 


 

3. Materials and methods

 

The conducted research had an exploratory scope that used secondary information and documentary data. A comprehensive review of the international literature and the Colombian legislation regarding prior environmental consultation for black and indigenous communities as well as an analysis of environmental impact studies for projects that filed for an environmental license at a regional and national level were conducted. Four hydroelectric projects in the municipality of El Carmen de Atrato, Chocó (Atrato Alto, Atrato Bajo, Río Grande and the Atrato more Río Grande river basins) and a national project for the highway "Vìa al mar (Road to the sea)" stretch Nuquí- Copidijo were examined. In addition, the contributions of the qualitative assessment of environmental impacts from the most recent Ibero-American academics and theoreticians were studied, which included Vicente Conesa (2010) and Alfonso Garmendia (2005) from Spain and José Toro (2009) and Renson Martínez (2010) from Colombia.

 

 


 

 

4. Results and Discussion

 

4.1 Implementation in Environmental Studies

 

The findings of an inquiry submitted to the environmental authorities, Agencia Nacional de Licencias Ambientales (National Agency for Environmental Licenses) (ANLA) of Colombia and the Corporación Autónoma Regional para el Desarrollo Sostenible del Chocó (Regional Autonomous Corporation for the Sustainable Development of Chocó -CODECHOCO-), showed that the most representative consulting firms that filed a request for environmental licenses in the last 10 years also implemented the qualitative assessment method in the environmental impact studies as suggested by Vicente Conesa (2010). However, the inclusion of variables that would indicate the level of satisfaction of the communities regarding the forecasted environmental impacts was not observed despite complying with the prior consultation process as set out in the legal system.

 

The qualitative assessment methodology, which is mostly implemented in Colombia for the elaboration of environmental impact studies (Martínez, 2010), will need to be adaped to certain special conditions and for implementation as an environmental assessment method in Chocó and in any other areas that are part of the black and indigenous communities’ collective territories.

 

It can be concluded that for a region with similar characteristics to Chocó, some variables that express the participation of these communities must be included within the environmental assessment methods.

 

4.2 Results

 

From the comprehensive review of the documentation, both from the country’s legislative and academic approach, it was determined that the acceptability of the projects and the environmental impacts exist as part of the decision-making process from the environmental authority's perspective but not from the communities’ point of view. However, the possibility of including such acceptability in the valuation methodologies of the environmental impacts was not found, in terms of a variable or an extra attribute of an environmental impact assessment, which was the main quest of this research. However, neither legislative nor academic sources show a rejection of such a possibility. Table 1 shows the equations of the Qualitative Assessment for Environmental Impacts and its modifications used in Colombia based on the work conducted by Toro (2013).

 

 

 

Table 1. Qualitative equations to calculate the importance of the environmental impacts

               

Source: modified from Toro (2013).

 

 


 

 

4.3 Conclusion

 

In summary, the community acceptance of an environmental impact could be a variable or an extra attribute that is suitable to calculate the importance of the environmental impacts by using the Qualitative Assessment for Environmental Impacts (VACIA) or as part of an environmental impact study whose purpose is to obtain an environmental license for the execution of a project, work or activity. In subsequent research of a descriptive scope, the possibility that this variable can be included in the qualitative method and become a social quality of environmental impacts could be validated by experts. 

 

 


 

 

Potencial conflicto de intereses

 

Declaro que no ha existido conflicto de intereses en la realización de la investigación que permitió elaborar este artículo.

 


 

Fuentes de financiación

 

La investigación fue realizada mediante la participación del autor en una convocatoria interna en la Universidad Tecnológica del Chocó a cargo de la Vicerrectoría de Investigaciones. Los recursos aplicados son públicos.                          

 


 

 

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1 Doctor in Environmental Management. Universidad Tecnológica del Chocó, Quibdó, Chocó, Colombia.

 


 

 

How to cite: Mosquera-Benítez, H.D. (2021). Public participation in Environmental Impact Assessment (EIA): acceptance of the impact. Luna Azul, 51, 65-76. https://doi.org/10.17151/luaz.2020.51.4

 


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Economía y organizaciones, un acercamiento desde la perspectiva de la sostenibilidad y la entropía

 

Iván Darío Medina-Rojas1, Lina Camila Barón-Martínez2 

 

Recibido: 11 de marzo de 2019, Aceptado: 16 de enero de 2020, Actualizado: 26 de junio de 2020

 

DOI: 10.17151/luaz.2020.51.3

 

RESUMEN

 

El presente escrito realiza un ejercicio de ilación entre componentes sociales como la economía y las organizaciones con elementos de las ciencias naturales tales como la ecología y el medio ambiente, mediante el uso de la interdisciplinariedad al aplicar herramientas que busquen su interrelación como lo es la entropía o la teoría general de sistemas. La información obtenida deriva de la revisión de la literatura, siendo estas fuentes secundarias especializadas en las temáticas propuestas a partir de una perspectiva holística. El objetivo es establecer la conexión adecuada de los campos de interés en un marco donde existe gran preocupación en la actualidad, fruto de un cúmulo de observaciones y experiencias que registra la humanidad, por lo que el concepto de desarrollo sostenible hace presencia y se fortalece en el plano actual. Con ello se logra concatenar y entender que las organizaciones (unidad clave del desarrollo económico) y el ser humano tienen un rol dentro del sistema, que hacen parte del entorno biótico y abiótico, que mantienen flujos energéticos con impactos acumulados al medio ambiente y, por tal motivo, el conocimiento y desarrollo de mecanismos de mejora resulta ser imperativo en el presente.

 

Palabras clave: organización, sistema económico, entropía, desarrollo sostenible, medio ambiente.

 

Economy and organizations, an approach from the perspective of sustainability and entropy

 

ABSTRACT

 

This paper carries out an exercise of connection of social components such as economy and organizations with elements of the natural sciences such as ecology and the environment, through the use of interdisciplinarity when applying tools that seek their interrelationship such as entropy or general systems theory. The information obtained derives from the literature review, being these secondary sources specialized in the proposed themes from a holistic perspective. The objective of this work is to establish the appropriate connection of the fields of interest in a framework where there is great concern nowadays, as a result of a wealth of observations and experiences recorded by humanity, reason why the concept of sustainable development is present and strengthened at the current level. With this, it is possible to concatenate and understand that organizations (key units of economic development) and human beings have a role within the system, that they are part of the biotic and abiotic environment, that they maintain energy flows with accumulated impacts to the environment and. for this reason, the knowledge and development of improvement mechanisms turns out to be imperative in the present.

 

Key words: organization, economic systems, entropy, sustainable development, environment.

 


 

 

Introducción

 

Hilvanar los campos de estudio para dar mayor profundidad en el conocimiento es un ejercicio de gran iteración en el presente, en otras palabras, es incrementar el valor de la interdisciplinariedad como elemento de gran importancia en la actualidad y predominante a la hora de estudiar desafíos de sostenibilidad ambiental, generando valor agregado a la investigación disciplinar, al coludir conocimientos de diversas vertientes que se traducirán en un ejercicio de síntesis epistémica, y más aún cuando se busca comprender un conjunto de desafíos contemporáneos desde la complejidad (Rodela et al., 2019). Por ello, establecer canales de comunicación para la comprensión de eventos desde una mirada ecléctica, facilita su entendimiento; y más en la actualidad que, desde perspectivas estructurales y coyunturales, se observa una cuantía considerable de galimatías (ambientales para el presente ejercicio) que se derivan de actividades económicas humanas. Por tal motivo, el interés de articular la dinámica económica y organizacional (empresas e industrias) a ciertos paradigmas que, de alguna forma, generan conexión sobre la importancia de un entorno con finitud de recursos, al realizar una aproximación desde la bioeconomía y el desarrollo sostenible a prácticas económicas y empresariales (Castaldo, 2012; Gheorghică, 2012).             

 

En un escenario amplio, la dinámica económica hace parte de la taxonomía humana, es inherente a sus actividades y estructuralmente va de la mano con la historia misma. Las doctrinas económicas se han encargado de presentar nuevas tendencias, observando la fenomenología coyuntural en ese trasegar cronológico, y adaptándolo para tratar de dar respuesta a interrogantes que surgen. Buscar el mejoramiento económico aumentando el bienestar social y medioambiental, es uno de los cuestionamientos y preocupaciones surgidos en la actualidad; fruto de cambios generados por la sociedad en donde se percibe un constante agotamiento y desperdicio de los recursos naturales; es importante que modelos económicos y organizacionales establezcan políticas que blinden el entorno ambiental (Charonis, 2012). De acuerdo con Vatn (2020), los procesos económicos requieren de recursos ambientales con el objetivo de generar ingresos, no obstante, qué tipo de recursos y cómo se utilizan, depende de sus características, instituciones existentes y tecnología disponible.

 

Dentro de los objetivos propuestos por el modelo neoclásico convencional, figuran: el incremento de la productividad, el progreso tecnológico y el aumento poblacional, como impulsores del crecimiento económico. En ese orden de ideas, una teoría del crecimiento endógeno se amalgama al avance tecnológico y a habilidades del capital humano, donde las perspectivas de elementos de selección natural se adhieren a los modelos incrementales, explicando el paso de un estancamiento a un crecimiento (Zhavoronkov y Litovchenko, 2013). Sin embargo, dilemas circunstanciales al interior del discurso político y económico aparecen, muy centrados en la extracción, el consumo y la eliminación de materiales; aún muy dependientes del sistema económico predominante en su aparato productivo (Whiting et al., 2018). Ante esto, se hacen serios planteamientos y se impulsan nuevas propuestas como la esgrimida por el economista francés Serge Latouche, quien apuesta por el decrecimiento como cambio del imaginario que se tiene sobre el desarrollo, ya que el crecimiento acelerado es insostenible y genera repercusiones en el medio ambiente y la sociedad; la crítica es generada a partir de las sociedades en crecimiento, pero que va más allá de la actividad económica al incluir elementos sociales y procesos políticos; al traer a colación los problemas ambientales generados (Haapanen y Tapio, 2016).

 

La conceptualización del mercado es bastante estática y mecanicista dentro del paradigma neoclásico (Vargo et al., 2017). La incursión de nuevos paradigmas se observa, tal que, corrientes de investigación tradicionales, como resulta al hablar de industrialización y crecimiento, colonización, desarrollo tecnológico y económico, han migrado en parte e involucrado considerablemente una investigación desde las tres aristas contempladas en la sostenibilidad (social, económica y ambiental), las cuales asumen conceptos como la responsabilidad social empresarial, análisis de flujos de materiales e impactos ambientales (Karakaya y Nuur, 2018).

 

 Las organizaciones como sistema

 

Un agente dinamizador es la organización, la empresa, que en un contexto muy puntual es entendida desde la cultura griega como όργανον o “instrumento”, aunque el concepto se comenzó a afinar con el surgimiento de la Revolución Industrial (Morgan, 1998), constantemente se observan cambios en ese viaje cronológico. Smith lo abordó desde la perspectiva del mecanicismo organizacional, con la especialización de labores y así obtener una mayor eficiencia. De acuerdo con Porter, dichos cambios son producidos por una serie de variables que intervienen y propenden por incluir mejoras, que logren potenciar su ventaja competitiva (Camarena, 2016). Modificaciones que de manera ágil generan adaptaciones, al agregar valor a la empresa, fruto de las alteraciones de un entorno fluctuante (López et al., 2006), aspecto muy próximo a los sistemas naturales. De hecho, la organización debe ser comprendida como un sistema al hacer referencia a un conjunto de elementos en interacción que persiguen un fin común (Arboleda-Naranjo, 2017).

 

La organización empresarial se define con las características inherentes de la época, actualmente se basan en el conocimiento, en tecnología de la información y en los mercados globales. La organización es un sistema orgánico, con un entorno con el que se intercambia energía, materia, información y dinero, es un sistema abierto al tener entradas y salidas, con sus respectivos retornos que permiten la modificación del sistema, en cuanto a su estructura, operación y propósito, todo ello con el objetivo de incrementar su permanencia en el tiempo al vincular ejercicios de adaptación, construcción y autorreparación (Velásquez, 2007), es una estructura regular, estable y ordenada; generadora de energía y basa su funcionamiento en la comunicación, como elemento que brinda estabilidad (Arboleda-Naranjo, 2017). Además, y de acuerdo con Kay (2019), la fundamentación de la corporación es que el valor creado va más allá de la suma de las partes y que los altos ejecutivos fungen como actores fundamentales a la hora de determinar la distribución adecuada de ese valor entre las partes interesadas, enmarcadas en consideraciones de equidad y eficiencia.

 

El funcionamiento de los sistemas, sean estos organismos vivos, ecosistemas, economías y organizaciones, por mencionar algunos, guarda una relación con los nuevos paradigmas que se escinden del desarrollo sostenible, uno de ellos es la complejidad (Bermejo, 2011). Las empresas son sistemas y estas se han especializado paulatinamente, lo que conlleva a un proceso de complejidad (ver Figura 1); encontrando la relación implícita entre la innovación implementada y su crecimiento y rendimiento (Chong y Olesen, 2017; Kraśnicka et al., 2018); eficiencia y flexibilidad en el marco de complejidad interna de la organización (Lukinaitė y Sondaitė, 2017); grado de formalización de la empresa (Ganesh y Joseph, 2011; Russell y Smorodinskaya, 2017); esfuerzo invertido en planificación y resultado, en pro de mejorar la satisfacción del cliente (Larsen et al., 2018); y más allá, su papel para abordar problemas globalmente importantes y de complejidad, como lo son el hambre, el cambio climático, la deforestación, la reducción de biodiversidad y la pobreza, entre otros (Dentoni et al., 2018).

 

 

 

Figura 1. Relacionamiento entre sistemas.

Fuente: elaboración propia.

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A su vez y de manera holística, las organizaciones fungen como sistemas no lineales, distantes de equilibrio, con mucha receptividad hacia la innovación; por lo cual, el comportamiento empresarial dificulta la predicción y un control a futuro (Bohórquez, 2013). Las tendencias lo muestran, por lo que actualmente se habla de organizaciones híbridas enfocadas hacia la sostenibilidad, al basar su gestión mediante un conjunto de lógicas institucionales, al reconocer y actuar con la necesidad de tomar los problemas sociales y ecológicos de manera integrada, surgiendo conceptos como empresas sociales con enfoque ambiental, emprendimiento de sustentabilidad ecológica, corporaciones benéficas o negocios de triple resultado; una pluralidad de términos que también genera una dilución de unos rasgos definitorios, resultados e impactos concretos en un marco de sostenibilidad (Hestad et al., 2020).

 

Por añadidura, acorde con D'Amato et al. (2017), seis narrativas permiten describir la dimensión económica de la sostenibilidad: 1) la usualmente empleada en los negocios (priorizar el crecimiento económico, la sostenibilidad no se persigue de forma explícita, más bien por la conversión eficiente del capital natural); 2) desacoplamiento relativo (no se considera intercambiable el capital natural del creado por el hombre, los impactos ambientales negativos se dan por la eficiencia); 3) crecimiento verde (articulación mancomunada entre crecimiento económico y sostenibilidad ambiental, las soluciones se encuentran en el plano natural como, por ejemplo, la adaptación y la resiliencia); 4) límites al crecimiento (la limitación natural del planeta genera contracción del crecimiento económico); 5) desacoplamiento absoluto (no se considera intercambiable el capital natural del creado por el hombre, se da prioridad a la sostenibilidad ambiental por sobre el crecimiento económico); y, 6) frugalidad verde (implementación de soluciones basadas en la naturaleza, tales como la adaptación ecológica y la resiliencia).

 

La metáfora de la biología en el contexto económico y organizacional

 

El análisis organizacional puede ser propuesto desde gran cantidad de aristas. En este caso, la biología no es la excepción, la figura retórica de la metáfora ha sentado precedentes para crear lazos. Henry Fayol (muy reconocido mecanicista) establece una correlación entre la organización y el ser humano, como agentes dotados de órganos y funciones, guardando una funcionalidad propia que le atribuye independencia y otorga un carácter de dinamismo, al adaptarse al entorno (Pulgarín, 2013). Al comprender la organización como una estructura dinámica, se puede explicar su conducta y transformación que se gesta a partir de la adaptación a nuevos modelos organizacionales que conlleva a una mayor efectividad en metas y valor agregado; acá, se han empleado parangones con las ciencias bióticas para entender su accionar dentro de una dinámica de sistemas, de tal manera que se permita interpretar el comportamiento de las empresas y sus agentes dentro de otros campos del conocimiento (Cornejo, 2004; López et al., 2006).

 

En un comienzo, la teoría de la especialización propuesta por Adam Smith en Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones es multidireccional, ya que no solo debe ser concebida desde un enfoque de mejoramiento e incremento de la producción industrial, sino desde una visión más integra, tan así que el avance en las diversas disciplinas del conocimiento se toma como un hecho que se ha venido registrando paulatinamente, de igual forma que la interacción entre saberes; tal es el caso de la bioeconomía, entendida como la producción, utilización y conservación de los recursos biológicos; incluyendo un conjunto de conocimientos derivados de la ciencia, la tecnología y la innovación, que proporcionen información, productos, procesos y servicios de todos los sectores económicos en aras de construir una economía sostenible; concepto comparable con economía verde o economía circular, y que involucra a un conjunto de actores siendo tres los fundamentales: universidades e instituciones de investigación, inversionistas especializados y empresas establecidas (Kuckertz et al., 2020).

 

La bioeconomía surge al reconocer los límites existentes entre la economía y la producción constante de entropía (concepto que se profundiza más adelante) en el planeta, como una expresión de índole contemporáneo que propende por dirimir entre las cuestiones socioeconómicas y ambientales; al adicionar el prefijo “bio” a la economía, busca unirla a la ecología y así generar un enfoque hacia el desarrollo sostenible (Vivien et al., 2019) con miras al estudio y entendimiento de la problemática del cambio climático, la crisis ambiental, la seguridad alimentaria y el agotamiento de recursos naturales; proponiendo a su vez aspectos como ecología industrial, optimización de cadenas de valor y entregando un mayor grado de importancia al cuidado de la biodiversidad (Henry et al., 2014).

 

La idea sobre mejorar el rendimiento real del flujo de materiales y energía en la economía basado en principios termodinámicos básicos, se da en particular en el lapso de las décadas de 1970 a 1990, en las que se realizó el cuestionamiento sobre si es posible desarrollar un modelo de recirculación completa, frente a una población en crecimiento y a un consumo de recursos per cápita en aumento, adhiriendo también a conceptos como el de “reciclaje”, narrativa centrada en un futuro deseable (Giampietro, 2019). Cabe destacar el papel del economista rumano Nicholas Georgescu-Roegen al generar un relacionamiento entre la historia del pensamiento económico y el entorno ambiental (economía ecológica), en medida del fenómeno del calentamiento global y la cabalgante escasez; la propuesta redefine la esfera económica, tanto su disciplina como su conjunto de prácticas, vinculando el componente biofísico (Lenfant, 2018), refiriéndose a cómo los organismos, de diversas clases, “ganan su vida” en la economía de la naturaleza, mediante interacciones cooperativas y elaboración progresiva de la división del trabajo, entendido como ese conjunto agregado de operaciones económicas al interior de una sociedad, que usa el valor de los bienes biológicos y procesos para beneficio del crecimiento y bienestar de ciudadanos y naciones (Iorgulescu et al., 2015).

 

Actualmente, los ciclos biogeoquímicos se han visto interferidos por el accionar humano generando deterioro del entorno; no obstante, es posible anticipar y desarrollar procesos de adaptación sobre una base de nuevas condiciones ambientales, a la vez que mitiga los impactos negativos mediante el uso de herramientas tecnológicas, instrumentos económicos (tales como impuestos, subsidios o regulaciones) y ciertas modificaciones como elecciones y modos de vida de los consumidores; también, el uso de la alfabetización ambiental, campo en donde el enfoque de sistemas es de gran relevancia al contemplar a la sociedad como un sistema autopoyético completo, dotado de la capacidad de reproducir y mantener estructuras al compensar las pérdidas generadas por la segunda ley de la termodinámica e interrelacionando aspectos biofísicos y sociales (sistemas socioecológicos) que propenden por el estudio interdisciplinar y creando metáforas con conceptos como “resiliencia”, “ecosistema industrial” o “metabolismo” (Pauliuk y Hertwich, 2015).

 

Es así como varios enlaces de interacción aparecen, algunos comúnmente empleados al involucrar la teoría evolutiva con el emprendimiento, lo que ha permitido comprender la evolución de las empresas y su supervivencia en el tiempo; también, el uso de la ecología de poblaciones al concentrarse en la estructura y dinámica de las poblaciones; y la teoría de sistemas ecológicos al contemplar el entorno en el que se desenvuelve el espíritu empresarial. Analogías interesantes surgen por doquier, se encuentra la que emplea a las gacelas con las nuevas empresas de alto crecimiento, las primeras pueden correr en ráfagas de 100 kilómetros por hora, muy similar a las segundas, que pueden experimentar en corto tiempo un periodo de crecimiento muy alto; otra comparación muy conocida se establece con los ecosistemas (conformados por componentes bióticos y abióticos), en la que los organismos no pueden ser analizados fuera de su entorno, tal como sucede con las organizaciones empresariales, al no existir por sí mismas, sino como parte de redes; incluso, el concepto de semilla también se usa de manera amplia, la semilla es una planta embrionaria que se encuentra protegida por una cubierta exterior y puede permanecer inactiva por un largo periodo de tiempo hasta que encuentre las condiciones propicias para desarrollarse, algo muy similar con los mecanismos de financiación en una empresa en su fase inicial, por lo que se utiliza el término de “capital semilla”; y, para citar un último ejemplo entre tantos más, se encuentra el de tiburón, pez cartilaginoso, conocido como fuerte depredador y que se ubica en la parte superior de la cadena alimentaria, el concepto se asocia con los inversores o los denominados “tiburones corporativos”, de gran poder en el entorno empresarial (Fernhaber y Stark, 2019).

 

Los flujos energéticos en el Antropoceno

 

¿Es sostenible el progreso?, es una pregunta que una cuantía importante de personas se habrá hecho en algún momento de su existencia. De acuerdo con Pinker (2018), basado en una visión individual el planeta parecería ser infinito con poca trascendencia del impacto de nuestras actividades desarrolladas; pero desde la ciencia, la perspectiva resulta más inquietante con incremento en la preocupación a partir de la década de 1970 en que el activismo ecológico, basado en una ideología verde o “greenism” cobra relevancia, no obstante, con cierta misantropía. Por otra parte, surgen otras miradas alternativas a la protección ambiental en conceptos como el ecomodernismo, el ecopragmatismo, el optimismo por la Tierra y el movimiento azul turquesa (también conocido como ecologismo ilustrado o ecologismo humanista). Considerando al primero, el ecomodernismo asiente que una parte de la contaminación generada es una consecuencia inherente a la segunda ley de la termodinámica, que se produce cuando las personas usan energía para llevar a cabo un conjunto de actividades incrementando la entropía que conduce a la producción de residuos, contaminación y otras alteraciones al orden; alteraciones observadas desde siempre, pues no se ha vivido en armonía con el entorno, tal es el ejemplo de los pueblos indígenas que al ingresar en un ecosistema cazaban a grandes animales hasta su extinción o quemaban y talaban varias extensiones de bosques.

 

Históricamente, y nuevamente en consonancia con lo esgrimido por Steven Pinker, actividades económicas como la agricultura incrementaron la disrupción, por ejemplo, la implementación de cultivos de arroz en Asia pudo haber liberado tal cantidad de metano como para modificar el clima. El movimiento ecomodernista sugiere que la industrialización ha sido positiva para la humanidad al alimentar a miles de millones de personas en la actualidad, duplicar la longevidad, reducir considerablemente la pobreza extrema y sustituir la fuerza muscular por maquinaria como medio de producción; sin embargo, continúa la disyuntiva entre bienestar humano y daño medioambiental, por lo que aparece el concepto de tecnología que actúa como mecanismo de mediación, promocionando la idea de disfrutar de más calorías, lúmenes, kilovatios, bits, o millas con menor contaminación, comprendido, por ejemplo, con herramientas como la curva de Kuznets medioambiental, cuya prioridad inicial apuesta por el crecimiento pero luego se enfoca en el mejoramiento ambiental. Esto se puede constatar con lo aseverado por Goklany (2002) quien menciona sobre mejoras en términos medioambientales una vez surgen nuevas tecnologías y lo relaciona mediante un parangón: de conservar la misma tecnología de 1900, los estadounidenses producirían el triple de emisiones de dióxido de carbono de lo generado en la actualidad.

 

Es claro que se observa un incremento en el bienestar por parte de los seres humanos, empero, no deja de existir un costo de transformación extensa y rápida de los ecosistemas, por lo que a este periodo se le ha denominado Antropoceno, en el que priman los procesos generados por el hombre y la existencia de ciertas limitantes ecológicas para su actividad; importantes para la reproducción de estructuras, funciones sociales y procesos ecológicos. Un enfoque metodológico diseñado por E. P. Odum y H. T. Odum propició el análisis cuantitativo de la noción de ecosistema, lo que posibilita la contabilidad biofísica de flujos de energía desde la perspectiva de redes denominadas cadenas de energía, que en últimas son las que definen la relación entre los componentes del sistema (flujos de energía), y como se observa en la Figura 2, el nivel (n+1) se basa en procesos que se encuentran más allá del control directo humano (así se afecten con su acción). A una escala mayor se encuentra (n+2), donde hay dependencia por una combinación de procesos naturales de autoorganización impulsados con los principios de las leyes termodinámicas y caracterizados por ser sistemas autopoyéticos. Singularmente, se observa una situación similar al interior del metabolismo social (n-1) y (n-2); donde los procesos requieren viabilidad socioeconómica y deseabilidad social, aunado de una preexistencia de condiciones ambientales favorables (disposición y estabilidad de recursos naturales); (n) responde al contenido de biomasa total del sistema. Los requerimientos energéticos y de materiales (directos o incorporados), mediante un diagrama de flujos, permiten calcular las interacciones sociedad-medio ambiente, y ser utilizadas para el estudio del efecto de cambios en la sociedad y en el metabolismo del ecosistema, sea este real o hipotético (Lomas y Giampietro, 2017).

 

 

 

Figura 2. Representación jerárquica del ecosistema y niveles sociales, asociados a producción y consumo de biomasa.

Fuente: elaboración propia, con información obtenida de Lomas y Giampietro (2017).

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En un inicio, la termodinámica se centra en el estudio del calor, sin embargo, ha trasegado hacia la interconversión de todos los tipos de energía mediante un cúmulo de experimentos y experiencias, que llevan a afirmar que la energía interna de un sistema aislado es constante y la entropía de un sistema en equilibrio no puede disminuir de manera espontánea. El concepto de entropía no es sencillo, es un concepto usado en muchos campos del conocimiento, pero muchas veces sin una definición muy certera (Tame, 2019). Procesos espontáneos aumentan la entropía; la aplicación de la segunda ley de la termodinámica se debe a que la economía tiene un dilema entrópico de largo plazo, donde la actividad económica acelera el ritmo al que la Tierra se acerca al estado prohibitivo del equilibrio termodinámico (Lomas y Giampietro, 2017). Por ende, el estudio de flujos de fondo para analizar el entorno económico visualiza agentes transformadores que se mantienen dentro del proceso (empresa, industria); factores de producción: tierra (ricardiana), capital y trabajo, que son garantes del flujo del proceso, donde se observan entradas con salidas diferentes; del mismo modo, se aplica para consumo y distribución, flujos que son necesarios para mantener la identidad de un sistema socioeconómico, e involucra la sumatoria de las actividades humanas (actividades culturales, dormir, trabajo doméstico, ocio, entre muchas más) y, en el caso de la Tierra, regeneración ecológica y uso recreativo (Scheidel, 2013).

 

Se crea un puente, dados los límites del crecimiento de la Tierra, y aparece de un modo más específico la conexión entre la economía y la termodinámica; de cómo la producción interactúa con las teorías físicas. Las funciones de producción se enfocan en categorías definidas como mano de obra, tierra, insumos producidos y similares; no obstante, adhiere la transformación (de materia), y el enfoque de gasto energético en las actividades productivas (generación de energía eléctrica, por ejemplo); no con la premisa de la destrucción de energía (ley de conservación). La perspectiva de la termodinámica es la mejor organización de la energía y materia disponible, en productos que sean útiles a los humanos; sin embargo, dicha producción eleva la entropía, lo que reduce la disponibilidad energética al interior de un sistema cerrado, como es el caso de un planeta; en ese orden de ideas, el límite entrópico se observa con la cuantiosa reducción de recursos escasos y de energía (Fontini, 2009; Foley, 2015).

 

Acercamiento a la segunda ley de la termodinámica y la entropía

 

Utilizando un ejemplo se hará una aproximación a la segunda ley de la termodinámica. Suponga que tiene una taza de café caliente. Inicialmente no se puede explicar, mediante el principio de conservación de la energía, ¿por qué esta taza se enfría hasta la temperatura de la habitación en que se encuentra, pero una que se encuentre a temperatura ambiente no se calienta de manera espontánea? En el proceso de enfriamiento de la taza de café se generará un incremento en la temperatura de la habitación al liberarse energía, reduciendo así la temperatura del café, redistribuyendo la temperatura en el entorno, sin embargo la modificación de temperatura es muy leve dado el tamaño de la habitación, es decir, la taza tenía bastante energía con relación a su tamaño, pero el área circundante no (distribución inicial inequitativa); conforme se daba el proceso natural de enfriamiento, la distribución de energía fue más equitativa. La energía tiende a difundirse de ciertas maneras con propensión a la equidad y que va más allá de la primera ley de la termodinámica (energía interna y conservación); para ello, Rudolf Clausius declaró en 1854 que “el calor no se puede propagar de un cuerpo frío a uno más cálido”, el calor guarda una tendencia a igualar diferencias existentes de temperatura, declaración desde el mundo físico que promueve la equidad y deriva con la segunda ley de la termodinámica        (Leff, 2021).

 

Con relación a lo anterior y conforme con Sherman (2018), el calor fluye a través de un diferencial de temperatura, y este genera expansión gracias al movimiento de micropartículas; Clausius partió de la premisa de que una parte del calor se convierte en trabajo, que no hay un valor constante y que es menos eficaz cuando pasa por un diferencial de temperatura de alta a baja, dividiendo el calor en función de la temperatura lo que establece un valor de equivalencia, que al ser multiplicado representará la mayor cantidad de trabajo que se puede obtener, y se formula mediante , en donde  es el valor de equivalencia del calor a la temperatura T1 y w es el mayor trabajo que se puede obtener del calor q, en ese orden de ideas, cuando una cantidad de calor se mueve de una temperatura a otra se produce una transformación, ya que el valor de equivalencia de calor ha cambiado.

 

La segunda ley de la termodinámica y la entropía se debe originalmente a Rudolf Clausius y a Sadi Carnot, y se fundamenta en cinco observaciones básicas: 1) un sistema cerrado solo puede ser manipulado por transferencia de calor y trabajo; 2) con el tiempo, un sistema termodinámico aislado se aproxima a un estado de equilibrio único y estable; 3) en un estado de equilibrio estable, la temperatura de un sistema sin restricciones térmicas es uniforme; 4) la transferencia de trabajo no está restringida en la dirección, pero algo de trabajo se puede perder por la fricción; y, 5) el calor siempre pasará de caliente a frío por sí mismo, pero no así en el sentido contrario. Aunado al equilibrio termodinámico conduce así a la segunda ley para los sistemas cerrados: , donde S es la entropía del sistema, Qk es la transferencia de energía por calor sobre el límite del sistema a una temperatura termodinámica positiva Tk, y Sgen es la tasa de generación no negativa de la entropía dentro del sistema, la cual se desvanece en equilibrio; un sistema cerrado se puede manipular por intercambio de trabajo y calor en su entorno, podrá sufrir de desequilibrio hasta llegar a un estado de desequilibrio final; si el sistema no es manipulado (donde no hay calor ni intercambio de trabajo entre él y sus alrededores) se habla de un sistema aislado, el estado final describe el sistema y debe escalarse con el tamaño del sistema (entropía de propiedad extensiva o S), expresándose como  es la tasa de generación de entropía, la cual crece con el tiempo hasta que alcanza un equilibrio estable, la generación de entropía no nula mostrará un proceso irreversible hacia el equilibrio. No obstante, en sistemas no aislados, que tienen contacto con el entorno, presentan intercambios entrópicos: , donde Γ ̇ es la tasa de transferencia de entropía,  muestra el cambio de entropía en el tiempo que se debe al transporte de entropía a través del límite del sistema (Γ ̇), y a la generación de entropía dentro de los límites del sistema (Sgen).

 

Pero en un sistema abierto (como los entornos organizacionales), los estados por lo general no son homogéneos, al desplazarse sobre el sistema cambian constantemente, un estado no homogéneo no está en equilibrio y el desequilibrio se mantiene por el intercambio de masa, calor y trabajo con el entorno; la ley de conservación de masa m afirma que aumenta con su ingreso y disminuye con su salida (m ̇=ρѴA, en donde ρ y Ѵ son promedios de densidad de masa sobre la sección A de límites de entrada y salida); la tasa de cambio de masa es debida al diferencial neto de flujos de masa entrantes y salientes en el sistema , acá los índices i,e muestran los flujos en el límite del sistema, sus valores medios en las entradas y salidas, respectivamente; la energía total E cambia en el sistema abierto por el intercambio de calor y trabajo, traducido en transporte de energía convectiva E ̇ que se transporta hacia adentro o hacia afuera del sistema , al hablar de masa no se puede perder de vista el concepto de aceleración gravitatoria de la Tierra  y z como centro de masa del sistema a una altura de referencia.

 

Se requiere una potencia para empujar la masa por encima del límite del sistema , el trabajo Wflow debería ser negativo cuando la masa ingresa y positivo al salir del sistema y se realiza la sumatoria de todos los flujos que cruzan el sistema y sin dejar de lado la entalpía , el balance energético para un sistema abierto queda: , lo que indica que la energía E al interior del sistema cambia con los ingresos y las salidas, al igual que por transferencia de calor y trabajo que mueve masa a través de los límites; sumado a ello, varias contribuciones al trabajo y a la transferencia de calor, siendo esta . Toda masa que ingresa o sale del sistema carga entropía (un flujo de entropía asociado a un flujo de masa se sintetiza en S ̇=m ̇s, siendo s una media específica de entrada y salida de entropía) y añadiendo términos apropiados para entrada y salida de la segunda ley en los sistemas cerrados se obtiene la segunda ley, el balance de la entropía en los sistemas abiertos: , en donde la entropía S cambia a la entrada y salida del sistema, al igual que a la transferencia de entropía causada por la transferencia de calor   y a la generación de entropía ocasionada por procesos irreversibles dentro del sistema (Sgen ≥0), aunque si los procesos dentro del sistema son reversibles, la generación de entropía se desvanece (Sgen=0), sin olvidar que Qk es el calor que cruza el límite del sistema y la temperatura límite es Tk (Struchtrup, 2020).

 

La complejidad de los sistemas es bastante notoria, en relación con lo afirmado por Melnik y Usatenko (2018), el mundo es complejo, caótico y correlacionado y las manifestaciones son múltiples, aunque las más peculiares son la comunicación humana y animal, secuencias de ADN y proteínas, flujos de datos y redes informáticas, índices bursátiles y clima, entre otras; esas interacciones de largo alcance hacen que sean epicentro de estudio en los últimos años. Para describir sistemas dinámicos complejos existen diversos métodos (por ejemplo, dimensiones fractales o funciones de correlación), aunque una muy conveniente y poderosa para el estudio de dinámicas complejas resulta ser la entropía, y como modelo plausible, el uso de las cadenas de Markov. Algoritmo propuesto por el matemático ruso Andrei Markov y aplicable a múltiples procesos, por ejemplo, en escenarios de evolución donde el sistema puede permanecer igual o experimentar un cambio mediante una transición a otro (expresado mediante probabilidades de transición); de acuerdo con Agbinya (2020) y Steiner y Tuljapurkar (2020), la propiedad del proceso es que el futuro y el pasado son independientes de conocerse el estado actual, el cual es esencial.

 

Bajo esa línea, y en consonancia con lo esgrimido por Agbinya (2020), existen estados Xn discretos en el momento n, para el momento n+1, el proceso depende únicamente del estado en que se encontraba en ese momento n. Como parangón, tomar la propagación del virus del Ébola; Xn se tomará como el número de personas que tienen el virus en el momento n, y el número de los que tienen el virus en el momento n+1 es X(n+1), lo que trae a colación que el número de personas infectadas en el momento n+1 depende de las que fueron infectadas en el momento n (formulado como X(n+1)  Xn, siendo "depende solo de"). Puede aproximarse al entorno organizacional con relación a una gestión de la cadena de suministro, enmarcada en la gestión de corrientes de material, de información y de capital, basada en la relación de cooperación entre empresas a lo largo de la cadena de suministro contemplando las aristas clásicas (social, ambiental y económica), tenidas en cuenta por requisitos de los clientes, y en general, por la partes interesadas (gran símil se podrá encontrar en la Figura 2); importante considerar el cambio de la cultura organizativa, la transparencia y el riesgo con miras a la efectividad (Giannakis et al., 2020).

 

Según Fistola et al. (2020), la entropía representa el precio a pagar por la evolución, y no solo es referida netamente al concepto energético, sino que también contempla y le da un rol de importancia a la organización de un sistema; acá, la degradación energética propicia una desorganización, por lo que su estudio resulta atractivo en el análisis de sistemas complejos. En el caso de sistemas sociales, por ejemplo, en los sistemas urbanos se producen efectos negativos, promovidos por un mal uso de los recursos disponibles; la entropía puede ser interpretada como un nivel de resiliencia de un sistema social a eventos internos o externos; y puede ser asumida como la propiedad subjetiva de un sistema que se vincula a la cantidad de información disponible para el propio sistema. Ahora bien, en termodinámica la entropía representa una medida de desorden en un sistema con cantidades iguales de energía y que se tiende a mover hacia el estado de desorden máximo (por lo que a un mayor grado de desorden corresponde un aumento de entropía).

 

La bioeconomía como puente entre ciencias naturales y sociales

 

Retornando a la perspectiva de Georgescu-Roegen, los arquitectos de la economía querían enmarcarla dentro de los parámetros de la mecánica; como es sabido en física, la mecánica conoce únicamente de locomoción, que es reversible y no contempla muchos cambios (casuística desde la naturaleza que es observar la fenomenología irreversible). Priorizar el flujo circular de ingresos sobre otros aspectos, es equivalente a aceptar que el dinero en una economía solo se limita a pasar de mano en mano sin tener presente ningún cambio cualitativo, aparte del elemental desgaste de los billetes; en otros términos, un proceso dotado únicamente de sistema circulatorio, pero sin tracto digestivo. Según Georgescu-Roegen, la economía en esencia es una ciencia social y su proceso no puede ser entendido al margen de un contexto social e institucional (Gowdy, 2005); critica a la epistemología mecanicista de lo convencional en las ciencias económicas (Farrell y Mayumi, 2009) y adopta la epistemología desde la entropía, con los tintes característicos de la premisa evolutiva (Cojanu, 2009).

 

Algunas posturas indican que la actividad económica se centra netamente en producir y consumir; transformar los recursos en bruto, en artefactos y más adelante, en basura (proceso que requiere de energía, sin posibilidad en gran medida de ser reciclado); escenario que debe contemplarse desde la termodinámica y no de la mecánica, con el agravante de la alta generación de entropía (Cavalcanti, 2010; Schepper-Valiquette, 2014). Para comprender la diferencia de paradigmas, en la Figura 3 se presenta un contraste con la postura del economista francés León Walras, quien se apoya en teoremas de la optimalidad de Pareto (maximización de la utilidad sujeta a la restricción presupuestal y maximización de beneficios sujeta a costos) (Gowdy, 2005). La crítica de Georgescu-Roegen se amplía al sistema económico dominante por el abordaje insuficiente de los inconvenientes evidenciados de gestión en procesos de producción (Berthet et al., 2016).

 

 

 

Figura 3. Bienestar walrasiano y la alternativa de Georgescu-Roegen.

Fuente: elaboración propia, con información obtenida de Gowdy (2005).

 

El contexto ambiental debe ser considerado de manera más amplia en el universo económico, no como un elemento externo, contabilizado como un fallo de mercado o una externalidad; se puede dar una mayor prioridad al internalizar esa externalidad. En medida de lo anterior, existe ya una larga tradición desde el pensamiento científico, que busca alternancia al reduccionismo propuesto por los economistas sobre el medio ambiente. Se puede observar en la Figura 4 una lista de varias personalidades que, desde diferentes campos del conocimiento, establecen los canales comunicantes entre ámbitos naturales y ámbitos económicos (Kerschner, 2010).

 

 

 

Figura 4. Principales representantes del relacionamiento entre campos naturales y campos de la economía.

Fuente: elaboración propia.

 

Al guardar implicaciones económicas los análisis de flujos, stocks de materia y energía, se establece un puente con la ecología; acá, la teoría general de sistemas y las leyes de la termodinámica crean la conexión que aglutina estos dos campos basados en la observación de fenómenos biofísicos (Franco, 2018); teoría inicialmente propuesta por Ludwig von Bertalanffy, y su extensión “la sociodinámica” desarrollada por Wolfgang Weidlich, buscan hacer hincapié en los actores de interés que se determinen dentro de un sistema social, que toman ciertas características y variables; que mediante un análisis se permita su entendimiento (Candas et al., 2019). Es así como la teoría de sistemas se contempla como un conjunto de procesos, donde el acoplamiento afronta las exigencias del entorno; la entropía es constante si y solo si el sistema se encuentra en completo aislamiento (sistema cerrado), ya que, si este se abre, la energía sale y se disipa, impidiendo el regreso al punto de origen, por ello se considera que los sistemas son vivos y termodinámicos (Rivas, 2006).

 

Las organizaciones (empresas) son componentes fundamentales dentro de la infraestructura económica, son agentes vivos al poseer entradas y salidas; son sistemas dinámicos que se encuentran en constante evolución y se orientan hacia niveles de mayor complejidad; comprender la organización al interior de sus componentes dinámicos explica su conducta, y entendiendo ese comportamiento se reduce en cierta medida la incertidumbre, evitando que la entropía los destruya lentamente, debido a que esta crece con el tiempo (Cornejo, 2004). Para las organizaciones, el modelo de producción sostenible es un campo de estudio reciente, la aplicación de prácticas sostenibles a nivel organizacional es hoy en día un aspecto neurálgico; es importante aseverar que cada espacio geográfico responde, no siempre, a los mismos métodos. Un ejemplo interesante parte del estudio de Aboelmaged (2018), en el que se propone el impacto de seis conductores (infraestructura tecnológica, competencia tecnológica, presión ambiental, regulación ambiental, apoyo desde la gerencia y compromiso de los empleados, como agentes clave dentro de unas prácticas productivas sostenibles, mirando el impacto de estas en cuatro capacidades competitivas (costo, calidad, entrega y flexibilidad), en pymes egipcias, tal como se puede ver en la Figura 5. Son marcos de referencia para impulsar prácticas productivas sostenibles, mejorando el desempeño competitivo de las empresas, no solo patrocinando la responsabilidad ambiental, sino también alentando el compromiso de puesta en escena de programas de desarrollo sostenible; promoviendo la ilación de componentes estratégicos y adicionando valor sostenible.

 

 

Figura 5. Ejemplo de marco de referencia para impulsar prácticas productivas sostenibles.

Fuente: elaboración propia, adaptada de Ceptureanu et al. (2017) y Aboelmaged (2018).

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Adhiriendo al concepto de entropía, existe sincronía con la incertidumbre y, de acuerdo con Ceptureanu et al. (2017), las organizaciones mantienen relación entre capacidades organizativas y respuestas de emprendimiento corporativo; cuando la capacidad organizacional es leve, afecta directamente la confianza e incrementa los índices de incertidumbre, en tanto, una relación fuerte incrementa el nivel de confianza. El efecto entrópico varía con las situaciones, como, por ejemplo, se crean nexos dentro del espíritu empresarial al variar capacidades organizativas (generación de condiciones límite y contingencias); sin embargo, se sugiere profundizar la correspondencia entre entropía, gestión organizacional y rendimiento, que aún se encuentran en estado embrionario.

 


 

Conclusiones

 

La orientación hacia un crecimiento económico sostenible, basado en la innovación, necesita de manera imperativa un marco sólido en el que se canalicen recursos financieros, conocimiento y talento para un emprendimiento productivo (Heinzel, 2013; Scheidel, 2013). De acuerdo con la segunda ley de la termodinámica (y entropía como magnitud termodinámica), establece que la energía se conserva en el transcurso del tiempo, pero sufre una irrevocable degradación cualitativa, y al disiparse incrementa la entropía; de tal manera que, si el proceso económico es entrópico, en cierta medida, el crecimiento económico se debe frenar, en aras de detener el desperdicio de energía que resulta innecesario y puede ser preservado para generaciones futuras (Levallois, 2010). Pero también es necesario crear un enfoque hacia formas factibles de prevenir los daños ocasionados, ya que, como lo menciona Pinker (2018), actualmente se dispone de medios para dar contestación a esa problemática, y se puede solucionar utilizando las herramientas contempladas en la modernidad, tales como la prosperidad social, mercados sabiamente regulados, gobernanza internacional e inversiones en ciencia y tecnología.

 

Los cambios se presentan a un mayor ritmo en los últimos años; desde varias percepciones la crisis ambiental se manifiesta y afecta a plantas, animales y a seres humanos; la biodiversidad nunca había sido tan vulnerable (Harribey, 2007; Foster, 2011). De aquí que una visión ecológica proponga reducir en una escala equitativa la producción y el consumo pero sin reducir el bienestar humano, mejorando las condiciones ecológicas en un plano local y global a corto y largo plazo (Martínez-Alier et al., 2010); teniendo presente que una variedad de problemas económicos surge cuando la calidad medioambiental se ve afectada con daños al ecosistema, agotamiento de los recursos y la extinción de especies (Smulders, 1995). Pero también resulta importante destacar la visión que comparte Norberg (2016), al señalar que los peores problemas ambientales no son provenientes de la tecnología y la abundancia, sino de su carencia (muy notorio en países de bajos ingresos); por lo que, en ausencia de electricidad o gas, sus habitantes propenden por quemar leña, estiércol y carbón (incrementando así la entropía). Ejemplos de avances que reducen el impacto al medio ambiente son varios, tal es el caso de compañías que trabajan en una nueva generación de biocombustibles, diseñados a partir de algas que pueden crecer con facilidad, utilizan agua de mar en vez de agua dulce y son capaces de producir mucha más energía. Otros tantos científicos trabajan en fotosíntesis artificial, y otros investigan la forma de eliminar el CO2 del aire (proceso que es bastante caro, pero gracias a la mejora tecnológica se puede contribuir de esta forma a revertir el calentamiento global), entre muchos más escenarios donde el conocimiento puede contestar a problemas que se presentan en este y en otros campos.

 

De igual forma, el estudio interdisciplinario acerca varias posturas y facilita el análisis de los fenómenos. Esfuerzos que se han venido diversificando desde la segunda mitad del siglo XX, vivo ejemplo es la bioeconomía que se presenta como respuesta a los avances de disciplinas de la economía ambiental (economía de recursos naturales y economía ecológica, entre otras); e investigar la problemática que es manifiesta del impacto de la empresa humana con el medio ambiente (Mohammadian, 2004). La bioeconomía acoge diversas actividades que son intrínsecas a las cadenas de valor, caso de los proveedores, distribuidores y productores (Hasenheit et al., 2016); sean públicas o privadas, denotan invasión al ambiente biótico, a los ecosistemas, causando múltiples daños. Gran número de empresas han empezado a dar una mayor importancia con toma de conciencia y cuidado al medio ambiente, mitigando el impacto de sus actividades y, por tal motivo, reduciendo la entropía, los tomadores de decisiones ofrecen incentivos para conducir esta gestión; un modelo bioeconómico es viable si las empresas invierten en estrategias de gestión (Epanchin-Niell, 2017). El papel de las empresas es fundamental, la toma de decisiones acertadas es un imperativo; al fin y al cabo, pertenecen a un sistema, y como pueden verse beneficiadas, también pueden terminar afectadas.

 


 

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1 Estudiante Doctorado en Agrociencias. Docente-investigador, Corporación Universitaria Minuto de Dios. Bogotá Colombia. E-mail: This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-8521-5005  Google Scholar: https://bit.ly/3yDARQt

 

2 Administradora de Empresas. Corporación Universitaria Minuto de Dios. Bogotá Colombia. E-mail: This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it. ORCID: https://orcid.org/0000-0001-1724-2304  Google Scholar: https://bit.ly/3xuveUr

 


 

Para citar este artículo: Medina, I. D. y Barón L. C. (2020). Economía y organizaciones, un acercamiento desde la perspectiva de la sostenibilidad y la entropía. Luna Azul, 51, 40-64. Doi: 10.17151/luaz.2020.51.3


 

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Análisis de las metodologías de valoración empleadas en la inversión pública de proyectos medioambientales: evidencias y aplicaciones para Colombia

 

 

Lorenzo Portocarrero Sierra1, Jordi Morató Farreras2, Juan Gabriel Vanegas O.3

 

 

Recibido: 11 de marzo de 2019 Aprobado: 14 de abril de 2020 Actualizado: 27 junio de 2020

 

 

Doi: 10.17151/luaz.2020.51.2

 

RESUMEN

 

Las metodologías aplicadas en la evaluación de proyectos de inversión pública en temas medioambientales han ganado popularidad y han sido adoptadas en distintos contextos. En el documento se presenta un panorama general a nivel mundial, regional y local con el fin de direccionar los desafíos de estas aplicaciones para Colombia. Así, el objetivo es identificar las principales tendencias y las brechas que existen para la investigación futura en el país. Este trabajo emplea como metodología una revisión estructurada de la literatura de artículos publicados en revistas académicas en el periodo 1990-2018. La revisión expone interesantes hallazgos en cuanto a las propuestas y avances que muestran la combinación de metodologías, haciendo posible analizar sistémicamente la inversión pública en proyectos medioambientales. Por otro lado, se encontraron evidencias de que el tema aún es incipiente en Colombia, sin embargo, aporta una amplia aplicabilidad para sustentar la toma de decisiones fundamentadas adecuadamente.

 

Palabras clave: inversión pública, evaluación, metodologías, revisión de literatura, transformación socio-ambiental.

 

 

Analysis of the valuation methodologies used in public investment  in environmental projects: evidence and applications for Colombia

 

ABSTRACT

 

The methodologies applied in the valuation of public investment projects on environmental issues have gained popularity and have been adopted in different contexts. This paper presents an overview at the global, regional and local levels in order to address the challenges of these applications for Colombia. Thus, the objective is to identify the main trends and gaps that exist for future research in the country. This work uses a structured literature review of articles published in academic journals between 1990-2018 as the methodology. The review presents interesting findings regarding the proposals and advances that show the combination of methodologies making it possible to analyze systemically public investment in environmental projects. On the other hand, evidence was found that the issue is still incipient in Colombia. However,  it provides broad applicability to support adequately    informed decision-making.

 

Keywords: public investment, evaluation, methodologies, literature review, socio-environmental transformation.

  


 

 

Introducción

 

Los gobiernos del mundo inevitablemente han de establecer prioridades y tomar decisiones en torno a la asignación de los recursos limitados con que cuentan en la inversión pública. Este desafío es particularmente sensible cuando se incorporan dimensiones ambientales y de sustentabilidad que comprometen a las generaciones presentes y futuras en el uso adecuado y la distribución de dichos recursos (WCDE, 1987). Su consideración es necesaria en el ámbito de las políticas públicas, y si a esto se suma la existencia de déficits de financiación que involucran la proyección de recursos para las siguientes décadas, la complejidad en la toma de decisiones se incrementa ostensiblemente (Runhaar, Driessen &  Uittenbroek, 2014). Así, los gobiernos se enfrentan de forma sistemática a la priorización y selección de propuestas de proyectos de transformación socio-ambiental y a la consecución de su presupuesto a través de fuentes alternativas de financiación.

 

El conjunto de herramientas académicas de apoyo a la toma de decisiones aplicadas en estos contextos presenta una serie de retos en la práctica real dada su complejidad, la especificidad de cada proyecto, los diversos grados de capacidad analítica y técnica, así como las diferencias en la calidad de los datos existentes a nivel de los gobiernos (Runhaar, Dieperink &  Driessen, 2006; Liu, 2007). En esta línea argumentativa, el desafío consiste en identificar herramientas metodológicas que respondan a diferentes contextos, que sean adaptables para los formuladores de políticas y los gobiernos para el sustento de las decisiones de inversión. Tales marcos de decisión deben, sin embargo, superar las pruebas de la eficacia, la eficiencia y la legitimidad pública en la priorización de proyectos, garantizar a largo plazo la sostenibilidad de los activos y solvencia para la inversión privada (Calleros-Islas & Welsh-Rodriguez, 2015).

 

Un gran cuerpo de evidencia teórica y empírica reconoce la importancia de la calidad y eficiencia del gasto en la determinación de la productividad marginal de la inversión y su impacto en el crecimiento de la inversión (Barro, 1990). Esto pone en relieve la importancia de incluir los problemas en mención en los procesos de planificación y aplicación, y en la función del gobierno como coordinador y facilitador del desarrollo económico general. El objetivo central de la revisión literaria consiste en resumir el estado del arte en el campo objeto de estudio como una base para la identificación de áreas en donde la investigación adicional sería beneficiosa.

 

La valoración de inversiones públicas enfrenta una serie de cuestiones: la falta de capacidad para el cálculo y observación de las tasas de retorno de los proyectos de infraestructura; la politización de la toma de decisiones, la transparencia y la rendición de problemas; las debilidades institucionales en la toma de decisiones; la falta de compromiso político en la aplicación de planes de desarrollo de infraestructura; los aspectos relacionados con la corrupción en la construcción de la infraestructura; problemas en la adquisición de los terrenos; la escasez de empresas de construcción locales; las capacidades y recursos; y debilidades institucionales y legales en la construcción de la infraestructura (Kenny, 2007; Dabla-Norris, Brumby, Kyobe, Mills & Papageorgiou, 2012).

 

Este artículo presenta un análisis de los estudios previos en la materia (Munda, 1996; Cameron, 1997; Joubert,  Leiman, de Klerk,  Katua & Aggenbach, 1997; Prato, 1999; Pope, Annandale & Morrison-Saunders, 2004; Almansa & Calatrava, 2007; Chen & Jim, 2010; Almansa & Martínez-Paz, 2011; Girard, Cerreta & De Toro, 2012; Honey-Rosés et al., 2013; Martínez-Paz,  Pellicer-Martínez & Colino, 2014; Cinelli, Coles & Kirwan, 2014; Pujadas et al., 2017) considerando tres elementos claves: i) técnicas aplicadas a la evaluación de la inversión pública de proyectos medioambientales; ii) retos en la definición de las aproximaciones metodológicas, así como su validación en estudios de caso específicos; iii) inventario de las medidas, técnicas y operacionalización desde distintas áreas del conocimiento.

 

El trabajo se divide en cinco secciones incluyendo la sección introductoria. La sección dos presenta los materiales y métodos que siguió la revisión bibliográfica. La tercera parte contiene la identificación de metodologías en el campo estudiado. En cuarto lugar se presenta la discusión de resultados y, finalmente, como quinto punto, las conclusiones.

 


 

 

Materiales y métodos

 

Se realizó una revisión literaria que, para este caso, comprende la revisión de estudios aplicados con metodologías empíricas en inversión pública de proyectos medioambientales y sus perspectivas para el caso colombiano. Para realizar la presente revisión de literatura se siguieron las directrices generales planteadas en Easterby-Smith, Thorpe & Lowe (2008). A continuación se discuten los pases clave en la realización de la revisión de literatura: i) la estrategia de búsqueda y el análisis de contenido, ii) la selección de la temporalidad, iii) el tipo de fuentes documentales, y iv) la categorización con respecto a las áreas temáticas, así como metodologías de investigación identificadas.

 

Fuentes documentales

 

Una revisión sistemática sobre los modelos de evaluación de la inversión o capital público fue conducida para encontrar trabajos multidisciplinares publicados recientemente, principalmente en los siguientes aspectos: i) modelos de evaluación de la inversión pública en sentido macro, ii) modelo de evaluación en proyectos de inversión con un enfoque medioambiental, y iii) modelos de evaluación de la inversión pública en Colombia y Latinoamérica.

 

La figura 1 muestra el proceso de revisión documental que se siguió. La meta-revisión analítica de este estudio comenzó con la búsqueda de la literatura empírica sobre estudios de metodologías aplicadas en la evaluación de proyectos de inversión. Con este fin se han utilizado varias bases de datos para minimizar la posibilidad de omitir estudios relevantes. Se establecieron criterios específicos para la selección de artículos: i) utilización de técnicas aplicadas en casos reales, b) estudios de carácter empírico, y c) el marco de tiempo de los estudios incluidos fue de 1990 a 2018. Además, la búsqueda de artículos se realizó en tres idiomas: inglés, español y portugués, y para el caso latinoamericano se incluyeron tesis de pregrado y posgrado, así como documentos de instituciones reconocidas, con el fin de no limitar la literatura revisada de artículos en revistas ya que reduciría considerablemente los artículos revisados dada la relativa infancia del campo de las metodologías de valoración empleadas en proyectos de inversión pública.

  

 

Figura 1. Etapas metodológicas

Fuente: los autores.

 

Estrategia de búsqueda

 

Una búsqueda exhaustiva de la investigación relacionada entre 1990 y 2018 fue aplicada para producir una síntesis de la literatura revisada. El inicio del período fue elegido considerando el informe de sostenibilidad presentado por la Comisión Brundtland (WCED, 1987). La estrategia de búsqueda se basó en una selección de bases de datos (Scopus y Web of Science), las palabras clave seleccionadas fueron “public investment”, “public capital”, “environmental projects”; después se combinó con "sustainability", “evaluation methods”; o una combinación de los siguientes: “urban development projects”, “urban sustainable development”. Estas palabras también se ingresaron en español y portugués en las bases seleccionadas más el Google Scholar para alcanzar la cobertura de estudios en Latinoamérica y Colombia.

 

Análisis de las herramientas aplicadas en la evaluación de proyectos de inversión pública

 

La toma de decisiones relacionada con proyectos de inversión pública sujeta a modelaciones en escenarios académicos no siempre es compatible con la práctica real. Los trabajos empíricos se centran típicamente en supuestos precisos y sofisticados para fundamentar adecuadamente el análisis de decisiones, confluyendo en escenarios donde la disponibilidad de la información es alta y los recursos analíticos cuentan con un grado importante de libertad. No obstante, en la práctica existen diversos grados de capacidad analítica y técnicas basadas en la calidad de los datos, así como las restricciones asociadas al tomador de decisiones. Luego, el desafío consiste en identificar herramientas alternativas para su uso en diferentes contextos, de forma tal que sean de mayor utilidad para los formuladores de políticas y a los gobiernos fundamentar sus decisiones de inversión.

 

Inversión pública en sentido general

 

Diversos tipos de metodologías aplicadas se emplean en los procesos evaluativos de proyectos de inversión, tanto públicos como privados. La elección metodológica de la valoración de la inversión pública viene condicionada por la incertidumbre. Arrow & Lind (1970) sostienen que la incertidumbre asociada con la tenencia de activos y la función de utilidad de los individuos hace que estos adapten sus expectativas en torno al valor esperado. Así, en los mercados privados los inversionistas no optarán por decisiones que les permitan maximizar el valor presente de los beneficios esperados, sino más bien por maximizar el valor presente de los retornos ajustados adecuadamente a las condiciones de riesgo. Es en este punto donde la evaluación de la inversión pública encara retos: la tasa de descuento a usar será la misma que aquella de los mercados privados. Varias posturas emergen ante esta situación dicotómica: i) si se trata el sector público diferente al privado tendrá como resultado una excesiva inversión en este sector en detrimento de las inversiones privadas que produzcan beneficios mayores, por lo que el riesgo debería ser descontado de la misma forma para inversiones públicas como privadas; ii) los criterios utilizados en la evaluación de las inversiones gubernamentales deberán ser diferentes a la de los mercados privados, dado que el gobierno puede responder mejor a la incertidumbre que los privados; iii) el tiempo y preferencias de riesgo relevantes para acciones de gobierno deberían establecerse como un asunto de política nacional ya que las preferencias individuales no actúan como predictoras del comportamiento del mercado de trascendencia normativa en las decisiones de inversión del gobierno.

 

La importancia en la calidad y eficiencia del gasto en inversión pública constituye un elemento que da por sentado un espacio fiscal adicional para realizar inversión productiva. Lo anterior deriva en que la formulación de políticas públicas que enmarcan las dimensiones de los recursos ambientales y el medio ambiente considera dos elementos de equidad: la intergeneracional y la intrageneracional, dada la incidencia de las generaciones actuales en la generación de externalidades negativas sobre los ecosistemas (Sadoulet & de Janvry, 1995). Ahora bien, en países en vía de desarrollo algunos autores argumentan que existen falencias a la hora de reconocer la naturaleza de creación de valor de la inversión y los intercambios intergeneracionales que esta acarrea en el tiempo al minar el crecimiento de un país (Easterly, Irwin & Servén, 2008; Collier & Venables, 2008).

 

Aquí la evaluación de la efectividad de la inversión pública se identifica como punto crítico. A nivel macro, su medición y evaluación sistemática ha generado diversos debates y propuestas. Un estudio reciente toma esta base y avanza para estimar la fracción de la inversión pública que se traduce en un capital productivo real, y sugieren que, en los países en desarrollo, en promedio, solo la mitad de la inversión pública se traduce en capital (Gupta, Kangur,  Papageorgiou & Wane, 2014). Así las cosas, en las diversas etapas de la inversión pública se muestra que los países de bajos ingresos presentan ligeramente dificultades en selección y evaluación de proyectos, pero también resaltan en el proceso de aplicación frente a los países de ingreso medio. A nivel micro, se encuentran las propuestas de Kuo & Lu (2013) y Kiliç & Kaya (2015), donde mediante técnicas multicriterio difusas evalúan los factores de riesgo asociados a la construcción del metro en Taipei y las dimensiones de un programa de apoyo financiero para aumentar la competitividad de las pymes en una región turca, respectivamente; así como Pujadas et al. (2017) en la propuesta de un índice evaluativo de la inversión pública en Barcelona, mediante la utilización del proceso de análisis jerárquico.

 

Desde el punto de vista de los organismos internacionales se encuentran varios ejercicios que muestran la evaluación de los recursos financieros en el contexto público. Así, por ejemplo, desde el Fondo Monetario Internacional (IMF), Dabla-Norris et al. (2012) proporcionan un índice para evaluar la gestión de la inversión pública, el cual está constituido principalmente sobre la base de gestión de las inversiones, la contratación pública, el gasto público y la responsabilidad financiera; ello mediado por un proceso que comprende cuatro dimensiones: i) orientación estratégica y la evaluación de proyectos, ii) la selección de los proyectos, iii) la gestión y ejecución del proyecto, y iv) la evaluación de proyectos y su auditoría. En términos concretos el IMF (2015) ha propuesto la metodología Public Investment Management Assessment (PIMA) para hacer que la inversión pública sea más eficiente al evaluar un conjunto de 15 variables en tres dimensiones latentes: planeación, asignación e implementación; ello, mediante la incorporación de elementos en los marcos fiscales macroeconómicos, la integración de la planificación presupuestaria de las inversiones en el mediano plazo, la coordinación de la inversión pública en todos los niveles de gobierno y la participación del sector privado en la provisión de infraestructura pública.

 

En el caso del Banco Mundial, Rajaram, Kaiser, Le, Kim & Frank (2014) diseñan un arreglo denominado System of Public Investment Management Assessment (SPIM), en el cual se propone como punto de partida la consistencia del proyecto con los objetivos estratégicos gubernamentales, así como pruebas de clasificación presupuestaria para la inclusión en los planes de gatos. Este proceso se lleva a cabo en ocho etapas programáticas, las cuales en un primer momento dan cuenta del diseño y selección de proyectos (orientación, evaluación, revisión, selección) y, posteriormente, en la implementación que deriva en los compromisos y las inversiones a largo plazo en la capacidad técnica y administrativa (implementación, ajuste, operación y evaluación). En un estudio reciente, Marcelo, Mandri-Perrott, House & Schwartz (2016) proponen una forma particular de priorización en el caso de proyectos de infraestructura basado en decisiones multicriterio que contemplan las dimensiones socio-ambiental y económica-financiera.

 

Inversión pública en proyectos con énfasis ambiental

 

En proyectos ambientales que consideran la evaluación de los recursos naturales, sobresalen varias técnicas como alternativas de valoración. Beierle (1999) afirma que los tomadores de decisiones en el concierto público se enfrentan continuamente a retos, más aún en el plano ambiental dado que involucra aspectos técnicos complejos, una gran carga moral e intereses múltiples que operan en escenarios de conflicto y desconfianza. La dimensión económica del valor es tan solo una de las múltiples dimensiones asociadas a los entornos ambientales (Villa, Ceroni & Krivov, 2007). Así, se encuentran desde los métodos tradicionales de preferencias reveladas que incluyen versiones de precios hedónicos o costos de viajes (Munda, 1996; Poor, Pessagno & Paul, 2007; Chen & Jim, 2010; Plant, Rambaldi & Sipe, 2017); métodos de costeo como costos de reemplazo, costos evitados o análisis costo-beneficio que incluyen valoraciones contingentes y otras métricas de apoyo (Cameron, 1997; Almansa & Calatrava, 2007; Almansa & Martínez-Paz, 2011; Honey-Rosés et al., 2013; Martínez-Paz et al., 2014; Garcia  & Pargament, 2015; Atkinson, Groom, Hanley & Mourato, 2018); evaluación de impactos ambientales (Pope et al., 2004; Ness, Urbel-Piirsalu, Anderberg & Olsson, 2007). De igual manera, se encuentran las técnicas multicriterio (Joubert et al., 1997; Prato, 1999; Cinelli et al., 2014; Ameyaw & Chan, 2015; De Mare, Granata & Nesticò, 2015; Pujadas et al., 2017; Portocarrero, Morató y Vanegas, 2018); y también técnicas basadas en sistemas de información geográficos (Joerin, Thériault & Musy, 2001; Girard et al., 2012; Mosadeghi, Warnken, Tomlinson & Mirfenderesk, 2015).

 

Lo anterior muestra que las herramientas tradicionales de valoración como el análisis costo beneficio (CBA) y las valoraciones contingentes necesitan de técnicas complementarias que permitan una visión más sistémica del problema de valoración de proyectos ambientales en el proceso decisorio de la inversión pública. Varios trabajos exhiben las complementariedades metodológicas. Así, Anagnostopoulosa & Petalasb (2011) emplean el CBA junto a técnicas multicriterio difusas para evaluar proyectos de irrigación de tierras, situación también desarrollada por Clintworth, Boulougouris & Lee (2018) para el caso de proyectos marítimos. Otros ejercicios como el de Mosadeghi et al. (2015) realizan una comparación de ese tipo de técnicas, pero combinándolos con sistemas de información geográficos en la planeación de los usos del suelo; mientras que López-Iglesias, Peon & Rodriguez-Alvarez (2018) emplean técnicas de análisis de decisiones junto con modelos de gravedad para la evaluación de alternativas de movilidad sostenible en áreas rurales.

 

Dentro de los enfoques de la evaluación de proyectos de conservación de los recursos naturales se destaca la propuesta de Joubert et al. (1997) donde realizan un análisis comparativo entre las técnicas multicriterio (MCDM) y el análisis costo beneficio (CBA) aplicado al suministro del servicio de acueducto en la formación vegetal ubicada en una región surafricana. También, Prato (1999) desde el enfoque de decisión bajo múltiples atributos propone un marco evaluativo para la toma de decisiones en problemas asociados a los sistemas de gestión de los recursos del suelo y el agua. Nijkamp, Van Der Burch & Vindigni (2002) emplean técnicas difusas sobre una base de comparación de rasgos cualitativos de varias alianzas público-privadas (PPP) en proyectos de revitalización y transformación urbana, identificando varios factores críticos de éxito en la reestructuración urbana holandesa. En el trabajo desarrollado por Pannell et al (2012) se propone un ejercicio de valoración que puede ser usado para la restauración de activos naturales, aunque múltiples acciones de conservación a gran escala pueden ser evaluadas. Por su parte, en el trabajo de Martínez-Paz et al. (2014) se hace uso del CBA combinado con métodos de simulación probabilística para evaluar la rentabilidad socioeconómica de un proyecto de rehabilitación ambiental en Murcia. Ameyaw & Chan (2015) evalúan y priorizan diversos factores de riesgos asociados a la gestión de proyectos de agua de PPP en una región africana.

 

Obviamente, cada método parte de supuestos que encarnan limitaciones a la hora de evaluar los resultados. Existen varias revisiones documentales alrededor de la temática que realizan distintas exposiciones críticas a las metodologías empleadas en la evaluación de proyectos públicos. Estas presentan enfoques que van hacia el desarrollo regional (Gasparatos, El-Haram & Horner, 2008), la sostenibilidad ambiental (Baranauskiene & Alekneviciene, 2014; Sala, Ciuffo & Nijkamp, 2015) y las estrategias de sostenibilidad de proyectos (Aarseth, Ahola, Aaltonen, Økland & Andersen, 2017). Por un lado, Gasparatos et al. (2008) brinda elementos claves a la hora de escoger métodos para evaluar la sostenibilidad desde perspectivas monetarias, biofísicas, indicadores e índices compuestos. Por su parte, Baranauskiene & Alekneviciene (2014) abordan su revisión en la perspectiva evaluativa de la inversión pública, encontrando dos elementos en particular como los principales impedimentos de las técnicas más usadas para este fin: i) complicada valoración de los beneficios sociales, y ii) determinación de tasa social de descuento. Por su parte, Sala et al. (2015) plantean que la evaluación de la sostenibilidad presenta tres elementos diferenciales: lo ontológico, lo metodológico y lo epistemológico, donde las metodologías, modelos e indicadores de evaluación presentan múltiples escalas y propósitos. Para terminar, Aarseth et al. (2017) se enfocan en la gestión de proyectos y la producción sostenible, encontrando que la sostenibilidad del proyecto se aproxima desde dos dimensiones: la perspectiva organizacional cuyo resultado final es la entrega de un activo, mientras que la segunda se basa en la organización ejecutora que se encarga de la operación del proyecto en sus impactos.

 

Inversión pública en Colombia

 

A nivel de estudios aplicados para el caso colombiano se encuentran diversos tipos de ejercicios alrededor de la evaluación de proyectos que combinan, bien sea la inversión de recursos públicos o la parte medioambiental.

 

Polanco (2009) desarrolla un análisis bajo múltiples objetivos al problema de asignación de recursos financieros para la protección del bosque en el contexto del Sistema de Páramos Altoandinos de Antioquia, Colombia. Mediante la combinación de dos metodologías, por un lado, el análisis de componentes principales en las dimensiones de desarrollo socioeconómico y protección ambiental, y, por otro lado, la clasificación jerárquica, encuentra que “la frontera agropecuaria avanza hacia el bosque esencialmente en los municipios “ricos” y/o cercanos a Medellín: Belmira, San Pedro de los Milagros y Olaya. Es allí donde la asignación de recursos para la protección ambiental podría ser privilegiada” (p.57).

 

Por su parte, Carvajal y Vélez (2014) proponen una evaluación económica y social para el análisis de casos de proyectos no viables desde la óptica financiera en zonas no interconectadas al servicio de energía eléctrica. De esta manera, las empresas pueden contar con información para hacer un uso óptimo de los recursos públicos en la selección de proyectos basados en la incidencia que estos puedan tener en la población. Sus resultados se resumen en que mediante el uso de

 

Indicadores sociales y económicos que permiten calificar y priorizar los proyectos energéticos que no son viables desde el punto de vista financiero. Los indicadores calculados permiten dar a los encargados de la toma de decisiones nuevas herramientas para la asignación eficiente de recursos del Estado. (Carvajal y Vélez, 2014, p. 247)

 

Otro de los ejercicios registrados en la literatura académica colombiana evalúa las técnicas de evaluación utilizadas en proyectos agrícolas que involucran indicadores financieros, económicos, sociales y ambientales (Rosales et al., 2007). Los autores destacan que los componentes sociales y ambientales aparecen marginalmente en las evaluaciones, y que gran parte de los proyectos solo incluyen evaluaciones financieras tradicionales con indicadores de armado simple, flujo de fondos, horizontes temporales, Valor Presente Neto (VPN), Tasa Interna de Retorno (TIR), Relación Beneficio Costo (RBC) y análisis de sensibilidad. En este trabajo, se presenta una aplicación a un proyecto específico de adecuación de tierras en el Meta, Colombia (Ariari), donde se complementa el proceso evaluativo al incluir modelos de riesgos que permiten mejorar las estimaciones y sesgos en los datos; así se incluyen modelos de probabilidades, modelo de valoración de activos financieros o Capital Asset Pricing Model (CAPM), simulación histórica, varianza y covarianza, promedios móviles ponderados y simulaciones Monte Carlo.

 

También se han encontrado una serie de trabajos de investigaciones universitarias en los niveles de pregrado, maestría y doctorado que han realizado ejercicios evaluativos en problemáticas medioambientales. Vargas (2003, 2005) propone una evaluación multicriterio social en la gestión forestal en Colombia, dado que bajo los lineamientos establecidos por el Ministerio del Medio Ambiente no es posible alcanzar una ordenación forestal disponible; la propuesta de la autora se basó en 7 criterios y 49 indicadores. En el trabajo de Fuentes y Serrano (2006) se realiza una valoración socioeconómica con técnicas multicriterio al problema de manejo de residuos sólidos en Barrancabermeja. Por su parte, Hurtado (2014) lleva a cabo un estudio de prefactibilidad mediante un análisis costo-efectividad para la implementación de un sistema de tratamiento de aguas residuales en Cali. Otra aproximación realizada para el caso de corredores urbanos en la ciudad de Medellín fue expuesta por Galeano (2009), donde se evalúa la pertinencia de la inversión pública y la percepción de la comunidad en esos corredores urbanos. Otro de los ejercicios evaluativos fue desarrollado por Ospina (2012), donde mediante técnicas multicriterio y programación lineal llevan a cabo una valoración económica de activos ambientales en el parque ecológico Los Yarumos, encontrando un valor cuantitativo de los servicios que presta ese activo para la definición de estrategias de conservación.

 

Finalmente, en cuanto a la aplicación de las técnicas multicriterio en la sostenibilidad ambiental, Chaves (2011) evalúa para sistemas agropecuarios en el Páramo de Guerrero 43 criterios de valoración, donde se encuentra que estos sistemas no han generado los beneficios esperados a la comunidad. Entretanto, Beltran (2014) evalúa sistemas productivos utilizando un enfoque de sostenibilidad en la Orinoquía partiendo de técnicas Delphi y multicriterio para llegar a un modelo de gestión sostenible de los recursos naturales. Recientemente, Portocarrero et al. (2018) mediante un método de análisis jerárquico aplicado al proyecto Morro de Moravia en Medellín, evalúan distintas dimensiones de la sostenibilidad, los cuales involucran lo financiero, económico, ambiental y social, mostrando que existe una “importancia muy fuerte o demostrada” de la dimensión ambiental sobre la dimensión financiera.

 


 

 

Resultados y discusión

 

Las secciones previas mostraron las distintas perspectivas metodológicas seguidas en la evaluación de la inversión pública en proyectos o programas de transformación medioambiental. El panorama general muestra que en la región se adopta este conjunto de herramientas empíricas, las cuales han sido incorporadas en los organismos evaluativos de la región, tales como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social (ILPES). Las técnicas van desde enfoques de eficiencia, distribución, cálculo de beneficios, precios y costos sociales, evaluación de impactos y multicriterio, ligadas a los procesos de planificación de gestión pública en la región (Contreras, 2004; Pacheco y Contreras, 2008). Ahora bien, dicho andamiaje aún se encuentra en proceso de adaptación, situación expuesta por Rondón & Alfonso (2010), quienes plantean que si bien el desarrollo económico y social debe guiarse bajo los parámetros del desarrollo sostenible, su aplicabilidad en los contextos latinoamericanos exhibe saltos cuantitativos y cualitativos a la hora de su aplicabilidad práctica.

 

La gran variedad de factores que concurren en la evaluación de la inversión en proyectos de carácter ambiental muestra la complejidad del abordaje de esta problemática. Aunque el análisis de costo-beneficio (ACB) ha sido ampliamente aplicado en la evaluación de proyectos en sentido general, como en aquellos que contemplan afectaciones a los recursos naturales, varios autores consideran esta técnica como inapropiada para la evaluación de inversiones que generan externalidades ambientales y sociales (Joubert et al., 1997; Prato, 1999; Mendoza & Martins, 2006). Las dos principales limitaciones que destacan este grupo de autores son: i) los valores deben expresarse en unidades monetarias, y ii) descontar los costos y beneficios en ambientes de incertidumbre y horizontes temporales de largo plazo. Luego, el tema de la asignación de valores monetarios a los beneficios, materializado en el monto actual neto de la inversión, así como la reducción en la multiplicidad de criterios y objetivos en los que se basa la toma de decisiones para un solo criterio monetario, aparecen como una de las principales dificultades dado el sesgo que se introduce en su cuantificación.

 

La creciente importancia de la consideración de aspectos medioambientales y el grado de concienciación en torno a dichos temas, enmarcados en el discurso del desarrollo sostenible y la necesidad de su adecuada valoración, hace de este un contenido particularmente interesante y de actualidad para el país, para los formuladores de políticas públicas y los tomadores de decisiones (Calleros-Islas y Rodriguez-Welsh, 2015). La revisión realizada contribuye a la cantidad creciente de literatura sobre la sostenibilidad, buscando así proporcionar información útil sobre la aplicabilidad metodológica y sus problemas relacionados con la correcta focalización de los recursos públicos en proyectos de transformación socio-ambiental. Una discrepancia observada entre los métodos tradicionales de costo-beneficio y las técnicas multicriterio ha sido revisada por varios autores  (Gasparatos et al., 2008; Baranauskiene & Alekneviciene, 2014; Kleeberg, Schneider & Nippa,  2015) señalando sus pros, contras y complementariedades metodológicas. No obstante, no hay unanimidad absoluta y unicidad en la solución del problema. Más bien, existen una serie de metodologías que, desde otros campos del conocimiento, enriquecen las formas evaluativas de la inversión pública en esta área y, por lo tanto, múltiples formas de modelar el apoyo a los tomadores de decisiones de una forma más sistémica.

 

En este sentido, la complementariedad explicativa entre diversas técnicas debe darse para subsanar las limitaciones individuales en diversas etapas de la valoración que exhiben estas. En la sección previa, la revisión de estudios aplicados en la valoración de la inversión pública ambiental muestra la gran variedad de criterios e indicadores existentes. Así, las diferencias entre las metodologías surgen cuando se trata de la selección de criterios e indicadores específicos para la medición, los cuales tienden a variar con el tipo de proyecto evaluado y si la evaluación de los impactos se aplica a escala local, regional o nacional.

 

Una cuestión fundamental derivada de esta revisión da cuenta de la importancia que tienen las técnicas de evaluación en la distribución de los recursos financieros públicos. La complejidad asociada a los proyectos de transformación socio-ambiental debe ser cuidadosamente evaluada. La correcta evaluación de la inversión en este tipo de proyectos puede lograr grandes ahorros, tanto para las generaciones presentes como para las futuras.

 

Otro punto crucial que ocurre en el proceso de toma de decisiones tiene que ver con la selección de la técnica o herramienta más adecuada para ser utilizada en cada caso particular bajo estudio. Ahora bien, no existe ninguna norma genérica o fórmula mágica para la elección de un determinado método como los referenciados previamente en la evaluación de los recursos públicos en proyectos ambientales. Uno de los criterios considerados es la experticia de los responsables de la toma de decisiones, la disponibilidad de software adecuado o la necesidad inherente en la valoración, que van desde la ordenación de alternativas, en cuyo caso son habitualmente empleados el método de eliminación y elección para representar la realidad (ELECTRE) y el método de organización por orden de preferencia para la evaluación enriquecida (PROMETHEE); y también donde el interés se centra en la identificación de un único óptimo, situación donde el proceso de análisis jerárquico (AHP) es generalmente preferido. No obstante, muchas veces dada la imprecisión de la información es necesario combinar métodos, caso donde las técnicas difusas se unen al proceso de elección para formar conjuntos decisorios con mayor robustez.

 

En síntesis, uno de los aspectos más críticos en cualquier problema de estudio que involucra múltiples dimensiones y escalas es la selección de los criterios específicos que pueden ser empleados en el proceso de toma de decisiones. Dichos criterios dependen tanto de la naturaleza del problema en estudio, así como de los flujos de información requeridos. En ese sentido, en el análisis de la inversión pública se utilizan distintos criterios con el fin de determinar su asignación óptima. Más específicamente, con respecto a los proyectos de transformación socio ambiental resulta obvio que el coste y el impacto que generarían actúan en dominancia a los criterios evaluativos seleccionados. En contraste, los criterios técnicos, que dan cuenta del proceso de apoyo a la toma de decisiones muchas veces no se hacen explícitos o no son considerados en la mayoría de los estudios. En consecuencia, para la evaluación óptima de la inversión, el costo y el impacto se consideran parámetros fijos en muchos de los casos revisados.

 


 

 

Conclusiones

 

El objetivo del presente trabajo fue revisar el estado actual de la literatura referente a la evaluación de proyectos de inversión pública, en particular aquellos que involucran problemáticas medioambientales y con base en esa revisión identificar la situación y perspectivas para Colombia.

 

La revisión comprendió más de 60 artículos y documentos académicos de corte empírico en donde se mostrará la aplicabilidad de distintos tipos de técnicas a la hora de evaluar los recursos públicos. Se encuentra una variedad de enfoques, aunque dentro de las técnicas más comunes sobresalen el análisis costo-beneficio y los métodos multicriterio. Estas técnicas inicialmente se usaban de forma separada, pero en los últimos años se encuentran combinaciones que permiten un enfoque multidimensional y sistémico.

 

Más allá de los hallazgos alcanzados, la brecha continúa abierta y futuros tópicos de investigación podrían emerger para permitir un diálogo entre la investigación empírica y los distintos contextos de aplicabilidad. La idea es que generen una fundamentación teórica y práctica para avanzar en la frontera del conocimiento que emerge desde contextos en países en desarrollo.

 

El abordaje exploratorio sobre las propuestas metodológicas utilizadas en la evaluación de la inversión pública en proyectos medioambientales parte no solo de la multiplicidad de factores que afectan el correcto desarrollo de este tipo de proyectos, sino también de la disponibilidad y tipo de información que arroja la evaluación. De esta manera, se han encontrado algunos vacíos en la literatura, especialmente cuando se trata de problemáticas ambientales. En este sentido, el enfoque sistémico permite integrar las opiniones y expectativas del conjunto de actores interviniente en la evaluación de recursos públicos.

 

Además, el campo de acción para el país es amplio, y los tomadores de decisiones públicas deberán internalizar metodologías compuestas para evaluar y gestionar los recursos que se invierten, dando como resultado el establecimiento de sistemas de gestión y el desarrollo de indicadores de resultados evolutivos de optimización de los recursos financieros.

 

Limitaciones

 

El presente trabajo tiene varias limitaciones. En primer lugar, el filtro de búsqueda utilizado para obtener estudios pertinentes fue dirigido por el hecho de que muchos de los estudios se centran en el mundo desarrollado. Si bien es cierto, la mayoría se enfoca principalmente en este grupo de países, se revisaron otros trabajos que incluyen algunas naciones en desarrollo. La inclusión de artículos pertinentes para la revisión adelantada priorizó aquellos con un enfoque centrado en las problemáticas del medio ambiente, sin desconocer que existen otras áreas de actuación de metodologías aplicadas a la evaluación de la inversión pública.

 

En segundo lugar, la búsqueda se centró en bases de datos que incluyen las revistas más importantes en el campo, que poseen indexación y factor de impacto, pero obviamente pueden existir otras revistas relevantes que no pudieron ser examinadas con rigor o no aparecen en los resultados principales de los filtros de búsqueda llevados a cabo. Por lo tanto, la revisión adelantada es solo una medida para identificar artículos pertinentes, que fue enriquecida por búsquedas por palabra clave y operadores de búsqueda especializados para dar cuenta de artículos con mayor pertinencia; En este sentido, existe integralidad de los artículos que fueron incluidos en este trabajo.

 

En tercer lugar, el análisis se concentra exclusivamente en la aplicabilidad hacia una problemática específica, por lo que excluye el conocimiento obtenido por los estudios que se centran en otros problemas pertinentes en el contexto de la inversión pública. En consecuencia, la revisión no pretende ser ampliada, sino focalizada en complementar los conocimientos generados por los artículos de revisión específica de la inversión pública centrada en proyectos de transformación socio-ambiental.

 


 

Potencial conflicto de intereses

 

No se declaran conflicto de intereses.

 


 

Fuentes de financiación 

 

El presente trabajo se realizó con financiación propia de los autores.

 


 

 

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1 Tecnológico de Antioquia Institución Universitaria

2 Universitat Politècnica de Catalunya

3 Tecnológico de Antioquia Institución Universitaria

 


 

Para citar este artículo:  Portocarrero, L., Morató, J. y Vanegas, J. G. (2020). Análisis de las metodologías de valoración empleadas en la inversión pública de proyectos medioambientales: evidencias y aplicaciones para Colombia. Revista Luna Azul, 50, 19-39. Doi: 10.17151/luaz.2020.51.2


 

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Los orígenes de la ideología del dominio humano sobre la naturaleza en Europa

 

César Augusto Botero 

 

Recibido: 19 de junio de 2018, Aceptado: 16 de marzo de 2020, Actualizado: 16 de junio de 2020

 

DOI: 10.17151/luaz.2020.51.1

 

RESUMEN

 

El propósito de este artículo de reflexión es mostrar que la pretensión de dominio sobre la naturaleza proviene de la separación que ha hecho Occidente entre “el hombre” y “la naturaleza”. Para hacer este recorrido histórico, se consultaron varias fuentes bibliográficas como Google Scholar, Redalyc, Scielo y algunas bibliotecas. Se encontró que las dos fuentes que originaron esta separación se encuentran en las dos fuentes principales de la cultura europea, las civilizaciones grecorromanas y el pensamiento judío, pues ambas tienen en su origen un dualismo fundamental que condujo a separar al hombre y a la naturaleza.

 

Palabras clave: medio ambiente, historia de Europa, Grecia antigua, Roma antigua, cristianismo.

 

The origins of the ideology of human domination of nature in Europe

 

ABSTRACT

 

The purpose of this reflection article is to show that the pretension of dominion over nature comes from the separation between "man" and "nature" that has been made in the West. To make this historical journey, several bibliographic sources, such as Google Scholar, Redalyc, Scielo and some libraries were consulted. It was found that the two sources that originated this separation are found in the two main sources of European culture, the Greco-Roman civilizations and the Jewish thought, since both have in their origin a fundamental dualism that led to separate man and nature.

 

Key words: environment, history of Europe, ancient Greece, ancient Rome, Christianity.

 

 


 

Introducción

 

Este trabajo, de reflexión histórica sobre la ideología del dominio humano sobre la naturaleza en Europa, se basa en un análisis textual de las principales tendencias de las raíces de la modernidad. Este apoyo textual es propio de una reflexión teórica y procura acopiar documentos los más recientes posibles de la literatura relativa al tema de estudio.

 

 

El problema

 

El problema que se pretende abordar en este artículo radica en que la que se ha llamado “cultura occidental” se cree dueña de la naturaleza y del planeta, y esa pretensión de dominio está en el origen del desastre ambiental de la actualidad. Esta idea proviene de las dos fuentes culturales que dominaron la Edad Media en Europa, la cultura grecorromana y la tradición hebrea. Estas dos vertientes se fueron mezclando y drenaron finalmente en la conformación de la idea de universo de la modernidad.

 

En la modernidad, el instrumentalismo de Galileo y el racionalismo de Descartes concluyeron en la ciencia de Newton e hicieron creer que la naturaleza y el hombre estaban separados, eran como dos sustancias independientes que, en términos del conocimiento, fueron el sujeto y el objeto (Descartes, 1637/2014). Por su parte, Newton, que introdujo un método de observación de la física, inventor del telescopio reflector, y que formuló las leyes de la dinámica, era también alquimista y teólogo arriano y consideraba que Moisés también fue alquimista. En su tiempo, la filosofía natural o cosmología conformó lo que hoy es la física, y fue dotada por Newton de sus principios matemáticos (Newton, 1687/1999). Esto provenía de la concepción de que la naturaleza provenía de una racionalidad y era organizada según la razón, de modo que podía ser matematizable racionalmente, de tal forma que la razón fue el principio de relación entre la naturaleza y el hombre. El entendimiento puede acceder al conocimiento de la naturaleza porque comparte con ella su racionalidad. Este principio cartesiano se empalma con el principio de observación inglés que aproximó a Newton con John Locke.

 

En la actualidad, cuando se habla de los “recursos naturales”, se inscribe esta denominación de la naturaleza en una ideología dualista, en la que el ambiente está separado de la sociedad, y es algo que “sirve” para la producción de bienes y servicios para la humanidad, que usa la naturaleza como un “recurso” para su provecho, o mejor, la teoría de los recursos se desarrolla en el mundo empresarial, de modo que las cosas, la naturaleza, los seres humanos son recursos del capital para reproducirse y para obtener ganancias. Esta forma de imaginar la naturaleza tiene su origen en esa modernidad racionalista que, en todo caso, tiene antecedentes de producción de máquinas transformadoras de la naturaleza desde tiempos remotos. Esa superación del dualismo moderno ha sido criticada por varios autores, desde Heidegger, hasta la actualidad como crítica al dualismo naturaleza-cultura (Perdomo, 2019), y en el dualismo humanos-no humanos que critica Bruno Latour, con su rescate del actor-red.

 

Estas posiciones frente a la naturaleza, en las que los hombres se creen amos y dueños del planeta, se remontan a por lo menos dos fuentes.

 

 

El origen grecorromano

 

La naturaleza en Grecia

 

El concepto de naturaleza no es un concepto natural ni eterno. Surge en la historia y se ha transformado con el tiempo. Según Max Pohlenz (1956), el concepto de naturaleza nació en Grecia con los jónicos. El hecho de nombrar la naturaleza como una entelequia autónoma significaba que sus leyes eran independientes de la voluntad de los dioses. Y los jonios, especialmente Anaximandro de Mileto, intentó mostrar que los humanos hacemos parte de esa naturaleza, estamos sumergidos en ella, y nuestro rumbo depende de sus leyes (Ángel-Maya, 2001).

 

Estas dificultades de sentido común ayudan a comprender los obstáculos que ha tenido la filosofía en definir el concepto. Puede decirse quizás que si hay un término que resuma las contradicciones del pensamiento filosófico ese es el de naturaleza. La principal dificultad ha sido precisamente si la naturaleza incluye o no al hombre y una respuesta adecuada a este interrogante es quizás uno de los ejes fundamentales de toda filosofía. (Ángel-Maya, 2001, p. 63)

 

Esa integración del hombre en la naturaleza ya indicaba opiniones que consideraban que no pertenecían al mismo orden de cosas, lo que se anuncia con la introducción del nous que es el espíritu, la parte más elevada del alma, y que no pertenece a la dinámica de phisis, de modo que Platón de Atenas contribuye a la separación al intentar superar el Arché de Anaximandro de Mileto que lo concebía como to apeiron, es decir, como principio ilimitado y, por consiguiente, sin forma, de todas las cosas. Lo que este quería significar era que la phisis tenía una dinámica propia y no dependía de ninguna voluntad externa y en esa dinámica se incluía el hombre (Jaeger, 1952).

 

Pero Platón de Atenas, que vivía ya un mundo imperial de la liga de Delos, disputado por la liga del Peloponeso, vivía en Atenas, que era una potencia marítima, cuyos barcos fueron construidos con las maderas de una ya devastada península, desde Macedonia hasta la propia Atenas, y esa flota fue hundida y restituida durante la guerra del Peloponeso por lo menos dos veces. El imperio se servía de los bosques para la guerra, y la concepción bélica de la naturaleza tuvo que penetrar luego en el Siglo de Oro en el que floreció el pensamiento filosófico (Yarza, 2016).

 

En muchas regiones la construcción de terrazas o el riego, el sobrepastoreo, la tala de los bosques por los romanos para construir barcos para pelear contra los cartagineses, o por los cruzados para resolver problemas logísticos de sus expediciones, han alterado profundamente algunas ecologías. La observación que el paisaje francés es de dos tipos —los campos abiertos y el boscaje del sur y el oeste— inspiró a Marc Bloch para realizar su estudio clásico sobre los métodos agrícolas medievales. (White, 2007, pp. 78-79)

 

En este contexto, Platón (271a-307c/2002) en el Eutidemo presenta a dos personajes como doctos y expertos en la guerra:

 

Estos dos hombres, Clinias, que están aquí —Eutidemo y Dionisodoro—, son personas doctas que no se ocupan de insignificancias sino de asuntos importantes: conocen todo aquello concerniente a la guerra y que debe saber quien aspire a convertirse en estratego —es decir, la táctica, la conducción de los ejércitos y el adiestramiento necesario para luchar con las armas—. Además, son también capaces de lograr que uno sepa defenderse en los tribunales, si llega eventualmente a ser víctima de alguna injusticia. (271d)

 

Y encuentra que el disponer de armas es un bien: “Así, pues, también en la guerra —continuó—, puesto que hallarse provisto de armas es un bien, conviene empuñar el mayor número posible de lanzas y escudos, ya que son precisamente un bien” (290c).

 

Platón vivió la guerra del Peloponeso y considera que el arte de la guerra es algo nada trivial. Cree que la defensa es una virtud y que se debe utilizar todo lo necesario para garantizar la victoria. No se trata de adscribirse aquí a un determinismo del entorno sobre el pensamiento, pero sí de ubicar a los pensadores en un espacio y un tiempo del que no se pueden abstraer, puesto que el pensamiento es siempre histórico. Y en este sentido, el contexto de guerra, concebida como un arte superior, conduce a concebir la naturaleza, la phisis, como un entorno que proporciona lo necesario para la defensa del hombre, que es el centro del cosmos en el humanismo griego.

 

Este dualismo platónico entre phisis y nous, entre alma y cuerpo, entre pensamiento y materia dominará el pensamiento de la Edad Media y será recogido en la modernidad racionalista de una manera distinta, como veremos adelante, pero de todas maneras es un dualismo que implica un dominio. Es un dualismo que ha tenido momentos de conciliación, como ocurrió con el estoicismo, que concibe a Dios, al nous eterno, como inmerso en la naturaleza, como principio que impregna la materia de razón (Ángel-Maya, 2001).

 

El derecho romano

 

Roma es la heredera del pensamiento griego, pero su preocupación gira en torno a la consolidación del imperio antes que a la búsqueda de la verdad o al desarrollo de la racionalidad de la filosofía aristotélica. Roma hereda de Grecia el concepto de isonomía de los ciudadanos, lo que deriva en la creación del derecho romano. Esto se debe a que la intención de Roma es la consolidación y la expansión del imperio, de modo que su estructura social se amplía en la casta militar (el orden ecuestre), y el desarrollo del pensamiento jurídico tiene una intención de dominio imperial, de modo que la herencia que Roma le deja al mundo tiene una intención de dominio más que de isonomía para la ciudadanía (Ángel-Maya, 2000).

 

De hecho, en la evolución de la Roma conquistadora, se va consolidando el orden ecuestre, que domina especialmente en las provincias, y que conforma un poder con un peso enorme ante el senado y ante el emperador.

 

La desigualdad, sin duda, va evolucionando a lo largo del Imperio. El orden ecuestre empieza a predominar sobre la antigua nobleza senatorial y desde el tiempo de Claudio, se apodera de la vida política y administrativa. La burguesía comercial alimenta el orden ecuestre. La plena posesión de la persona se amplía con la ciudadanía, sobre todo a partir del siglo tercero. (Ángel-Maya, 2000, p. 41)

 

En este proceso de instauración del orden ecuestre, en la expansión del imperio, Roma va tejiendo una red de carreteras con un fin militar, pues necesitaba desplazar los ejércitos rápidamente, y la fundación de ciudades, que llegan a 5.627 (Mumford, 1966), va cubriendo con cemento centenares de hectáreas en todas las provincias.

 

En las ciudades romanas se planificaban sus dimensiones y trazados cuando ocupaban o construían una ciudad. Las aplicaciones del cemento les posibilitó también la monumentalidad y expansión de sus arquitecturas. El cemento posibilitó la substitución del sustrato natural ecosistémico por un sustrato artificializado que aunque simplificaba la complejidad de las propiedades del suelo (impermeabilización, incapacidad de germinación semillas y absorción de gases atmosféricos), incrementaba la variabilidad de los asentamientos humanos al aumentar la velocidad en los flujos informativos entre ellos. Lo que ampliaba a la vez la concepción de sistema unificado a mayores extensiones planetarias, exportando sistemas restrictivos de conductas a lugares cada vez más alejados del centro generador original (Roma). (Antequera, 2004, p. 60)

 

En la actividad expansiva del imperio, el orden ecuestre va introduciendo modificaciones en el derecho, hasta llegar a una separación completa de la propiedad pública y la propiedad privada, de tal modo que los propietarios privados podían hacer en su tierra lo que quisieran, sin que hubiera un control político sobre ello. Los soldados que ocuparon territorios se apropiaron de terrenos propicios para la agricultura y disponían de esclavos para cultivarlos. Pero, si querían, podían tumbar los bosques que hubiera en esos terrenos y si querían incendiarlos, también podían hacerlo.

 

La ingeniería de la construcción de ciudades estuvo muy bien planteada en Roma, ya que se limitaba tanto su superficie como su población, que se restringía a unos 50.000 habitantes. Llegaron incluso a planificar la ordenación del territorio para conseguir la autosuficiencia y el equilibrio entre la ciudad y su entorno. En muchas regiones la colonización fue acompañada por un orden similar de planeamiento del paisaje, trazados de caminos y división de los campos en largas parcelas rectangulares que aún hoy son visibles desde el aire y a las que se respeta su uso diario. Aunque Roma ciudad, en su máximo apogeo imperial acogió aproximadamente a un millón de habitantes. (Antequera, 2004, p. 67)

 

Pues bien, esa metrópoli de la antigüedad, que fundó ciudades en toda Europa, concentraba problemas ambientales en su interior que no fueron fáciles de resolver y que en muchos casos se le salieron de las manos. Fueron problemas ambientales que perturbaban el bienestar de los ciudadanos, puesto que la acumulación de desechos y la ineficiencia de su sistema de alcantarillado dejaban al aire público una contaminación del aire como no se había vivido en ninguna otra ciudad.

 

Si bien la masa de población podía acudir de día, pagando una pequeña suma, a los retretes públicos del vecindario, depositaban la basura doméstica en cisternas cubiertas, situadas al fondo de los pozos de las escaleras en sus populosas casas de inquilinato, de donde la extraerían periódicamente los estercoleros y los basureros. La misma extracción puntual nocturna apenas disminuiría el hedor que sin duda imperaba en los edificios (la orina, recogida en jarros especiales, era utilizada por los bataneros para trabajar los paños). A diferencia de la eliminación de las aguas, el abono de estiércol tenía la ventaja de reabastecer el suelo de las granjas circundantes con una sustancia rica en nitrógeno [...] Pero la carga procedente de esta vasta población de tugurios debe haber sido mayor que la que podía soportar la tierra vecina [...] Todo ello junto a los cinturones de basureros en el exterior de la ciudad, con fosas de cadáveres de hombre y animales en putrefacción generaban un ambiente más que insalubre. También el tránsito rodado fue un problema en las ciudades romanas. En Roma la gran aglomeración incrementó el uso del carro teniendo que ser regulado por diversas autoridades, ya que la congestión era intolerable. (Antequera, 2004, pp. 69-70)

 

El crecimiento urbano no tenía precedentes suficientes como para haber diseñado una tecnología que soportara la alta carga de desechos sólidos y de otros que se vierten actualmente en los ríos, y que entonces corrían en superficie de las calles de la ciudad. Esta presión de residuos produjo en Roma un problema que ya no solo fue ambiental sino social (Mumford, 1966).

 

De todas formas, pese a la devastación y al sistema de planificación y de vínculo con el entorno, en función de la sostenibilidad de la ciudad, no del entorno, a la caída del imperio y con las migraciones de las hordas bárbaras de Oriente, Lucien Boia (1997) anota que, a la llegada de los bárbaros: “Un inmenso bosque cubría el continente de un extremo a otro; en los claros había pueblos, castillos y monasterios. El hombre vivía inmerso en esa naturaleza no domeñada” (p. 68).

 

Ese bosque que cubría Europa y que Roma no había sido capaz de derribar era, en todo caso, un complejo paisaje que entretejía las ciudades fundadas por el orden ecuestre romano, las vías y los cultivos que alimentaban las ciudades. En todo caso, el bosque, fuente de una fértil imaginación narrativa que trajo personajes del lejano Oriente (Boia, 1997), ese bosque poblado de enanos y hadas, debía ser desbrozado para los cultivos del imperio de Carlomagno (748- 814), en la segunda mitad del siglo VIII y la primera década del siglo IX. Marc Bloc (1978) relata que: “Carlomagno prescribía a sus intendentes que desbrozaran en sus bosques los lugares favorables y no permitieran que los campos fueran de nuevo ocupados por el arbolado” (pp. 71-72).

 

En esta forma, se va estableciendo que para afianzar los imperios era necesario devastar el bosque. Al menos, esto puede observarse en relación con los imperios que hemos mencionado, el imperio griego, el imperio romano y el imperio Carolingio.

 

 

El origen hebreo del dominio sobre la naturaleza

 

En los relatos de la creación del mundo en el Génesis, se expresa, más que cualquier otra cosa, la relación de dominio sobre el mundo natural:

 

En el relato mesopotámico, construido sobre el agua, Dios crea el mundo en siete días y, al final de su creación, crea al hombre:

 

Dijo Dios: “Hagamos el hombre a imagen nuestra, según nuestra semejanza, y dominen en los peces del mar, en las aves del cielo, en los ganados y en todas las alimañas, y en toda sierpe que serpea sobre la tierra.

 

Y creó Dios el hombre a imagen suya: a imagen de Dios le creó; macho y hembra los creó.

 

Y los bendijo Dios y les dijo: “Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sometedla; dominad en los peces del mar, en las aves del cielo y en todo animal que serpea sobre la tierra”. Dijo Dios: “Mirad que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda la tierra y todo árbol que lleva fruto de semilla: eso os servirá de alimento. Y a todo animal terrestre, a toda ave de los cielos y a todo ser animado que se arrastra sobre la tierra, les doy por alimento toda hierba verde”. Y así fue. Vio Dios todo cuanto había hecho, y he aquí que estaba muy bien. Y atardeció y amaneció el día sexto. (Biblia de Jerusalén, 1967, Gén.: 26-31)

 

Nótese que en este relato el hombre es creado al final, a imagen del creador, y es puesto frente a las otras creaciones para que se reprodujeran y dominaran esas creaciones. En el segundo relato, de origen Yahvista, en cambio, el orden de la creación se invierte:

 

El día en que hizo Yahveh Dios la tierra y los cielos, no había aún en la tierra arbusto alguno del campo, y ninguna hierba del campo había germinado todavía, pues Yahveh Dios no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre que labrara el suelo. Pero un manantial brotaba de la tierra y regaba toda la superficie del suelo. Entonces, Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente.

 

Luego, plantó Yahveh Dios un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado. Yahveh Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. De Edén salía un río que regaba el jardín, y desde allí repartía en cuatro brazos […] Tomó, pues, Yahveh Dios al hombre y le dejó en el jardín del Edén, para que lo labrase y cuidase. Y Dios impuso al hombre este mandamiento: “De cualquier árbol del jardín puedes comer, más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieses de él, morirás sin remedio”.

 

Dijo luego Yahveh Dios: “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada”. Y Yahveh Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera. El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, mas para el hombre no encontró ayuda adecuada. (Biblia de Jerusalén, 1967, Gén.: 4-20)

 

En este segundo relato, Dios crea primero al hombre de polvo del desierto y lo hace vivir. Luego, crea el jardín y ubica en él su primera creación, el hombre, para que este nombre todas las cosas. En la cultura hebrea, ponerle nombre a algo es dominarlo. Por eso, el nombre de Dios, Yahveh, es una alusión indirecta, pues, según algunos autores, el verbo hebreo hayah alude a una presencia viva y activa y, por consiguiente, el Tetragrámaton significa: “Yo existiré por mí mismo” o “Yo soy el que existe por sí mismo” (Hollar, 2016), es decir, no es propiamente un nombre, porque si el hombre conociera el nombre de Dios, o pudiera nombrarlo, lo dominaría. De modo que el acto humano de ponerle nombre a la creación de Dios es un acto de dominio. Y ese es su mandato. Dominar la naturaleza.

 

Esta perspectiva es explicable, porque la concepción del Dios hebreo se forma como una superación de los dioses neolíticos que se consagraban a las fuerzas naturales, de modo que había un dios del río, un dios del mar, como fue Poseidón, un dios de las cosechas, un dios de la lluvia… en cambio, el Dios hebreo era el dios de la ley, y la ley era el elemento de aglutinación del pueblo hebreo. Por eso, el Dios de la Ley hebreo dominaba sobre todos los dioses, como lo fue también el Dios de Platón, que era el dios de la verdad. El henoteísmo judío es menos radical que el monoteísmo platónico (Ángel-Maya, 2000), pero tanto en Grecia como en Roma el dios de los filósofos no logra erradicar los cultos a los dioses domésticos ni destruye los dioses homéricos. Y, en ese sentido, el dios judío concentra el culto y el misterio del universo. La exaltación del dios de la ley por encima de todos los demás dioses es recogida posteriormente por el cristianismo y, en todo caso, implica una actitud frente a la naturaleza sobre la cual el hombre tiene una responsabilidad de dominio.

 

 

La reunión de las dos tendencias

 

El pensamiento helénico y la tradición judía se reúnen en el cristianismo de Pablo de Tarso que logra hacer del cristianismo la religión del imperio (Ángel-Maya, 2001). En efecto, Pablo de Tarso, ciudadano romano, que no conoció a Jesús, que fue formado en la escuela helenística, comprendió que el imperio necesitaba un aglutinante religioso que estaba en germen en algunas ideas cristianas (Ángel-Maya, 2001). Entonces, construyó una teología de la salvación del alma individual. Roma necesitaba una promesa de inmortalidad y la tuvo de una semilla que germinó en sus catacumbas.

 

La cultura helénica había penetrado a Roma, aunque había perdido la libertad, porque había perdido la tierra y el dominio sobre los bienes. Roma dominaba el mundo griego, aunque bebía de sus odres. Y los griegos en Roma se aferraban a su pasado glorioso, en una memoria que no lograban mantener viva sino como nostalgia de su propio dominio, de modo que la identidad griega se mantenía porque había penetrado a Roma y porque se aferraba a su memoria (Moreno, 2014).

 

En Roma se persiguió el cristianismo, pero no se hizo como ideología, sino como culto, porque se pensó que la mística de los cristianos podía socavar el imperio. Pero cuando el emperador comprendió que era justamente la salvación del imperio, no dudó en acoger esa nueva ideología que le permitiría poner la mirada del pueblo en un más allá escatológico y aquí, en el mundo del pecado, resignarse a un sufrimiento que se presentía efímero por gracia de la promesa de un cielo futuro.

 

En la perspectiva paulina, recogida posteriormente por la pluma de Agustín de Tagaste, este mundo está signado por el pecado, de modo que la enfermedad, la muerte y todas las concupiscencias provienen del pecado. Y esta forma de concebir el mundo tiene implicaciones profundas en la vida cotidiana y en la manera de relacionarse con la naturaleza. La concepción del tiempo y de la historia que se desprende de la concepción paulina es la de un tiempo teleológico, que empieza en Dios, con el primer relato de la creación que se vio arriba, y termina en la escatología apocalíptica en Dios. Es decir, es un tiempo que empieza en el no-tiempo de Dios y termina en el no-tiempo de Dios. Y en este tránsito, el tiempo del hombre es el tiempo del pecado. En Agustín es el tránsito entre la ciudad del hombre y la ciudad de Dios, que está al final de la historia. Y en este tiempo del hombre, la naturaleza está asociada al pecado. Ya el hombre no habita en el jardín del Edén, sino en una naturaleza cuerpo sometido a todas las concupiscencias de la carne. Y el juicio final, universal y arrasador acabará con este mundo pecador, de modo que el dominio del hombre sobre la naturaleza está legitimado como el dominio sobre una naturaleza que proviene del pecado de Adán.

 

Para entender a Pablo de Tarso, debe saberse que en el cristianismo primitivo hubo dos tendencias, representadas la primera por los discípulos de Jesús, especialmente Pedro y Santiago, que consideraban que la enseñanza central de Jesús fue la de la hermandad universal por ser hijos de un mismo padre. Se expresa en el evangelio de Mateo, especialmente en el sermón de la montaña, en el que el reino de Dios es un reino terrestre y la fraternidad se vive justamente en este mundo. Esta inmanencia del amor se opone a la concepción paulina, con seguidores como San Lucas, cuyo evangelio es una consagración de la concepción salvífica de Pablo. Es significativo que el gnosticismo de Juan y la perspectiva salvífica de Lucas sean posteriores a la predicación de Pablo, de modo que el nuevo testamento es especialmente paulino. Solo se advierten algunos rasgos de la predicación inicial de Jesús en las cartas de Pedro y de Santiago y en el evangelio de Mateo. De hecho, las disputas personales entre Pablo y Pedro y los discípulos seguidores de este último llegaron a ser agrias (Ángel-Maya, 2001).

 

En Roma solo el estoicismo habría sido una alternativa como ideología del imperio, pero el estoicismo carecía de mística redentora y estaba ausente del mundo del culto, no proporcionaba una “religión”, es decir, una capacidad de re-ligar, de aglutinar a los fieles, como lo hizo el cristianismo.

 

La perspectiva helenística de la naturaleza de Pablo de Tarso reúne, entonces, la concepción humanista griega, la concepción legalista de expansión del imperio y la perspectiva de superioridad y dominio sobre la naturaleza de la tradición judía. Y esta convergencia de tres tradiciones transita la Edad Media hasta los albores del Renacimiento con Francisco de Asís que se inclina a la adoración de Dios en las criaturas y asume que el hombre ha sido redimido del pecado de Adán por Cristo (Martínez, 2014).

 

El mayor milagro de San Francisco es que no terminó en la estaca, como muchos de sus seguidores izquierdistas. Francisco fue tan claramente herético que un general de la Orden Franciscana, San Buenaventura, un gran cristiano y además muy sensible, trató de suprimir los primeros registros del franciscanismo. La clave para una comprensión de Francisco es su fe en la virtud de la humildad, no solamente para el individuo, sino para el ser humano como especie. Francisco intentó deponer al hombre de su monarquía sobre la creación y fundar una democracia entre todas las criaturas de Dios. (White, 2007, p. 85)

 

No obstante, la Iglesia del Renacimiento se obstina en la perspectiva salvífica de Pablo, de modo que el boato y el sentido imperial de la jerarquía de Roma dura hasta el siglo XX.

 

 

El dominio humano de la naturaleza en la modernidad

 

El dios naturaleza del Renacimiento

 

El humanismo del Renacimiento, cuyo antecedente próximo es Francesco Petrarca (1304-1374), hunde sus raíces en la alquimia, en la magia esotérica y en una concepción del hombre que se diferencia de la del humanismo griego en que no ubica al hombre como centro del universo y medida de todas las cosas, sino como integrado al universo y fruto predilecto de Dios. La apertura de Petrarca a la magia se comprende medio siglo más tarde en el florentino Giovanni Pico della Mirandola (1463-1494) (Goñi, 2011).

 

El concepto de magia que maneja Pico, en cambio, supera esta visión popular. Para él la magia es como un concepto primitivo de ciencia, un saber precientífico que une al hombre con la naturaleza, una suerte de “consumada filosofía natural”: la magia natural, que es lícita y no está prohibida, sino que es “pars practica scienciae naturalis”. (Goñi, 2011)

 

Esta aceptación de la magia natural y el rechazo por la hechicería y la adivinación astrológica de Pico della Mirandola revelan un cambio en el paradigma de conocimiento que se va asentando en el Renacimiento (Garin, 1973). Este nuevo paradigma concibe la libertad del espíritu como el acercamiento sin ataduras dogmáticas al conocimiento de la naturaleza, de modo que la magia natural es aceptada porque se refiere a los símbolos ocultos de la naturaleza, que no son conocidos por las formas tradicionales de aproximarse a los fenómenos y que solo se pueden conocer mediante un acercamiento erudito a la naturaleza, especialmente a la astrología y a la alquimia.

 

A la magia diabólica no se dedicó jamás varón dado a la filosofía y los que la cultivaron siempre la encubrieron por considerarla deshonrosa. A la magia natural, por contra, se dedicaron Pitágoras, Empédocles, Demócrito y Platón y de ella derivó en la antigüedad la gloria del saber. (Della Mirandola, 1984, p. 132)

 

A este tipo de ciencias ocultas de la naturaleza se dedicó en el siglo XVI el napolitano Giordano Bruno (1548-1600), que fue un espíritu curioso, para quien la magia está relacionada con la teoría de los vínculos de las fuerzas naturales y de los seres humanos. La práctica del mago es atender la imaginación, que nos abre a los afectos “que pueden conmover a un ser viviente” (Bruno, 2007). Giordano Bruno fue condenado a morir en la hoguera por sus creencias científicas, pues se acogía al sistema copernicano y no al ptolemaico en el que se adscribía la Iglesia. No obstante, las razones de su condena se refieren especialmente a sus opiniones religiosas y a la práctica de la brujería.

 

    • Tener opiniones en contra de la fe católica y hablar en contra de sus ministros.
    • Tener opiniones contrarias a la fe católica sobre la Trinidad, la divinidad de Cristo y la encarnación.
    • Tener opiniones contrarias a la fe católica en relación a Jesús como Cristo.
    • Tener opiniones contrarias a la fe católica en relación a la virginidad de María, la madre de Jesús.
    • Tener opiniones contrarias a la fe católica en relación con la transubstanciación y la misa.
    • Decir que existen múltiples mundos.
    • Tener opiniones favorables de la transmigración del espíritu en otros seres humanos después de la muerte.
    • Brujería (Firpo y Quaglioni, 1993).

 

El espíritu inquisidor persiguió, casi por las mismas razones, y por el mismo agente que condenó a Bruno, años más tarde, al pisano Galileo Galilei (1564-1642). Pero el sentido de las prácticas de Galileo fue diferente, porque este tenía a su disposición el telescopio que le permitía “demostrar” que sus afirmaciones eran ciertas. Por supuesto, los ministros de la Iglesia no se asomaron jamás al telescopio de Galileo y si lo hubieran hecho no habrían entendido lo que veían. Galileo fue más astuto que Giordano Bruno y se retractó en el juicio inquisitorial. No obstante, a la salida del juicio, pronunció su famosa frase “E pur si muove” para significar que no importaba lo que él dijera o lo que dijera la Santa Inquisición, la naturaleza sigue su curso y tiene sus leyes (Robertson, 2006). Esta es la verdadera revolución de Galileo, frente al dogmatismo de la Iglesia y ante la filosofía anterior. Y este es el verdadero inicio de la modernidad.

 

 

La naturaleza en la modernidad

 

Descartes postuló el problema del conocimiento mediante un dualismo semejante al platónico, entre sujeto y objeto, y dicho problema se refiere a la busca de la verdad absoluta, a la verdad sin duda (Descartes, 1637/2014), y encontró que solo el conocimiento originado en el propio sujeto no tiene duda, puesto que la acción de los sentidos, único puente con el mundo del objeto, es engañosa. Por su parte, el empirismo inglés se dio a la busca de la verdad posible sobre el mundo y elaboró una forma de aproximarse al objeto sensible, fuente de todo conocimiento. En todo caso, también en el empirismo subsiste el dualismo entre las dos sustancias del conocimiento, el sujeto racional interior que conoce, y el objeto empírico exterior que es lo conocido.

 

La modernidad que empieza con Galileo y se formula filosóficamente con Descartes parte de estos postulados y se desarrolla en dos planos: la producción de un pensamiento que se propone el problema del conocimiento como asunto central, y el dominio de una naturaleza cada vez más urbanizada.

 

Aún en sus albores, inscrito en una perspectiva cartesiana, el holandés Baruch Spinoza (1632-1677) plantea una teología de integración del hombre a la naturaleza y concibe un dios cósmico inmanente, semejante al dios de Giordano Bruno, condenado por lo mismo solo medio siglo atrás. Para Spinoza, no hay dos, sino tres sustancias que son el pensamiento, la extensión y Dios. Y su panteísmo parte de la reunión de esas sustancias en una sola, de modo que Dios es la naturaleza y el pensamiento al mismo tiempo (Spinoza, 1988).

 

En adelante, los esfuerzos de la filosofía moderna se debaten en la posibilidad de conciliación de las dos substancias separadas por Descartes, de modo que Kant (1781/2002), Hegel (1985) y aun Marx (1844, 1986) avanzan hacia una forma de concebir el pensamiento como una unificación de las substancias separadas por Descartes y reunidas en Dios por Spinoza.

 

En el conocimiento hasta ahora hay otro dualismo oculto que radica en la separación de la ciencia y la técnica (Matcham y Mackey, 2004). Es decir, el conocimiento, desde Grecia, fue especulativo y solo podía dedicarse a él una casta aristocrática que no estaba vinculada a la producción de bienes en ningún campo (Berard, 2008). Según Linn White Jr. (2007), la reunión de estas dos prácticas solo ocurre en el siglo XIX, con la Revolución Industrial.

 

Pero no fue sino hasta cuatro generaciones atrás que Europa occidental y América del Norte concertaron una fusión entre ciencia y tecnología, una unión de las aproximaciones teóricas y empíricas a nuestro ambiente natural. El surgimiento de la difundida práctica del credo baconiano: que el conocimiento científico significa un poder tecnológico sobre la naturaleza puede apenas datarse antes de 1850, salvo en la industria química, donde ya existía en el siglo XVIII. (White, 2007, p. 79)

 

Esto significa que la práctica social productiva, según el modo de producción capitalista, reúne lo que la razón no había podido hacer confluir desde hacía más de dos mil años. Y el dominio material sobre el planeta es acompañado del dominio ideológico sobre las personas y la pretensión de dominar también el tiempo. En efecto, el capitalismo ha heredado la concepción de una naturaleza a su servicio, a la que asume como recurso del capital para su reproducción y para obtener ganancias. La teoría de los recursos (Penrose, 1959; Wernerfelt, 1984) suele incluir tres ítems como recursos de la empresa, es decir, del capital, que son especialmente dignos de examen: los recursos naturales, los recursos humanos y el recurso tiempo. En esta teoría, los recursos a los que puede acudir el capital para optimizar sus ganancias son:

 

    • Recursos materiales. Son los medios físicos que ayudan a conseguir algún objetivo (equipos, instalaciones, materias primas), capital financiero y material.
    • Recursos humanos. Personas que trabajan en la empresa. Los seres humanos como recurso. Capital humano.
    • Recursos naturales. Renovables y no renovables. La naturaleza como recurso. Capital natural.
    • Recursos financieros. Caudales, bienes, crédito, cartera, etc.
    • Recursos tecnológicos. Teorías y técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico.
    • Recursos intangibles. El tiempo como recurso. El know how. Las certificaciones. El prestigio (Wernerfelt, 1984).

 

Después de Penrose y aun de Wernerfelt, se han modificado algunas formas de llamar algunos recursos, de modo que lo que se llamaban recursos humanos pasó a llamarse “capital humano”, y en la actualidad se designa como “talento humano”. Pero la concepción es similar: se trata de algo a lo que el capital debe acudir para obtener ganancias y para reproducirse. Lo mismo sucede con lo que se llamó “recursos naturales”, aunque en este caso, muchos textos y normas siguen hablando de la naturaleza como “recursos naturales”, de manera que la empresa ha hecho propia la perspectiva de dominio de la naturaleza, junto con la ideología del dominio de los seres humanos. Llama la atención, además, que se considere el tiempo como un recurso que puede ser utilizado para el capital. De hecho, la tecnología proporciona un ahorro de tiempo al acelerar el ritmo de la producción, de modo que el tiempo socialmente necesario de la fuerza de trabajo invertida en la producción se disminuye, y es la fuerza de trabajo lo que incorpora valor al producto (Marx, 1995). Pero, en este ahorro de tiempo, el recurso sería la tecnología (Matcham y Mackey, 2004). El tiempo lo sería para el mercado, no para la producción.

 

En síntesis, según la teoría revisada, la producción capitalista asume la naturaleza como un recurso, de modo que es el capital el elemento dominante y que define los derechos adquiridos por el uso de las riquezas y por la contratación de las personas. Aquí, se manifiesta la ideología del dominio del hombre sobre la naturaleza, en la que se cree que se tiene pleno derecho a usar el planeta al antojo de los empresarios, aunque deteriore el ambiente.

 

 

Hacia las culturas que se inclinen ante el planeta

 

Los esfuerzos de los organismos internacionales a través de las múltiples convenciones internacionales realizadas en defensa del planeta han sido infructuosos hasta ahora para detener la depredación de los débiles ecosistemas terrestres, frente a la arremetida atronadora de la tecnología y del desperdicio producidos por el capital. La ideología del dominio sobre la naturaleza no ha sido derrotada, y cada vez el planeta tierra se aproxima más a un punto de inflexión irreversible, por ejemplo, en el calentamiento global. Se sabe que este fenómeno se debe a la acumulación de CO2 y otros gases en la atmósfera, que produce lo que se ha llamado “efecto invernadero”, y al respecto se han realizado al menos las reuniones de la ONU que produjo el Protocolo de Kioto, producido en 1997 y ratificado en 2005, y la Cumbre de Bali (2007) realizada para redefinir el primero. Pero ninguno de los dos documentos emanados de estas convenciones fue firmado por Estados Unidos ni por China, principales contaminadores de la atmósfera del planeta. Estados Unidos pretende defender derechos adquiridos por los ciudadanos de su país, y China pretende demostrar que no se está contaminando. Entretanto, los índices de acumulación de CO2 y de otros gases tóxicos siguen aumentando vertiginosamente, y los fenómenos atmosféricos son cada vez más preocupantes.

 

Frente a esta ideología de dominación sobre el planeta, se levantan algunas voces como las de los indígenas americanos que han influido en las constituciones de Bolivia y de Ecuador, que consagran en sus respectivas cartas políticas los derechos de la Pacha Mama. En Colombia, la Corte Suprema de Justicia reconoció la condición de sujeto de derechos a la cuenca del río Amazonas (Sentencia STC4360, 2018), y la Corte Constitucional hizo lo mismo respecto a la cuenca del río Atrato (Sentencia T-622/16, 2016) como sujetos de derechos. Lo mismo se ha hecho por tribunales de primera instancia respecto a la cuenca del río Cauca (Sentencia 05001, Tribunal Superior de Medellín, 2019) y del río Magdalena (Sentencia 41001, Juzgado Penal Neiva, 2019). Estos actos judiciales y de jurisprudencia aproximan a Colombia a la concepción latinoamericana expresada en las constituciones boliviana y ecuatoriana.

 

Lo mismo sucede con la Encíclica Laudato Si (Francisco, 2015), del papa Francisco, en la que convoca a todos los pueblos del mundo a cuidar la “casa común”, que son palabras empleadas en el informe Brundtland (ONU, 1987), que postula la necesidad de garantizar el derecho a la tierra de las generaciones futuras. En la Encíclica, el papa confirma la convicción del informe de la ONU de que es necesario cambiar la cultura, cambiar los hábitos de vida y modificar profundamente la vida.

 

Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos. El movimiento ecológico mundial ya ha recorrido un largo y rico camino, y ha generado numerosas agrupaciones ciudadanas que ayudaron a la concientización. Lamentablemente, muchos esfuerzos para buscar soluciones concretas a la crisis ambiental suelen ser frustrados no sólo por el rechazo de los poderosos, sino también por la falta de interés de los demás. Las actitudes que obstruyen los caminos de solución, aun entre los creyentes, van de la negación del problema a la indiferencia, la resignación cómoda o la confianza ciega en las soluciones técnicas. Necesitamos una solidaridad universal nueva. (Francisco, 2015)

 

El papa advierte que es necesario poner sobre el tapete, por el beneficio común, la propiedad privada, porque esta nunca ha sido defendida sin condiciones por la Iglesia. Y concluye que:

 

El antropocentrismo moderno, paradójicamente, ha terminado colocando la razón técnica sobre la realidad, porque este ser humano “ni siente la naturaleza como norma válida, ni menos aún como refugio viviente. La ve sin hacer hipótesis, prácticamente, como lugar y objeto de una tarea en la que se encierra todo, siéndole indiferente lo que con ello suceda”. De ese modo, se debilita el valor que tiene el mundo en sí mismo. (Francisco, 2015)

 

Con esta diatriba contra el antropocentrismo, Francisco da fin a la larga tradición de dominio sobre la naturaleza y abre la puerta cultural a una nueva era de reubicación del ser humano en el universo.

 


  

Referencias

 

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1. Profesor de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Manizales, Abogado, Especialista en Derecho Privado, Especialista en Derecho Empresarial y Magíster en Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.    Orcid: 0000-0001-6126-5131

 


 

Para citar este artículo: Botero, C. A. (2020). Los orígenes de la ideología del dominio humano sobre la naturaleza en Europa. Luna Azul, 51, 01-18. Doi: 10.17151/luaz.2020.51.1

 


 

 

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